VILLENA
Tesoro, relojes y lechugas
Textos: JESÚS ORTÍZ
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Fotos cedidas por el Ayuntamiento de Villena

Confesamos que, de no conocer Villena, nosotros mismos nos extrañaríamos del subtítulo de este reportaje. Lo del tesoro… bueno; lo de los relojes… en fin; pero ¿lechugas? Pues verá el lector que sí, porque parte de la gran historia de este rincón alicantino se hace visible en el llamado Tesoro de Villena, un hallazgo excepcional de la Edad de Hierro; en las consecuencias de haber obtenido el título de ciudad, acontecimiento que en 2025 celebra los 500 años desde que Carlos I lo concediese; y en una batalla con armas vegetales protagonizada por verduleras, en el sentido estricto del término, que tiene sus orígenes en un discutido impuesto con que los Reyes Católicos gravaron algunas transacciones.
Si una población conserva dos castillos, aunque uno de ellos sea casi un recuerdo de su pasado islámico como baluarte defensivo; si las crónicas hablan de varias fuentes y hasta una laguna, que también han pasado a la historia por la sobreexplotación de acuíferos y la avidez de terreno cultivable; si la generosa orografía rodea las tierras villenenses y proporciona protección; si abunda la caza, se puede obtener sal y un curso fluvial, el genuinamente alicantino Vinalopó, cruza el territorio; si tenemos en cuenta todo esto, ¿no dibujamos, acaso, un sitio para quedarse? Desde hace más de 50.000 años, que sepamos, Villena fue uno de esos sitios para quedarse, decidido por todo tipo de culturas que poblaron conjunta o alternativamente la Península Ibérica.
El MUVI, que así se conoce al Museo de Villena, aporta un recorrido arqueológico sumamente rico sobre quienes habitaron en su entorno. Desde el Paleolítico hasta la Edad Contemporánea, las colecciones muestran piezas de todos los estilos y de todas esas culturas que comentábamos líneas arriba. Desde argáricos a contemporáneos, pasando por íberos, celtas, romanos, visigodos o almohades –y, bueno, sí: grupos repobladores procedentes de varios puntos de nuestra geografía llegados tras las sucesivas etapas de la Reconquista–, no faltan muestras de la presencia de ninguno de ellos. La mención especial, y aquí llegamos al primer término de nuestro subtítulo, es el llamado Tesoro de Villena.
EL TESORO DE VILLENA “ES UN IMPRESIONANTE CONJUNTO DE ORFEBRERÍA FECHADO HACIA EL AÑO 1.000 A.C., COMPUESTO, EN SU MAYORÍA, POR PIEZAS DE ORO” (MUVI)
Permítanos trascribir la descripción escueta que hace el propio museo: “Es un impresionante conjunto de orfebrería fechado hacia el año 1.000 a.C. Está compuesto, en su mayoría, por piezas de oro: 11 cuencos, 28 brazaletes que constituyen el conjunto más numeroso, tres botellas y varias piezas diversas. También lo forman tres botellas de plata y dos piezas mixtas –un botón de ámbar y oro y un remate de hierro y oro– y, por último, un brazalete de hierro”. El conjunto áureo es de los más valiosos hallados en Europa y solo le iguala en importancia e interés histórico el de las máscaras funerarias de las tumbas micénicas halladas en el entorno del Tesoro de Atreo, en Grecia.
La Lechuguina, que así quedó bautizada esa batalla donde las hojas de los contendientes no son de medievales e hirientes aceros, sino de verdes y lustrosas lechugas, tienen su origen en la exención de un impuesto. Cabe recordar, por añadir un poco de contexto histórico, que el II Marqués de Villena, Diego López Pacheco, era partidario de Juana La Beltraneja en la guerra de sucesión (1475-1479). Isabel de Castilla y Fernando de Aragón ofrecieron privilegios de realengo a las villas del marquesado, invitándolas a revelarse, si conseguían la victoria, cosa que, como se sabe, lograron. Una vez llegados al trono, los Reyes Católicos cumplieron su promesa y en 1488 visitaron Villena para ratificar públicamente que la villa había pasado a depender directamente de los monarcas. Una importante regalía fue que, en los días de mercado, los productos que estuvieran destinados al consumo local no tenían que pagar impuestos.
Pero, como eso de que entre las personas decentes siempre se cuela algún “listillo” no es solo de ahora, algunos comerciantes adquirían mercancías que pudieran vender en tierras limítrofes aprovechándose de precios reducidos. Enterados en la corte, mandaron a los almojarifes (recaudadores) a controlar el mercado. Uno de ellos, suponemos que sospechando del destino final de una venta, exige las correspondientes tasas a una vendedora de verduras y hortalizas; ésta se revela y acaba emprendiéndola a “lechugazos” con el cobrador. Y he aquí por qué todos los años, durante las Fiestas del Medievo (a principios de marzo y divertidísimas, por cierto), los bandos Blanco y Verde se disparan miles de lechugas, tras representar la historia a su modo, con la participación de todo el pueblo y de cualquier foráneo que quiera apuntarse.
‘LA LECHUGUINA’, BATALLA CAMPAL DONDE LAS ARMAS SON HOJAS DE LECHUGA, TIENE SU ORIGEN EN LA EXENCIÓN DE UN IMPUESTO A FINALES DEL S. XVI
El título de Ciudad llegó a Villena el 25 de febrero de 1525. Carlos I se lo concedió a la localidad “Por cuanto la villa de Villena y los vecinos y moradores de ella han sido siempre muy leales a nuestra corona real y servido a los reyes, nuestros progenitores, como buenos y fieles súbditos lo debían hacer, y especialmente a los Reyes Católicos, nuestros abuelos y señores, que tengan santa gloria, en la conquista del reino de Granada y en otras cosas que se les ofrecieron”. Apenas transcurrida una treintena de años desde que se había entrado en la Edad Moderna –aunque ellos no lo supieran entonces, claro–, alcanzar el estatus de ciudad significaba un importante impulso económico y social.
A las producciones agrícola y cinegética, por la que los villenenses tenían merecido prestigio, la nueva condición ciudadana propició que se añadieran varias industrias artesanales, que fueron destacando por popularidad y fama. Entre ellas… ¡la de relojeros! Y si, como dicen las crónicas de un siglo más tarde, sus relojes de torre eran famosos por su precisión, parece que esa habilidad para la artesanía se mantiene hasta nuestros días, aunque pasando de las alturas de los torreones a los suelos, por donde pisan los muchos zapatos que actualmente confeccionan, principalmente para el segmento infantil, sagas familiares casi al completo.
CARLOS I CONCEDIÓ A VILLENA EN 1525 EL TÍTULO DE CIUDAD PORQUE LOS VILLENENSES “HAN SIDO SIEMPRE MUY LEALES A NUESTRA CORONA REAL”
El castillo de la Atalaya es, de los dos que citábamos al principio, el que mantiene su apariencia de impresionante fortaleza almohade de finales del siglo XII. La vista panorámica desde alguna parte más alta de la sierra de La Villa –por ejemplo, desde donde están los restos del otro castillo, el de Salvatierra– devuelve la foto clásica de población crecida en torno a una elevación con posibilidades defensivas, en cuya cumbre se construye la fortificación que puede proporcionar refugio, en caso necesario, a quienes viven en su entorno, en este caso, el Rabal. La historia del castillo, en fin, habla de conquistas y reconquistas, incluso de alguna visita de El Campeador, de resistencias y de una de las muchas atrocidades que cometieron las tropas napoleónicas cuando se intentaron quedar en España.
CONSTANZA DE ARAGÓN, PROMETIDA A LOS SEIS AÑOS CON DON JUAN MANUEL –AUTOR DE ‘EL CONDE LUCANOR’– ESTUVO RECLUIDA HASTA LOS TRECE EN EL CASTILLO DE LA ATALAYA
Pero habla también de amor… bueno: quizás solo de políticas matrimoniales más forzadas de las que ya eran habituales en la edad media. Con 21 años, y ya viudo de su primera esposa, el marqués y príncipe de Villena, Don Juan Manuel –el autor de El conde Lucanor, para entendernos– pidió y obtuvo la mano de Constanza de Aragón, de seis años, hija de Jaime II de Aragón. El matrimonio tuvo lugar cuando fue posible consumarlo, cumplidos los doce años de la niña; es decir: unos ocho años más tarde, periodo en que la criatura vivió recluida en el castillo. Nos apetece pensar, al recordar esta historia, que los vetustos muros defensivos fueron más compañeros que carceleros de la infanta.
El Teatro Chapí no puede faltar en la lista de las visitas que el viajero puede hacer en Villena. El espléndido edificio que lo alberga ahora, de principios del siglo XX, se levantó sobre otro de 1885, que ya llevaba el nombre del ilustre compositor villenense. En el capítulo de iglesias, la Arcedianal de Santiago (s. XIV), de estilo gótio-renacentista, aporta una docena de columnas helicoidales, estructura que no es fácil encontrar en edificios dedicados al culto. Pasamos hoja hacia los espacios naturales en los que alejarse de tensiones y ruido, entre los que sobresale la sierra de Las Salinas, aunque los más deportistas encontrarán un aliciente especial en las vías ferratas de la propia sierra de la Villa.
No queremos olvidarnos de otros dos museos. Empezamos por el del escultor villenense Navarro Santafé, autor, por ejemplo, del Monumento al Oso y el Madroño, en la Puerta del Sol de Madrid, o el Monumento al Caballo, en Jerez de la Frontera; también de la escultura dedicada a Ruperto Chapí, con una representación de La Revoltosa a su lado, actualmente en la entrada del Teatro Chapí. Y seguimos, como puente a nuestra siguiente página, con el Museo Festero, que recoge objetos, trajes y carteles de las fiestas de Moros y Cristianos de Villena. El final, en una tierra donde la cultura vitivinícola está omnipresente, tiene que ser de brindis con el dulce Fondillón: ese vino que ya se apreciaba en la Edad Media y que está declarado por la UE como Vino de Lujo Europeo… ¡Salud!
INFORMACIÓN
Oficina de Turismo
Plaza de Santiago, 5
Tel.: 966 150 236
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https://turismovillena.com/
ALOJAMIENTO
Hotel Restaurante Salvadora
Avda. de la Constitución, 102
Tel.: 965 800 950
[email protected]
http://www.hotelsalvadora.com/
Nomading Camp (hotel burbuja)
Cabezo de la Virgen, 60 (Las Virtudes)
Tel.: 699 797 934
[email protected]
https://www.nomadingcamp.com
RESTAURANTES Y TAPEO
Mesón la Despensa
Cervantes, 27
Tel.: 96 580 83 37
www.mesonladespensa.com
El Refugio de la Cerveza
Pl. Maestros hermanos Sánchez Griñan, 4
Tel.: 636 975 940
www.elsalondelacerveza.es
AUROCH
Cap. Postigo, 6
Tel.: 966 939 422
[email protected]
https://aurochrestaurante.es/










PARA NO PERDERSE
Historia de Villena: desde la Prehistoria hasta el siglo XVIII.
José María Soler García.
M. I. Ayuntamiento de Villena y Fundación Municipal José María Soler (2006)
Origen y evolución de las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena.
Varios autores.
Junta Central de Fiestas de Moros y Cristianos de Villena
Fiestas del Medievo.
Web informativa.
Asociación de Vecinos del Rabal.
FIESTAS DE MOROS Y CRISTIANOS
Villena, 4 al 9 de septiembre de 2025
Digamos, para empezar, que si el viajero no puede acercarse a Villena en 2025, tranquilo porque habrá más ocasiones para disfrutar sus fiestas de Moros y Cristianos. Al fin y al cabo, los villenenses llevan celebrándolas desde que en 1474 adoptaron como patrona a la Virgen de las Virtudes, a quien se encomendaron para que librase de la peste.
Dicen sus organizadores que las de Villena son, entre las fiestas de esta categoría, las más participativas que existen. Las catorce comparsas que copan esos días las calle, siete por cada bando, son una eclosión de colorido, imaginación, música… ¡y disparos de arcabuz! De esto último se encarga la denominada soldadesca, que es como popularmente se conoció a la Milicia del Reino creada por Felipe II, que ya en 1638 escoltaba a la patrona. De hecho, puede que la actual celebración sea la fusión de las primeras manifestaciones medievales con los honores militares de dicha milicia.
Son días en los que se revive todo un mundo de tradiciones, historias, leyendas y emociones, que los desfiles de La Entrada y la Cabalgata, las Embajadas y Guerrilas o La Conversión del Moro dejan en el ambiente.

