ALDEA GLOBAL

JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ SANTILLANA,

presidente de CEOMA

"¿Por qué no se ofertan opciones de cohousing en régimen de alquiler, especialmente dirigidas a personas mayores que conforman una pareja o a situaciones de vida unipersonales?"

Del ‘piso compartido’ al ‘coliving’; de la corrala al ‘cohousing’

La novedad de estas fórmulas de vivir o convivir radica más en las nuevas denominaciones que, una vez más, importamos del mundo anglosajón.

Del piso compartido de estudiantes al coliving es una forma de vivir en un espacio en el que se reducen gastos, se crean espacios colaborativos a nivel laboral y se favorece un estilo de vida sostenible. Un rasgo importante del coliving es que favorece las alianzas profesionales (antes estudiantes) al mismo tiempo que se comparte residencia; es en la práctica una prolongación natural del coworking.

Se pretende compartir un espacio donde trabajar y vivir, a partir del uso para todos de elementos comunes: zonas de trabajo, descanso, ocio, servicios de limpieza o comedor, etc. Donde cada participante tiene su espacio propio donde ¿vivir, desconectar del resto, o dormir?, pero todos bajo un mismo techo.

Esta nueva modalidad de residir va más allá de lo que sería el tradicional piso compartido de estudiantes; el coliving necesita espacios más amplios, una mayor oferta de servicios. Si bien es una fórmula de disminuir gastos, está más pensada para jóvenes profesionales, donde en muchos casos prima la movilidad y por tanto no hay un sentido de propiedad o de pertenencia, algo propio de lo que hoy denominamos ¨nómadas digitales¨. Muchas de estas personas residen temporalmente en un espacio de coliving y viajan constantemente de uno a otro espacio sin ningún tipo de condicionamiento.

El paradigma lo podemos encontrar en la oferta de cruceros para quienes hacen del teletrabajo un estilo de vida, un coliving temporal en alta mar. Un crucero para nómadas digitales.

También a veces se plantea como una posibilidad de convivencia intergeneracional entre jóvenes y mayores. Creo que no es la fórmula más utilizada por estos últimos, que entre otras cuestiones buscan estabilidad y continuidad en sus relaciones.

No siempre es fácil vivir y convivir bajo un mismo espacio, y ello dificulta la relación intergeneracional en estos espacios, y si bien, no es imprescindible, unos intereses o aficiones comunes ayudan.

De la corrala al cohousing es otro fenómeno residencial que guarda alguna semejanza con el coliving, pero no son lo mismo. Pueden parecer conceptos residenciales semejantes, pero son dos planteamientos vitales diferentes.

El cohousing es un modelo de vivienda colaborativa en el que los residentes disfrutan de espacios privados en los que viven y zonas compartidas, adaptándose a las necesidades y a los intereses de todo el grupo.

De alguna manera, podríamos decir que los primeros cohousing en España habrían sido las corralas, pequeñas casas (apartamentos) con un gran patio común y con unos servicios compartidos muy esenciales: los baños y el lavadero, este en el patio común y junto a un pozo que, además de para sacar agua, servía para refrescar las frutas y bebidas. Unos espacios en los que primaba el juego de los más pequeños, la vecindad; no había anonimato, sino ayuda mutua.

Un modelo este alejado de la tradicional residencia, que está haciendo que las generaciones que más tienden a acercarse a este modelo de convivencia sean las de las personas mayores o familias con miembros en esta situación.

Los que optan por el cohousing buscan espacios compartidos que favorecen la convivencia y la interrelación personal. Es un modelo de convivencia pensado para una residencia permanente, mientras que el coliving se disfruta de un modo más ocasional o breve. En el cohousing los residentes comparten un proyecto de vida a largo plazo, y con frecuencia orientado a un mayor contacto entre ellos, conformando una comunidad de personas más diversa en las que abundan familias y mayores.

Hay algunos aspectos de cohousing en los que podemos profundizar: es una alternativa a las tradicionales residencias; y posibilita la independencia que muchos reclaman garantizando la percepción de servicios de los que no tienes que preocuparte: comida, limpieza, etc.; tareas estas que a veces pueden resultar penosas para algunos mayores. También puedes realizar las comidas en una zona común o llevártela a ¨casa¨.

¿Cómo se conforma el cohousing? Tenemos diversas alternativas para ello: las promotoras de viviendas empiezan a ofertar esta modalidad: pisos y apartamentos con zonas de uso común. El ¨problema¨ es: ¿te arriesgas a compartir espacios con personas que no conoces o con intereses distintos?

Una buena opción es la cooperativa: personas con un interés y proyecto común. Otra posibilidad es el acuerdo entre los futuros componentes para adquirir su vivienda en un mismo edificio o zona, y abordar entre todos la compra de las zonas comunes y su equipamiento. Aquí podría aparecer una nueva dificultad: uno puede desprenderse de su propiedad, pero, ¿qué pasa con la participación en la propiedad común? ¿Se puede vender sin más?

Algunos de estos planteamientos se realizan sin necesidad de esperar a la jubilación, incluso con carácter preventivo a situaciones que se darán en un futuro próximo. Una familia puede entrar en el cohousing pensando en que en unos años uno o varios de sus miembros serán mayores y necesitarán de esos servicios comunes y de la relación con un entorno amigable y conocido.

Una última cuestión es el papel que deben jugar las administraciones en ofertar este tipo de soluciones a los mayores, especialmente a aquellos que no tienen capacidad económica para constituir un cohousing. ¿Por qué no se ofertan opciones de cohousing en régimen de alquiler, especialmente dirigidas a personas mayores que conforman una pareja o a situaciones de vida unipersonales? Una propuesta: que en todas las promociones de vivienda pública se reservase una parcela a este fin.