Hackeo a la educación

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‘HACKEO’ A LA EDUCACIÓN

Los asaltos a centros educativos no son algo anecdótico, obra de un francotirador del ciberespacio. Forman parte de un bombardeo a muchos sectores

El sector educativo está entre los tres objetivos preferidos de los piratas informáticos. La inmersión en el mundo digital de escuelas y universidades durante la pandemia las ha expuesto más a sus ataques. El gran número de datos que manejan es un gran botín de los hackers.

@Gabrielcruztv

La imagen que tenemos de un pirata informático que ataca a una universidad es la de un joven con capucha o gorro de lana, aunque esté calentito en su habitación.  En su monitor se suceden infinidad de números verdes fluorescentes hasta que le aparece el mensaje: “acceso permitido”. Accede a la base de datos de la universidad y cambia sus calificaciones. Bien.. pues nada más lejos de la realidad.

Los asaltos a centros educativos no son algo anecdótico obra de un francotirador del ciberespacio. Forman parte de un bombardeo a muchos sectores. Sin embargo, cuando una “bomba” , en forma de email pernicioso, revienta en una organización educativa, la explosión es en cadena por el alto número de usuarios a los que alcanza. Además la educación tiene una gran superficie de exposición a los ataques por  su gran interconexión para recibir clases online o por su número de redes wifi públicas.

Los estudios son diversos pero coinciden. El de Ciberamenazas 2021 de SonicWall, una empresa de seguridad informática con más de 1,1 millones de sensores repartidos por 215 países, señala que los ataques a gobiernos se han multiplicado por nueve, al sector educativo y sanidad prácticamente por seis. Otro estudios también de empresas de ciberseguridad como SecurityHQ o Check Point Research (CPR)  coinciden en que la educación está entre los tres sectores más ciberatacados. 

¿ El objetivo  es la educación?

Presentar a Marta Beltrán es difícil o bien porque  su currículum es muy largo:  ingeniería electrónica, licenciada en Físicas, doctora en Informática, etc. o porque estudia sobre áreas poco comunes para el resto de los mortales: “sistemas distributivos, seguridad en Cloud, Edge, gestión de identidades y accesos, etc.”  Pero es de las más adecuada para hablar de  ciberataques a centros educativos: es profesora y coordina el Grado en Ingeniería de la Ciberseguridad en la Universidad Rey Juan Carlos.

 


LA EDUCACIÓN TIENE UNA GRAN EXPOSICIÓN A LOS ATAQUES POR SU INTERCONEXIÓN PARA RECIBIR CLASES ‘ONLINE’ O POR SU NÚMERO DE REDES WIFI PÚBLICAS

 

“Los ataques no se dan porque los piratas tengan especial manía  a la educación sino por su alto grado de digitalización”. ¿Por qué hay tan pocos ataques en la administración de justicia? “Porque todavía siguen con papel. En cambio, en la universidad hay miles de alumnos  conectados, sobre todo después de la pandemia que nos trasladó completamente al mundo digital. Por probabilidad hay más posibilidades de éxito. Basta que un profesor/alumno se infecte de un virus y, si no hay la seguridad suficiente, caigan miles” , señala.

“Tenemos tus datos”

La mayor parte de los ataques son ransomware o “secuestro de datos”. Se trata de un software malicioso que cifra todos los archivos y piden un rescate a cambio de descifrárselo para que pueda volver  a trabajar. Pero todo puede ir a peor, como señala Beltrán: “desde hace medio año a este chantaje se suma otro: si no pagan filtrarán todos los datos en internet”.

Es decir, aumentan la tensión en la víctima. Por un lado, por no poder trabajar al  bloquear  miles de historiales académicos, clases…y por otro, la fuga de datos supone un daño reputacional grave. Lo primero, se puede resolver si se han hecho copias de seguridad de los archivos.  Pero en la fuga de datos no hay subsanación posible y es denunciable por alumnos o pacientes, si es un hospital.  En España hay obligación de notificar una brecha se seguridad con fuga de datos personales antes de 72 horas a la Agencia Española de Protección de Datos. A continuación se le hace un examen  para cerciorarse de que tenía las medidas adecuadas para proteger los datos según la ley (Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) 2016/679 y Directiva (UE) 2016/1148). A partir de ahí,   si concluyen que esa brecha de seguridad era inevitable no habría sanción pero si se descubre que no se tomaron las medidas adecuadas se multaría. Ahora bien, si no hay fuga de datos privados no hay obligación para una empresa privada de comunicar un ciberataque, por lo que muchos de estos no nos enteramos. 

 ¿Pagar el chantaje?

Hay algo que no cuadra. Una institución pública no puede pagar un chantaje a un delincuente  entonces: ¿qué sentido tiene atacar a una organización educativa si saben que no conseguirán dinero? Beltrán lanza tres claves :

Primero, porque el ataque se lanzó  de forma indiscriminada. Por ejemplo, en una campaña de  tres millones de correos fraudulentos es muy probable que uno de ellos acabe en una cuenta de un alumno o profesor porque son miles. Con que uno de ellos funcione puede contaminar al resto.  No es un ataque dirigido, fue probabilidad.

Segundo, el criminal que puede estar en un lejano país no sabe que la mayoría de universidades en España son públicas y que no pagarán. Pero lo lanza creyendo que se pueden comportar como una privada, como son la mayoría en EE.UU, que son autónomas para pagar o no un rescate.

Tercero, esta vez sí, el criminal busca el ataque concreto contra una universidad que sabe que no pagará por el rescate de sus datos. Pero lo comete para conseguir prestigio o también por interés político o estratégico para dañar la imagen de una universidad reconocida, por ejemplo.

 


EN ESPAÑA HAY OBLIGACIÓN DE NOTIFICAR UNA BRECHA DE SEGURIDAD CON FUGA DE DATOS PERSONALES ANTES DE 72 HORAS A LA AGENCIA ESPAÑOLA DE PROTECCIÓN DE DATOS

 

El ciberataque a la Autónoma

Fue el último y más importante contra una institución educativa en España. Ocurrió el 11 de octubre y aún tres meses después se notan sus efectos. Nos enteramos del ataque por los propios usuarios.  Anuló 1.200 servidores, 10.000 ordenadores y afectó a más de 50.000 usuarios entre alumnos y empleados. El tipo de ataque fue un  ransomware que encriptó los datos y solicitaba dinero para volver a hacerlos accesibles. La UAB ha negado pagar el rescate. Sin embargo, ha tenido que recibir una ayuda de casi 4 millones de euros para volver a la normalidad y garantizar su seguridad.  Si este es solo el coste para una universidad, a nivel mundial es difícil  imaginar el de todos ellos. Aún así, algunos medios especializados como  “Cybersecurity Ventures” señalan que el coste de todos los ciberataques en el mundo, no solo educación, es de cinco billones de euros.

 Sin embargo, pese a que la educación recibe muchos asaltos informáticos, Luis Blanco, jefe de tecnologías de la Información de la Universidad de Comillas, que apuesta fuerte por la seguridad, apunta a que  “de las 72 universidades, diría que un 50% está preocupado por la seguridad y tomando medidas, y el otro 50% está expectante a ver qué hace el resto”. Es decir, parece que se hace más bien poco. De hecho, no hay medidas estandarizadas entre universidades,  cada una se protege como quiere o puede.  Ahora bien, su título no corre peligro. Lo habitual es que el acceso a la información más importante (titulaciones, expedientes, etc.) tenga doble autentificación y cuentan con hasta cuádruple copia de seguridad. Pero como siempre la seguridad no existe al 100% . Por si acaso, no quite el diploma que tiene colgado.

AQUÍ HAY TRABAJO (Y MUCHO)

El mayor problema de las redes es la falta de profesionales bien formados. Así, según los datos de noviembre de 2021 del INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad) en Europa no se cubren 168.000 puestos en ciberseguridad, cifra que asciende a 3,1 millones a nivel mundial. Antes de dejar corriendo la revista y apuntarse a un curso. En esta dirección… tiene los centros reglados. 

¿Somos una potencia en ciberseguridad?

España tiene varios organismos que se encargan de la seguridad digital: el Consejo Nacional de Ciberseguridad, el Foro Nacional de Ciberseguridad, el Centro Criptológico Nacional , el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), etc. Además, somos el cuarto país más ciberseguro según el Global Cibersecurity Index de 2020, el principal informe sobre ciberseguridad internacional de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo dependiente de Nacionales Unidas. Sin embargo, nuestro país quedó fuera de la reunión virtual que convocó EE.UU. en octubre y que reunió a 30 naciones para coordinarse frente a los ciberataques.  Nos dejaron fuera como a Rusia, y eso que en nuestro país no hay hackers organizados.

Suspenso en protección

Eduardo Brenes (en Twitter @BrenesEdu) es jefe de la división ibérica de Sonic Wall, empresa estadounidense de ciberseguridad.  Viendo los fallos que han detectado en el sector educativo es fácil el remedio: hacer lo contrario. Según sus datos el 63% de las escuelas no revisan los permisos de forma regular; el 22% no sabe cómo se otorgan los derechos de acceso e incluso el 24% otorgó acceso directo a toda solicitud.  Sólo el 18% de las instituciones educativas tiene un profesional de ciberseguridad dedicado a tiempo completo.

Internet también contamina

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INTERNET
TAMBIÉN
CONTAMINA

Que no salga humo no significa que no contamine. Lo que sucede es que la “chimenea” está lejos de su casa, concretamente allí donde están los servidores que albergan el contenido. Se calcula que el sector de las tecnologías de la información produce el 2,5% de CO2 de las emisiones mundiales, superior al de la aviación comercial con un 2%.
GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv

Calculadoras de carbono.

Para saber cuál es la huella que deja desde nuestra empresa a una explotación agrícola e incluso un ayuntamiento, el Ministerio de Transición Ecológica dispone de una calculadora. Otras empresas privadas también lo hacen y a cambio piden aportaciones para sus proyectos de reforestación con el fin de neutralizar esa huella de carbono.

¿Cuándo fue la última vez que consultó una palabra en un diccionario de papel?

No se trata de regresar a tiempos pretéritos. Contamina menos una videoconferencia que viajar todos sus participantes a un lugar común. Incluso conocí a un dirigente ecologista que estaba en contra de los vehículos eléctricos porque las micropartículas de los neumáticos contaminaban (¿pensaría moverse a caballo?). En cualquier caso, se trata de ser conscientes de que también internet contamina para poner soluciones. 

Un dato muy extendido y muy gráfico lo calculó Rabih Bashroush, profesor de infraestructuras digitales de la escuela de la Universidad Este de Londres. Según este ingeniero los cinco mil millones de veces que se reprodujo por internet el video musical de la canción Despacito, el éxito de 2017, consumió 250.000 toneladas de dióxido de carbono en solo un año. Es el equivalente a lo que consumieron Chad, Guinea-Bissau, Somalia y Sierra Leona.

Netflix reconoce que ver una hora en España provoca una emisión de 55 gramos de CO2, como si hiciera cuatro bolsas de palomitas en un microondas. A esto se suman la ingente producción de redes sociales (Tik Tok, etc. ) que generan contenidos sin parar. 

Nubes negras

Billones de archivos o cientos de miles de películas, a los que se conecta a través de internet, están en un lugar físico. Son los servidores conocidos como la “nube”. Aunque su nombre evoque algo etéreo y neutro consume una gran electricidad. Nosotros visitamos una en Alcobendas (Madrid). Para empezar, no son blancas sino enormes pasillos negros llenos de discos duros funcionando sin parar. Hay mucho ruido de los ventiladores del sistema de refrigeración que evitan que los discos duros colapsen por el propio calor que generan en su funcionamiento. Consumen tanta energía, que en caso de corte de suministro funcionarían generadores de barco para abastecerles de electricidad.  Sobre esto tenemos un claro ejemplo de ese interés del que hablábamos al principio por buscar soluciones: el proyecto Natlick de Microsoft, que ha comprobado que sumergiendo sus centros de datos en el mar del Norte en Escocia se reduciría al máximo su consumo de energía para refrigerarlos.

 


Un estudio de la Universidad de Cambridge calculó que la red Bitcoin consume anualmente la misma energía que Noruega

 

Todo deja huella

Si bien las estadísticas son dispares, coinciden en que el consumo energético de internet genera más contaminación que la aviación mundial, ya que algunos expertos incluyen la contaminación que provoca la extracción de minerales para componentes, su fabricación y transporte.  Es decir, aunque no nos conectemos ya se ha creado una huella ecológica. Así, hay cálculos que apuntan a que para que un ebook sea más “ecológico” que un libro de papel tendríamos que leer 33 obras digitales de 360 páginas cada una.  Otros cómputos aseguran que un correo electrónico de una lectura de un minuto equivale a unos 3 gramos de CO2 si lo enviamos por el móvil, pero si es por el ordenador, que consume más, supondría 5 gramos.

Aunque lo que de verdad llama la atención es el caso de las criptomonedas, lo que para algunos es una estafa piramidal para otros es una oportunidad de especulación basada en la minería de datos. Es decir, en tener miles de ordenadores trabajando sin descanso para descifrar los códigos en los que se basa el sistema. El 70% de estas granjas se encuentran en China, otra cruz más para el país más contaminante del mundo. Un estudio de la Universidad de Cambridge calculó que la red Bitcoin consume anualmente la misma energía que Noruega. El consumo anual de electricidad usado en la extracción de monedas digitales es de alrededor de 66 Terabatio hora TWh por año, una cuarta parte del consumo anual de España. A esto súmele productos de lo más variados. Por ejemplo, el arte criptográfico o NFT que hace único a través de un código un video o foto digital del que en realidad se pueden hacer copias. La desconfianza es la misma que con las criptomonedas, pero da igual, genera dinero que es lo importante.

Lo que está claro es que conforme aumentan los beneficios de una empresa digital crece su huella ecológica. Greenpeace en su informe sobre contaminación en internet (Clicking  Clean 2017, aún no ha publicado uno más actualizado) señala que Amazon  solo usaba un 17% de energía renovable, Youtube un 54% y Facebook un 60% .

Ahora surgen empresas certificadoras especializadas en otorgar sellos de neutralidad de carbono a páginas web. Lo entregan a cambio de invertir en proyectos de deforestación en los que por ejemplo se entrega 9,75 euros por cada tonelada de dióxido de carbono producida. Lo que nos llama la atención es que al pinchar en algunos de esos certificados descubrimos que las entidades que lo otorgan son empresas de marketing y comunicación. Todo es negocio. 

Nomofobia: no sin mi móvil

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Nomofobia: no sin mi móvil

Para comprobar si está “enganchado” a su smartphone es necesario ser sincero. ¿Tiene insomnio? ¿Ansiedad y estrés inexplicable? ¿Se vuelve violento si se lo quitan? ¿Padece un vacío permanente cuando no lo tiene? Si suma muchos síes, en este reportaje sabrá lo que le sucede. O podrá orientar a alguien de su entorno. Porque según las estadísticas es una de las adicciones actuales más frecuentes.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv

Fue en 2004 cuando hice el reportaje. Entonces me tomaron por alarmista, y al psiquiatra que entrevisté, Blas Bombín, de Valladolid, de exagerado. Apenas quince años después la “adicción al móvil” es habitual en la prensa, incluso hay clínicas psicológicas especialistas en su desintoxicación. El trastorno tiene denominación propia: nomofobia, la abreviatura, en inglés, de “no-mobile-phone phobia”. Es decir, miedo a quedarse sin móvil, desconectado.

Se da una confusión al convertir en sinónimos la nomofobia (miedo a quedarse sin teléfono) con la adicción al móvil (estar constantemente con él). Hay un tercer trastorno unido a estos dispositivos, la textaphrenia: la ansiedad de pensar que ha llegado un mensaje cuando no es así o las “vibraciones fantasmas”, la sensación de que su teléfono le envía una notificación cuando no lo hace.

El caso es que por su cercanía conceptual la nomofobia está absorbiendo el significado de adicción al móvil. Y ¿en qué consiste este problema? En el fondo hablamos de adicción a las redes sociales; el móvil es solo su vía de consumo. Un alcohólico no es adicto a la botella sino al alcohol que contiene.

Hay varias estadísticas sobre el tema. La consultora Ditrentia, extrapolando datos, señala que hay 7,6 millones de españoles que se consideran “adictos” al móvil y que “los españoles pasan 5 horas y 14 minutos diarios conectados a internet”. La ONG Protégeles señala que el 21% de los adolescentes españoles es adicto a la Red, casi el doble que la media europea. Entre tanto dato, quizá el estudio más concluyente sea el de Ana León y Mónica Gutiérrez, de la Universidad de Internacional de La Rioja. En 2020 analizaron los 108 estudios científicos publicados desde 2010 a 2019 sobre el tema. Su dictamen muestra la disparidad de conclusiones: las personas en riesgo de nomofobia podrían variar desde el 13% hasta el 79% y los que la padecen entre un 6% y 73%. Es decir, casi 60 puntos de diferencia según cada estudio. Al menos, encontraron un punto en común entre todos ellos, y es que las mujeres y los jóvenes tienen mayor riesgo a padecer ese miedo irracional a separarse del móvil.

Una adicción como cualquier otra. Algunos psicólogos creen que no deberíamos hablar de adicción a las redes sociales en los mismos términos que a las drogas o el juego. Aunque la mayoría los equipara. De hecho, un estudio de la Universidad Estatal de San Francisco (EE. UU.) publicado en la revista NeuroRegulation aseguraba que la adicción al móvil generaba las mismas desviaciones en las conexiones neuronales que los opiáceos. Su abstinencia también genera comportamiento agresivo. El popular juez de menores Emilio Calatayud, de Granada, ahonda en esta idea: “nos traen a los chicos porque han agredido a los padres, pero en cuanto se escarba un poco aparece la adicción a los móviles y las tabletas.”

Blas Bombín, psiquiatra, señala que el tratamiento de los adictos a las redes sociales es muy parecido al de cualquier otra sustancia. Su colega Marian Rojas Estapé lo corrobora: “se les trata con fármacos semejantes a los adictos a la cocaína”. Pero, ¿cómo es posible llegar a esa situación? “Somos adictos a sensaciones y la sensación más placentera es la de sentirse querido. Así que cada vez que hay un like o una notificación en el teléfono, se genera un chispazo en nuestro cerebro de dopamina, la hormona del placer”. Los adolescentes y niños al no tener desarrollado aún el lóbulo frontal, que es el encargado de dominar los impulsos, son los que tienen más riesgo de quedarse enganchados. Y es que esta droga sin sustancia destroza vidas. Bombín me narra el caso de un muchacho de 22 años que además de destrozar a su familia cayó en otras drogas y se acabó suicidando.

¿Y cómo conseguir tener una buena relación con su móvil? Piense que un buen trabajo es reconocido sin necesidad de que tuiteen sobre él. Elimine aplicaciones (como nos confesó una joven bachiller: “quité Instagram porque me daba ansiedad”), marque un momento del día para acceder a las redes sociales por un tiempo determinado y realice pequeñas salidas sin móvil. Verá como no se ha perdido absolutamente nada.

¿Y en Twitter qué dicen?

Si quiere información de última hora en Twitter, no busque por adictos al móvil, muchas son cuentas vacías. Mejor busque #nomofobia. Verá multitud de tweets relacionados con el tema, muchos de ellos, de psicólogos. Por ejemplo, este profesor universitario @joaquinmgc nos advierte de cuándo tenemos un problema.

 «¿Tu relación con el teléfono móvil incluye esto?

  • ansiedad
  • nerviosismo
  • usar el móvil en reuniones de amigos
  • tener siempre cerca el móvil
  • sentirse mal cuando no lo llevas
  • justificar el uso excesivo del móvil

Empieza a preocuparte. Son indicadores de #nomofobia»

 Por otro lado, esta pedagoga @NuVallejo nos recomienda:

  1. Apaga el móvil por las noches
  2. Elimina notificaciones de redes sociales
  3. Aleja el móvil cuando estés concentrado en otra tarea
  4. Planifica espacios y salidas sin el móvil

Las ventajas de las videollamadas son indiscutibles. Ahorran desplazamientos y suponen un balón de oxígeno para el medioambiente

«Metaverso»: vivir en otro mundo sin salir de este

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'Metaverso'. Vivir en otro mundo sin salir de este

¿Qué tal esquiar en los Alpes, escalar acompañado de Spiderman, jugar al fútbol con su equipo preferido o seducir a la mayor estrella de Hollywood? No le diremos eso de que “deje volar su imaginación”. Hasta eso nos parece cansado. Simplemente, póngase sus dispositivos de realidad virtual y sea lo que quiera en el metaverso: el nuevo mundo digital. También puede ser más prudente respetar las leyes físicas del mundo real y ensayar su último producto. Habrá entrado en el omniverso. Eso sí, ambos se ven, pero no se tocan.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv

Quizá la introducción le haya parecido exagerada pero casi todo es posible cuando hay dinero de por medio, y aquí lo hay. Las empresas más potentes del planeta como la red social Facebook o el mayor fabricante de procesadores Nvidia aseguran que invertirán cientos de millones de dólares en el mundo virtual paralelo. Facebook tiene su propia división de realidad virtual “Reality Labs” y está dispuesto a contratar a unas diez mil personas en Europa para desarrollar su metaverso. Gigantes de videojuegos como Epic Games gastarán mil millones de dólares en crear su universo virtual. Los gigantes tecnológicos chinos son los últimos que también se unen a la iniciativa.

Un espacio virtual. Básicamente, el metaverso es un espacio virtual donde se puede interaccionar con otras personas que también han creado su personaje, denominados avatares. ¿Que quiere ser alto y guapo? pues con unas plantillas que le proporciona la plataforma ya lo es. ¿Prefiere ser una jirafa con alas? pues lo mismo. Unas gafas de realidad virtual y unos mandos en las manos ayudan a crear la sensación inmersiva. Pero podría ir a más: en el mercado hay trajes como el tesla suit que transmite a través de sus 128 conexiones sensaciones como frío o calor, incluso hace sentir el impacto de un disparo, pero sin ese mismo dolor, claro.

La realidad virtual ha dado un paso más. Pasamos de interaccionar con una máquina a hacerlo con una multitud de personas. Es como si fuera una red social, pero con una sensación mucho más real. Tanto que en algunos metaversos, por ejemplo Roblox, se han creado clubes de striptease. No se asuste, las imágenes son bastante pobres, con un aspecto de jugadores de Lego. Todavía quedan años para que se mejore la tecnología. Aun así, varios metaversos están funcionando: Decentraland, Cryptovoxels, Somnium Space, Axie Infinity, Webaverse o Earth 2.

Además del mundo virtual lúdico, Facebook se ha decantado por una versión más productiva y ha creado Horizon Workrooms para reuniones de trabajo. Cada participante crea su réplica virtual para reuniones. A primera vista, se abren tantas opciones como tenía internet en sus comienzos. De hecho, Mark Zuckerberg, presidente de Facebook, está convencido de que se convertirá en el nuevo internet.

Quizá todo esto les recuerde a esa red social de hace varios años: ‘Second Life’ una especie de videojuego en línea que cayó en desuso… La pregunta es inevitable: ¿Está la industria tecnológica volviendo a vender humo con el metaverso? ¿Se acuerdan de la burbuja de las puntocom? Un dato para recordar: en el año 2000, Telefónica pagó 9.768 millones de euros por el buscador Lycos. Cuatro años después vendió la mayor parte de la empresa por 73 millones. Es decir, el 0,75% del precio por lo que la compró. Para algunos, el problema que tuvo Second Life fue llegar demasiado pronto a un mercado inmaduro. Faltaban avances tecnológicos como los que ahora proporcionan los equipos de realidad virtual.

Cesar Córcoles, profesor de estudios de informática de la Universidad Oberta de Catalunya, cree que se trata de una apuesta arriesgada. “Nada nos asegura que en cinco años esto sea la forma natural de comunicarnos. Es una opción. Pero lo que para nosotros es una inversión enorme, para un gigante como ellos no lo es tanto. Veo complicado que esto sea nuestra forma de interactuar. Triunfará cuando la mayoría de gente decida pasar más tiempo con unas gafas virtuales que fuera de ellas. Pero ahora no creo que la sociedad acepte vivir con un casco delante de los ojos”. Algunas fuentes señalan que actualmente son un millón los participantes activos en los diversos metaversos.

Cesar Córcoles apunta a que en el futuro seguramente “serán más millones los que pasen de un videojuego en línea a un metaverso, pero no es nada comparado con los millones de personas que tienen internet, usan móviles o abren cuentas en el propio Facebook”.

El metaverso de las empresas. 6+De todos los universos que existen, uno podría, aparentemente, tener más proyección. Es el que está orientado al mundo empresarial, como omniverse, creado por Nvidia, el fabricante más importante de microprocesadores. Aquí no se puede ser una jirafa que vuela; no queda más remedio que respetar las leyes de la física que rigen el mundo real.

Su objeto es crear un gemelo digital de nuestra fábrica para poder probar todas las modificaciones que queramos implantar (pero sin romper nada, que para eso es virtual).  El secreto está en una buena recogida de datos mediante sensores. Así se recrea una fábrica virtual idéntica a la original. Con las mismas limitaciones.

Según Nvidia, varias empresas se han lanzado a hacer sus ensayos en su metaverso. Por ejemplo, BMW prueba si sus canales de producción pueden ser más eficientes. Pero omniverso va más allá de una fábrica: Ericsson, la multinacional de telecomunicaciones, quiere ensayar sus equipos de telecomunicaciones en ciudades virtuales, y el estudio de arquitectura Foster simula el comportamiento de sus futuras construcciones. A primera vista, las ventajas parecen claras. La contrapartida está en el esfuerzo de trasladar detalladamente el comportamiento del mundo real al virtual para que estos ensayos sean lo más realistas posibles.

Cuidado con el 'metaverso' que visita

En algunos de estos universos paralelos se proponen negocios que a los más escépticos les pueden parecer un absurdo que, incluso, rozan la estafa piramidal. Casos polémicos son los de Earth 2 o Decentreland, donde se ponen a la venta parcelas de terrenos virtuales que se pagan en criptomonedas. Luego puede venderlos a terceros e intentar sacar un margen de beneficio. Parece raro pero así funciona el mercado. Si para alguien algo tiene valor y lo quiere comprar, hay negocio. Un ejemplo: se están creando mundos virtuales en los que el avatar es un jardinero y hay que estar pendiente de regar las plantas.

Y es que lo que para algunos puede ser una pérdida de tiempo, para otros es un gran negocio. De hecho, en el mundo real se puede invertir en los negocios de metaverso a través de un fondo cotizado en la Bolsa de Nueva York, el “Roundhill META ETF”. A finales de octubre, el valor de todas sus acciones era de 121 millones de dólares.

El origen del metaverso

La primera idea de metaverso o universo paralelo digital se lanzó en la novela Snow Crash de Neal Stephenson de 1992, que se convirtió en superventas.  Ambientada en Los Ángeles de principios del siglo XXI, narra la historia de un joven repartidor de pizzas que vive en una realidad paralela a través de su avatar, su otro yo virtual.

Horizon Workrooms

Es un paso más en las videoconferencias para ser más inmersivas. Cada participante crea su réplica virtual o avatar. Es aconsejable contar con un equipo de realidad virtual (gafas y puños). Como no podía ser de otra forma, Facebook fabrica las suyas: oculus quest, con un precio alrededor de los 400 euros. Los que no tengan equipo pueden participar, pero aparecerán en una pantalla plana dentro del universo, como en una videoconferencia tradicional. El sonido de reverberación da la sensación de estar delante de la persona.

«La metatrampa del metaverso», por Esther Paniagua

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ESTHER PANIAGUA, 

periodista y autora especializada en tecnología

 

La metatrampa del metaverso

www.estherpaniagua.com

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El metaverso. La idea mágica de caminar por el ciberespacio sin barreras. De experimentarlo con nuestro cuerpo: del clic a la integración del movimiento, la voz, la mirada y los gestos. Un entorno donde ya no media la pantalla, sino un visor y unos sensores que nos sumergen en una reproducción digital en 3D del mundo físico, y de cualesquiera otros mundos por imaginar.

El metaverso, multiverso, omniverso o como lo quieran llamar, es un planeta virtual con sus tiendas, bancos, cines, escuelas y parques de atracciones y de entretenimiento. Un lugar donde trabajar, crear, reunirse, socializar, jugar, bailar, viajar… pero, sobre todo, un lugar donde consumir y donde comprar. Todo ello sin moverse del sofá. Un nuevo reino de reinos en el que múltiples corporaciones (Facebook o Meta, Nvidia, Microsoft, Epic Games, Google, Apple, Fortnite…) compiten por reinar.

Ninguna de ellas construirá por sí sola el metaverso, o al menos no uno que funcione como tal. En un entorno digital amurallado no puede haber libre movimiento, que es condición necesaria para una experiencia de inmersión real sin fricciones. Un entorno digital hipercentralizado como el actual no es terreno para ese universo, por lo que al menos en sus comienzos será un campo abierto.

Sin embargo, por lo que sabemos y por cómo hemos visto actuar a las empresas que dominan el espacio digital, es esperable que quieran afianzar su dominio cerrando ese espacio, una vez el metaverso sea un entorno consolidado. A ello aspiran: a ser los dueños de la galaxia digital. O, al menos, de uno de los planetas de ese universo del más allá virtual. La gran oportunidad de convertirse en poder supremo. El sueño totalitario.

Es también el sueño de la eficiencia. Por una parte, en el ámbito industrial y corporativo, con la generación virtual de réplicas de los productos y componentes antes de crearlos, y la posibilidad de hacer seguimiento y predicciones. Son los ‘gemelos digitales’, que pueden ayudar a las organizaciones a simular escenarios que requerirían mucho tiempo o serían caros de probar en entornos físicos. Y también -dicen- ahorrar mucho dinero y CO2.

Por otra parte, conecta con el anhelo humano de la inmortalidad. Como dice Sara Lumbreras en Respuestas al transhumanismo, la virtualización de la vida representa la eficiencia frente a un cuerpo biológico que requiere sustento. El metaverso confina la existencia humana a una representación, aunque de momento sin desaparecer los límites biológicos. Si algún día se lograse descargar nuestro cerebro en un sustrato digital, como intentan transhumanistas como Elonk Musk, toda nuestra ‘vida’ sucedería dentro de una simulación. ¿Es eso lo que queremos?

Incluso sin llegar a ese extremo, con una versión más rudimentaria del metaverso, existe el riesgo de que este resulte tan atractivo que las personas quieran trasladar la totalidad de sus vidas a ese mundo virtual. ¿Qué supondría eso para la humanidad? ¿Cómo afectaría al desarrollo de los niños?

Poco importa eso al puñado de empresas de Silicon Valley que se han propuesto presentar el metaverso como algo inevitable y asociado al progreso: «la tercera generación de internet». El metaverso -dicen- «va a ser la revolución más grande en plataformas informáticas que el mundo haya visto: más que la revolución móvil y que la revolución web». Algo que seguirán repitiendo hasta la saciedad para generar un entorno favorable al desarrollo de ese universo virtual tan conveniente para sus negocios.

Por supuesto, en ese mundo no solo seguirán presentes todos los problemas asociados a nuestras vidas conectadas, sino que muchos de ellos, como el de la adicción a internet, se exacerbarán. «El metaverso es una pesadilla distópica», dice John Hanke, fundador y director general de Niantic (la empresa creadora de Pokémon GO).

Las violaciones sistemáticas de la privacidad y los derechos humanos continuarán y se agravarán. Los ciberataques aumentarán (desde avatares pirateados hasta estafadores que suplanten otras identidades mediante tecnologías de falsificación hiperrealista o deepfakes). Los ciberdelincuentes aprovecharán las vulnerabilidades de esos mundos emergentes, y se requerirán nuevas tecnologías y protocolos para tratar de hacerles frente.

Muchos problemas de la digitalización y de la automatización vienen de que estamos trasladando a lo digital las mismas estructuras y procesos que sabemos que no funcionan, en lugar de aprovechar para repensarlos: para desburocratizar, para mejorar los servicios públicos y privados, para facilitar la participación democrática y el acceso.

En lugar de pensar en llevar el mundo virtual que conocemos a un siguiente nivel, reproduciendo y perpetuando sus lacras, debemos centrarnos en arreglarlo primero: en hacer que funcione para todo el mundo, en construir espacios democráticos, cívicos y saludables basados en el respeto a los derechos humanos.

Si queremos apostar por ese mundo virtual y que funcione para todo el mundo, ha de ser con reglas dirigidas a evitar que unas pocas grandes empresas centralicen el sistema -como ha pasado hasta ahora con los recursos de internet- y que basen su modelo de negocio en la extracción y explotación de nuestros datos más íntimos.

Para eso necesitamos reglas claras y valores guía que nos ayuden a no perder el rumbo en la construcción de esos mundos. Pero hay un paso previo: pensar si realmente queremos desarrollarlos y si estaríamos dispuestos a vivir en ellos. De momento, el metaverso es una broma, una diversión mediática sobre algo que está por venir. Pero mañana, sin darnos cuenta, puede convertirse en una realidad de la que queramos huir.

Dímelo a la cara

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Dímelo a la cara

Las videoconferencias fueron la gran solución para superar el distanciamiento provocado por las restricciones de la pandemia. Tras el entusiasmo de su llegada llegó el cansancio de su uso continuo. Después de más de un año como herramienta diaria de trabajo, ¿frenaremos un poco? Videoconferencias sí, pero para algunos asuntos “mejor quedamos y me lo cuentas”.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv

Era una reunión de “lluvia de ideas» en la que participaba para la elaboración de un documental. Tras media hora de videoconferencia el productor sugirió: “esto no funciona. ¿Os parece bien si nos vemos físicamente y lo zanjamos? Creo que va a ser más productivo”. Finalmente, no nos citamos porque había algún participante con síntomas de covid. El caso es que, como asegura el estudio Cybersecurity in the Age of Coronavirus realizado por la empresa informática Twingate en junio de 2020, parece que se nos ha ido la mano con lo de las videollamadas. Su encuesta, entre más de mil empleados, señala que el 45% de ellos asistió a más reuniones durante la pandemia que cuando trabajaba en la oficina. Otro de estos estudios es Collaborating During Coronavirus: The Impact Of Covid-19 on the Nature of Work (“Colaboración durante el coronavirus: el impacto de COVID-19 en la naturaleza del trabajo”) de Harvard Business School. Lo que nos dicen estudios como este, es que, pese a que aumentan las reuniones, éstas son más cortas. Es decir, que en muchos casos se podrían haber resuelto simplemente con un correo electrónico o una llamada. Contrastando en más publicaciones científicas todas inciden en que han aumentado las reuniones al ser por videoconferencia. Hasta ahí nada nuevo. ¿Qué esperaban con una pandemia a la salida de casa? Ahora bien, el que sean tan habituales ha tenido un efecto curioso: una gran mayoría de los trabajadores se sienten fatigados y agotados tras sus reuniones virtuales. En este sentido, el Laboratorio Virtual de Interacción Humana de la Universidad de Stanford (¿Qué pasará en esta universidad, que aparece en tantos estudios?) señala que la fatiga de las videollamadas se produce porque al estar mirándonos cara a cara, a pocos centímetros, y durante mucho tiempo, el cerebro lo percibe de forma agresiva. Aunque suceda a través de una pantalla. Es decir, a nadie le gusta tener a su jefe mirándole permanentemente. Es estresante. Además, hay que tener los ojos puestos en la pantalla ya que de no hacerlo parece que no se está prestando atención. Por tanto, la sensación que percibe el cerebro es que todo el mundo nos está mirando, incluso en los momentos en los que no se habla. Por el contrario, en una reunión presencial el no hablar es un momento de relajación. Por eso, uno de los consejos para evitar esta fatiga es hacer nuestra pantalla más pequeña o alejar lo más posible la cámara de nosotros. ¿Llegan los locos 20?
De momento, ha pasado un año y medio, y no sé usted, pero por mi parte no he visto ese desenfreno de esa histórica década un siglo atrás. Pero como señala Nicholas Christakis, catedrático de Sociología y de Medicina en Yale, “llegan los locos años 20. La gente empezará a gastar dinero y vendrá el desenfreno. Aumentará la intensidad de las relaciones sociales”. En esto, las videollamadas tienen poco que hacer. Este es un formato rígido, se pierde espontaneidad ya que la interrupción, aun siendo respetuosa, provoca que ninguno de los dos se oiga. Son muy útiles para una reunión programada, pero si es necesaria pasión y energía, esta no fluye por mucha fibra óptica que tengamos. De la misma forma que no es lo mismo escuchar en casa un disco que ir a un concierto o ver un partido de fútbol que ir al estadio. Por mucho que en su equipo de música o en la pantalla de alta definición de su televisión pueda apreciar muy bien los detalles. Las ventajas de las videollamadas son indiscutibles, ahorran los desplazamientos y suponen un balón de oxígeno para el medioambiente. Telefónica calculó que sólo durante los tres meses de confinamiento en 2020 se evitó en España la emisión de más de 2,2 millones de toneladas de dióxido de carbono, el equivalente a plantar un bosque de 36 millones de árboles. Pero ojo, que también las videollamadas tienen su huella ecológica; aquí nadie se libra. Es infinitamente menor que el desplazamiento, pero se produce por su consumo eléctrico tal y como señala el estudio The overlooked environmental footprint of increasing Internet use, de la universidad de Yale. Para evitar tanto gasto, si no es imprescindible, apague la cámara: el consumo bajará. Ya tiene la excusa perfecta por si no se quiere estresar con su interlocutor mirándole a la cara. Y si no, siempre podrá decir: “mejor en persona”.

Las ventajas de las videollamadas son indiscutibles. Ahorran desplazamientos y suponen un balón de oxígeno para el medioambiente

Plataforma para videollamadas

Todas estas son gratuitas en sus funciones básicas y son suficientes para mantener una reunión con un grupo numeroso de personas. Las ampliaciones de pago varían en función de los participantes, duración de las llamadas y grabación.

ZOOM. Quizá es la plataforma de referencia. Tiene un límite de 40 minutos para reuniones de tres hasta las 100 personas. La versión de pago llega a las mil.

SKYPE. Aunque fue de las primeras que comenzó, su mayor problema era que había que crearse una cuenta para poder hablar. Finalmente, esta opción fue eliminada por el Skype Meet Now.

GOOGLE HANGOUTS. Al pertenecer a Google está sincronizado con el correo de gmail.

MICROSOFT TEAMS.  La más popular de todas. La versión de pago permite reuniones de hasta 24 horas, pero teniendo la gratuita de una hora. ¿Necesita más?

«Médicos ingenieros e ingenieros médicos», por Esther Esteban

LA @

 
ESTHER ESTEBAN, periodista
 


Médicos ingenieros e ingenieros médicos

estherestebanh

Mi sobrina Eva Esteban Velasco, ingeniera de telecomunicaciones, -que estudió su Carrera primero en el Reino Unido en la Universidad de Surrey y luego en Nueva York en la Universidad de Cornell- tuvo muy claro desde el principio que su especialidad sería la aplicación de su carrera a la medicina y la salud. Hizo sus prácticas en General Electric, donde trabajó en varios software para aparatos de electromedicina, y en concreto diseñaba programas de ordenador para detectar automáticamente diagnósticos a partir de radiografías del cerebro.

Ella se especializó en las personas con Alzheimer, porque su abuela Carmen padece esa enfermedad y quería averiguar el desarrollo que pueda tener la maldita dolencia a través de algoritmos. También en la misma empresa utilizó realidad virtual para hacer una aplicación de cara a enseñar a estudiantes de medicina, cosa que ahora ya hacen muchas compañías.

Como trabajo fin de máster, hace apenas dos años, Eva nos sorprendió a todos diseñando una especie de casco con sensores que captaban las señales cerebrales y, con ellas conectadas a un programa de un ordenador, solo con el pensamiento podía hacer pequeñas acciones. Su idea final era conseguir, por ejemplo, que los parapléjicos pudieran manejar una silla de ruedas solo con pensar en hacerlo, dando órdenes a la silla a través del casco y las señales cerebrales. Como es lógico ella lo hizo de manera rudimentaria: compró unas piezas de un juguete que se vendían para la realidad virtual y cuando consiguió mover pequeñas cosas solo pensando en hacerlo, a mí me pareció algo increíble, mágico. Me dejó impresionada porque nos hizo visualizar, de repente, una realidad que ya intuíamos, que nos situaba en un futuro esperanzador y sobre lo que muchos investigadores de todas las especialidades llevan avanzando hace años.

 

A nadie se le escapa que en el futuro, o mejor dicho casi ya en el presente, el sector sanitario será “inteligente”. El avance digital, ya imparable en todo el mundo, ha obligado a las facultades de Medicina en España a incluir una pincelada de tecnología puntera: desde la robótica hasta la impresión en 3D, pasando por el uso de la realidad virtual y la telemedicina.

 

A partir de ahora el reto es formar a los médicos y sanitarios del futuro para que, con la ayuda de las tecnologías digitales, puedan mejorar nuestra salud y calidad de vida en temas tan variopintos como la diabetes, el Alzheimer, el envejecimiento de la población, los problemas de salud mental y un larguísimo etcétera que incluye prácticamente todo lo referido al cuerpo humano. El campo es amplísimo porque es muy probable que cualquier desarrollo e innovación tecnológica con potencial aplicación en el ámbito clínico pueda ser adaptada.

En los próximos años los estudiantes de medicina y de todo el sector sanitario serán formados en el conocimiento de aparatos conectados a los humanos (internet de las cosas), el uso de análisis de información, tanto para la gestión hospitalaria como para la investigación (big data) y la inteligencia artificial (el uso de algoritmos que ayuden a tomar decisiones sobre algún diagnóstico, por ejemplo). Así lo ha advertido el informe El futuro de los trabajos, publicado por el Foro Económico Mundial, que es una excelente plataforma de divulgación.

 

Otro de los avances significativos de la medicina del futuro será sin duda el desarrollo de implantes biónicos. A través de la nanotecnología y la tecnología microscópica, el cuerpo humano podrá ser monitoreado en todo momento para medir sus funciones con el fin de estar más alerta frente a posibles situaciones de riesgo.

De hecho mi sobrina -que fue contratada por la empresa americana OpenBCI, precisamente por su proyecto fin de máster- trabaja ahora en un sistema muy sofisticado para dar órdenes con el pensamiento. Ellos fabrican un producto de nombre Galea: desarrollan el software , los sensores y todo lo necesario para instalarlo bien en un casco, bien en unas gafas de realidad virtual, y manejarlo como si fueran los controles. Galea es un sistema integrado con realidad virtual o realidad aumentada que incorpora sensores para leer actividad cerebral, ocular, muscular, cardiaca, y de la sudoración de la piel. Esta empresa, de hecho, ofrece gratuitamente el software para que las universidades, los hospitales, o los médicos puedan utilizarlo.

En España ese software se está empleando para desarrollar aplicaciones de ayuda a los parapléjicos, mover un exoesqueleto, una máquina, o por ejemplo, con el movimiento de los ojos apuntar a una pantalla de un ordenador. Estos ingenieros y estas empresas son por decirlo de alguna manera, los facilitadores, es decir, no hacen proyectos de medicina ni de salud directamente, sino que fabrican los instrumentos que permiten manejar distintos aparatos con las ondas cerebrales.

Se ha dicho y es cierto que la medicina y los avances tecnológicos suelen ir de la mano, lo que ha permitido transformar estos sectores a través de la Inteligencia Artificial, Big Data o Internet de las cosas. Cada vez con más frecuencia veremos a ingenieros dando clases en la Universidad de Medicina y, de hecho, este campo abre muchas y muy amplias posibilidades laborales a medio y largo plazo. Sin duda habrá médicos que sean ingenieros e ingenieros que sean médicos, dos disciplinas que antaño hubieran tenido un maridaje imposible.

Otra derivada muy interesante es cómo se utiliza la realidad virtual para ayudar a ver zonas del cuerpo humano que, de otro modo, sería imposible observar si no fuera a través de una disección. Los alumnos de medicina pueden estudiar y practicar con detalles muy minuciosos cualquier zona del cuerpo humano y crear escenarios casi reales en intervenciones quirúrgicas, por ejemplo, lo cual de cara a la formación ya es algo fundamental. Sea como fuere la realidad es que el sector sanitario no solo será en un futuro plenamente digital: es que ya lo es. El futuro ya está aquí.

Lo paras o lo pasas

LA @

Lo paras o lo pasas

A veces la vida son decisiones. “Sí” o “no”, sin puntos medios. Puede que en su móvil reciba imágenes violentas o íntimas de alguien que conozca. Lo que haga con ellas puede convertirse en una de las cosas más importantes en la vida de esa persona. Reenviar y contribuir con un empujoncito más a arruinar su autoestima o denunciar y frenar esa difusión. El canal prioritario de la Agencia de Protección de Datos es el sitio adecuado para plantar cara a esa humillación.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv

Verónica tenía 27 años cuando grabó un video sexual con el que entonces era su novio. Cinco años después, como si esa grabación fuera una bestia que espera agazapada su oportunidad, saltó del olvido. Verónica ya tenía 32 años, estaba casada con otro hombre y era madre de dos niños. Era operaria de una fábrica de camiones en San Fernando de Henares, Madrid, con unos 2.500 empleados. En mayo de 2019 esa grabación íntima circuló entre todos ellos. Días después, Verónica se quitó la vida. La Inspección de Trabajo cerró el caso asegurando que «el problema de la trabajadora no se encontraba tanto en el entorno laboral, sino en el personal» porque lo que le preocupaba era que esas imágenes llegaran a «su entorno familiar y más concretamente a su marido». A esto se suma que el juzgado de instrucción número 5 de Alcalá de Henares que investigaba el caso lo archivó por «falta de autor conocido» del delito de descubrimiento y revelación de secretos. Es decir, pasó todo, pero a nadie le pasó nada. Y nada se hizo para frenar esa cadena de dominó de reenvíos del vídeo íntimo de Verónica. Una cadena que la acabaría tumbando.

El caso es que el artículo 197.7 del Código Penal castiga con penas de tres meses a un año el que, sin autorización de la persona afectada, se difunda o pase a terceros videos íntimos de ella, incluso aunque los hubiese grabado con su aprobación. Ahora bien, según la interpretación del Tribunal Supremo en su sentencia 70/2020, de 24 de febrero, queda fuera de responsabilidad quien reenvía las imágenes. También coincide en ello la Fiscalía General del Estado (Circular 3/2017). Por eso, en abril, Mar España, la directora de la Agencia Española de Protección Datos (AEPD), pidió en el Senado al Ministerio de Justicia que incluyese en ese artículo 197.7 del Código Penal que la responsabilidad penal no sólo fuera de quien graba y envía, sino también de quien reenvía. De momento, no parece que le hayan hecho mucho caso.

Violencia digital. Parece que cuesta entender que lo digital es real. Por eso es tan importante la campaña que fuera del Derecho Penal lucha contra ello: Lo paras o lo pasas, de la AEPD. Se trata de una iniciativa pionera a nivel mundial basada en su Canal Prioritario de denuncia. Nos lo explica Mar España, la directora de la AEPD que nos recibe en su despacho. Lleva desde julio de 2015 en su cargo y continúa entusiasta en la lucha contra la violencia digital.

En el año y medio que lleva en funcionamiento el “canal prioritario” ha recibido 154 peticiones y se han tomado 29 medidas cautelares. Mar España se muestra muy tajante: “todos somos cómplices si recibimos imágenes, audios o incluso textos violentos o sexuales que afecten a la intimidad de una persona y no hacemos nada por parar esa cadena”. El prototipo de denuncias que reciben son videos sexuales cuya víctima es una mujer menor de 30 años. “No solo aparece ella -explica- también hay casos de suplantación de identidad. Es decir, se coge la foto de la víctima y se la pega al cuerpo de una actriz de una película pornográfica, haciéndola pasar por ella”. Una de las causas que se encuentran tras este tipo de violencia digital es la venganza. “La chica consiente grabar su relación sexual con el novio. Luego rompen y el chico lo difunde entre sus compañeros del instituto”.

Cómo denunciar. Mar España, directora de la AEPD , nos muestra en su tablet cómo funciona el Canal Prioritario de la Agencia. Se puede acceder a la página https://www.aepd.es/canalprioritario/ o escribir en Google “Canal prioritario” (primera opción del buscador). A partir de aquí, nos insiste en que sólo se pueden denunciar imágenes “ya sean de una persona conocida o desconocida, que sufra violencia o que sean íntimas suyas. Tienen que estar en redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter, no sirven si nos ha llegado por WhatsApp”. Nos justifica esta laguna porque desde Facebook, propietaria de WhatsApp, alegan que, además de ir encriptadas, son conversaciones privadas. Es decir, se necesita una intervención judicial para actuar. Aunque puedan intervenir varias personas, no son públicas.

Plantear una denuncia en el canal es sencillo, nos apunta, “si es adulto tiene que identificarse y después mandarnos el enlace donde ha visto las imágenes. Si es menor ni siquiera tiene que decir su nombre. Basta con que nos envíe la captura donde lo ha visto y el enlace. Incluso, si no tiene internet, puede hacer un escrito y entregarlo en cualquier ventanilla de la Administración, como las oficinas de un ayuntamiento”.

¿Pero por qué denunciar ante la AEPD y no directamente ante la web que contiene las imágenes? “Posiblemente, si un particular se lo pide directamente a la web no le hagan caso. Incluso si lo hace mediante un juzgado podría tardar semanas debido a todo el proceso penal. Mientras que en la agencia, si el caso es grave, en cuestión de horas estaría retirado ese contenido lesivo porque tenemos líneas de comunicación directas con las plataformas que lo difunden. Me acuerdo de un padre que denunció unas imágenes íntimas de su hija. No sólo conseguimos retirarlas de las webs que nos dijo. También las descubrimos (y retiramos) en otros foros que él desconocía” apunta Mar España. En cualquier caso, se puede denunciar ante la Agencia y ante la Policía o la Guardia Civil al mismo tiempo. Por un lado, está el proceso administrativo; por otro, el penal. La gran ventaja del canal prioritario es su rapidez y es que como señala la directora de la AEPD, “cuando hablamos de internet, parar esa cadena es cuestión de horas”. Algo fundamental para atajar unas imágenes que pueden perseguirte durante toda la vida.

Ley Olimpia de México

Así se denomina la novedosa Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en materia de violencia digital. Entró en vigor en junio y es válida en 29 Estados mexicanos de los 32 existentes. Entre otras cosas, la ley castiga con hasta 6 años de cárcel divulgar, compartir, distribuir y publicar imágenes, videos o audios de contenido íntimo sexual de una persona sin su consentimiento, aunque se hubiesen grabado con él. La ley se llama Olimpia en honor a Olimpia Coral, que grabó un video sexual con su entonces novio cuando éstos aún mantenían una relación. Tiempo después, el novio lo difundió en redes sociales y WhatsApp. La joven vio destrozada su autoestima e intentó suicidarse varias veces.

La Agencia Española de Protección Datos pidió en el Senado al Ministerio de Justicia que la responsabilidad penal sea también de quien reenvía

Y en Twitter ¿qué opinan?

Estos son algunos de los comentarios difundidos en Twitter sobre si han conocido casos de circulación de imágenes íntimas. Responde a una petición de información de la actriz @_ANAMILAN_

@itsdaniidilo ·14 abr. Vivo un pueblo. Lamentablemente pasan muchas cosas así. Hice la “no difusión” del vídeo y la chica se encargó de la denuncia. Gracias a Dios ella ganó y al poco “onvre” le tocó pagar una suma de dinero. Aunque claro el vídeo fue imposible eliminarlo.

@van_hessa ·15 abr. Sí. Enfadarme, sentir impotencia y borrar. Ella perdió el trabajo y se fue del pueblo; él, sigue pavoneándose por ahí y curra de camarero en uno de los bares más frecuentados.

@elviragarlop ·15 abr. No me llegó a mi, fue a un amigo que me lo enseñó muerto de risa. Mi reacción fue tal que nunca hemos vuelto a ser amigos aunque sí me dijo que lo había borrado. Asqueroso. Se me fue la cabeza, todo lo que le dije no fue de la manera más educada precisamente.

@ainhoconh2 ·14 abr. En mi pueblo pasó algo parecido y una chica difundió material de otra dentro del instituto. La directiva pasó de largo. Así van las cosas…

@ManInTrainer ·15 abr. Unas fotos subiditas de tono que la hija de mi jefe envió a un «noviete» y que éste compartió en el instituto (para hacerse el guay) la ha llevado a 4 intentos de suicidio desde el verano pasado. Estas cosas NO son una broma y se convierten en PESADILLAS para la familia.

«Yo lo paro y no paso», por Esther Paniagua

LA @

ESTHER PANIAGUA,

periodista y autora especializada en tecnología. Es una de las Top 100 Mujeres Líderes de España, nombrada Forbes 100 Most Creative People in Business.

 

Yo lo paro, y no paso

e_paniagua

e_paniagua

estherpaniagua

El escándalo fue mayúsculo. Pornhub, una de las webs de pornografía más conocidas, llenaba sus arcas con vídeos de violaciones de niños. Cientos de miles de videos de menores teniendo sexo o en situaciones vejatorias o de violencia sexual estaban disponibles en la plataforma. La polémica hizo que la empresa eliminase millones de vídeos subidos por usuarios y anunciase que solo los usuarios verificados podrían cargar nuevos vídeos en la web, pero el daño ya estaba hecho.

El caso de Pornhub es solo la punta del iceberg. Internet está plagado de personas que comercian con imágenes de menores de edad y aprovechan la poca precaución de los pequeños o de sus familiares y amigos al compartir todo tipo de imágenes online de forma pública. También comercian, por supuesto, con todo tipo de material de calado sexual, implique o no a menores. Otras veces lo que les mueve no es el ánimo de lucro, sino la venganza o, simplemente el morbo, la diversión y el afán de popularidad.

Las motivaciones de quienes comparten este tipo de contenido sean cuales sean, poco importan a las víctimas, a quienes les afecta por igual. Y esas víctimas, como constata la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), son en su mayoría mujeres y menores de edad. También las personas LGTBIQ+, no tanto con contenidos de carácter sexual sino agresiones y humillaciones.

A veces esos contenidos ni siquiera son reales. Las nuevas tecnologías permiten falsificar fotos, audio y vídeos hasta el punto de suplantar a cualquier persona sin que se note. Son los llamados deepfakes o falsificaciones hiperrealistas. La misma tecnología que usó Cruzcampo para ‘revivir’ a Lola Flores en un anuncio el pasado enero se usa a menudo para suplantar celebridades en contenido sexual, y esto es solo el comienzo.

Ante esta realidad cada vez más retadora, ¿qué hacer? ¿Ustedes como usuarias y usuarios, harían clic? Al fin y al cabo -pensarán muchos- un clic no mata a nadie. Parece una acción inocente, ¿verdad? Pero no lo es, porque cada clic envía un mensaje a la plataforma donde se aloja: es un contenido que la gente quiere ver y, por tanto, dicha plataforma seguirá promoviéndolo. No hay vuelta atrás.

El mismo clic basta también para reenviar cualquier mensaje vejatorio a decenas, centenares o miles de personas. Quien dice reenviar dice retuitear o compartir en cualquier red social. Es esa facilidad la que hace que los contenidos corran como la pólvora en internet. Que se viralicen en cuestión de horas, ayudados por los algoritmos: las secuencias de pasos automatizados que hacen funcionar las aplicaciones y plataformas online. Son superdifusores de desinformación y odio que priorizan lo que es tendencia, lo que la gente marca como “me gusta”, lo que comparte o donde hace clic.

¿Son esos algoritmos los culpables de la hiperdifusión de contenidos sexuales o violentos? No. No estos en sí mismos, pero sí, en buena medida, quienes deciden que las plataformas sociales y aplicaciones deben premiar y visibilizar aquello que sea tendencia, sin importar qué. Sin embargo, la responsabilidad no solo recae sobre ellos, porque ese tipo de contenido no se viralizaría si no hubiera muchos usuarios interactuando con él. El gran problema, entonces, es la gente que hace clic.


Ese tipo de contenido no se viralizaría si no hubiera muchos usuarios
interactuando con él. El gran problema, entonces, es la gente que hace clic.


 

Quienes dan pábulo a ese tipo de imágenes, vídeos y textos son a menudo usuarios más o menos promedio, a menudo con umbral de tolerancia al contenido sexual o violento algo mayor. Personas que no tienen clara la línea entre lo que puede ser ofensivo, discriminatorio vejatorio o peligroso y lo que no, que no se sienten agredidas por ese contenido y que (a veces) no se dan cuenta del impacto que puede tener su difusión.

Puede que esas personas sean siempre así, o puede que lo sean en un momento o en un día concretos. Puede incluso que, en determinadas circunstancias, esas personas fuéramos ustedes o yo. Puede que nos encontrásemos en la dicotomía: ¿reenviar o no? Ante la duda, la respuesta está clara: siempre “no”. ¿Siempre? Puede haber algunas excepciones cuando hablamos de pruebas de delitos sexuales, delincuencia o crímenes. Puede que en ese caso la difusión sea una herramienta de denuncia efectiva, pero también puede que al intentar realizar una buena acción solo contribuyamos a la humillación de los agraviados.

¿Entonces, qué sería lo correcto? Cuando hablamos de material que nos llega a través de aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp o Telegram, la recepción se da a menudo en el marco de grupos de amigos, a veces disfrazada de ‘humor’. En ese contexto es importante hacer notar a quienes difunden ese tipo de contenido, que no hacen lo correcto. Puede resultar embarazoso, pero reír la gracia supondrá una recompensa a esa conducta y enviará un mensaje equivocado que provocará su repetición.

¿Y qué pasa cuando la difusión se da en otros canales, como en redes sociales o plataformas de vídeo como YouTube? Probablemente, pensarán, lo debido sería acudir a la policía. Pero bien sabemos que probablemente no lo harán, porque ello requiere de mucho más tiempo y paciencia que mover un dedo. La buena noticia es que hay un término medio, como bien explica en esta misma revista Gabriel Cruz: usar el Canal Prioritario de la AEPD para denunciar la difusión de contenidos sexuales o violentos. Su eslogan no lo puede transmitir más claro: ¿Lo pasas o lo paras? Yo lo tengo claro: lo paro, y no paso. ¿Y ustedes? El poder está en sus manos.

¿En qué pue-do a-yu-dar-te?

LA @

¿EN QUÉ PUE-DO A-YU-DAR-TE?

Si lo lee como un sonido metálico se acercará más a lo que podrá ser nuestra próxima compañía. La humanidad se enfrenta a una paradoja: viviremos mucho más pero habrá menos personas para cuidarnos. No queda otra salida que ayudarnos de robots pero, ¿vendrán tan pronto como nos anuncian?

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv

Hay que reconocerlo: a los periodistas nos gusta más hablar de los robots con forma humana y que protagonizan películas, que de los que están en fábricas, más comunes. Sin embargo, los avances en los robots antropomorfos son mucho más lentos que en los industriales. Pero si uno de los principales problemas del mundo es el envejecimiento de la población mundial, ¿cuándo meteremos el acelerón?

Básicamente hay dos clases de robots: los de servicio y los industriales. Así nos lo recuerda al otro lado del teléfono Miguel Ángel Salichs, coordinador de la secretaría técnica de HispaRob, un foro para el desarrollo de la robótica en España, y también catedrático de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Carlos III. «Hay una categoría que siempre ha existido, que son los robots industriales. Luego están los de servicio, que son el resto. Esta categoría es casi como un cajón de sastre, ya que tiene muchos subtipos. De hecho, hasta el concepto de robot tiene sus dificultades. En cualquier caso, para los que trabajamos en robótica un robot tiene que tener un cuerpo físico (un programa informático no lo sería) y con una forma que interaccione físicamente con su entorno”.  Es decir, un altavoz inteligente como Alexa, no sería un robot.

Una misión clara. La población que más crece en el mundo, da igual en el país en el que nos fijemos, es la anciana. Entre 2015 y 2050, occidente pasará de 900 millones de mayores de 60 años a 2.000 millones. Su deterioro físico es inevitable y ahí es cuando surgen los anuncios sobre las utilidades del robot. El último lo conocimos hace un mes. Se trata de Misty, implantado de forma experimental en 20 casas de mayores en Barcelona. Pero también están Sophia en China o Pepper en Japón. Es decir, los anuncios de robots que interaccionan con personas mayores son continuos, otra cosa es que lo hagan más allá de la fase experimental. Como nos recuerda Salichs “en condiciones reales, no existe ningún robot que sea capaz de cambiar un pañal, levantar a alguien de la cama, darle de comer… Hay que ver al robot como un complemento de los cuidadores. Un robot está muy lejos de suplir a un cuidador”. Sin embargo, nos suenan imágenes de robots levantando personas de un sofá. Ángel me corrige: “son videos de prototipos grabados en condiciones de laboratorio muy controladas. Pero si le cambias el entorno y te lo llevas a tu casa posiblemente no te serviría. Una cosa es una demostración y otra dejar un robot desatendido y funcionando en un entorno complejo y cambiante como el de una casa”.

De hecho, si rebuscamos en internet daremos con videos de robots que se caen de lado al intentar abrir una puerta o que al bajar por una escalera mecánica se desploman, arrollando a dos personas. Existen hasta compilaciones de caídas de robots si busca con esta palabras clave: “robots falling down”. Imagínese entonces si esos fallos ocurren en una vivienda con una persona mayor. Por eso hay que ser muy prudente con los avances en robots para personas mayores, por mucho que veamos que los robots industriales cada vez son capaces de hacer más cosas. Como señala Miguel Angel “en una fábrica yo puedo modificar la cadena de montaje para que entre un robot y haga lo mismo siempre. Pero en una vivienda no. Es el robot el que debe adaptarse a ella. Habrá trastos en medio del pasillo, la puerta estará abierta o cerrada… y jugar, con esa imprevisibilidad es muy complicado”.

Resumiendo: la robótica puede ser una ayuda, pero no solucionará todos los problemas. “La robótica en general está en sus comienzos. Avanza, pero muy despacio. Es falsa la idea de que los robots van a suplir a las personas rápidamente en un entorno social. Serán un complemento a familia y cuidadores profesionales”, señala M.A. Salichs.

Más tarde que pronto. Determinar cuánto tiempo falta para que un robot sustituya a un cuidador es aventurarse demasiado. Por más que insistimos, Miguel Ángel Salichs no da plazos y zanja el tema: “cualquiera que te diga una fecha es, y perdóname la expresión, “columpiarse”.

Puedo entender su recelo. En 2018 un diario tan prestigioso como The Guardian lanzaba este titular: “Los robots cuidarán del 80% de los ancianos de Japón en 2020“. El caso es que estamos en 2021 y ahí siguen con programas piloto experimentales.

Sin embargo, la necesidad está ahí. En Japón se calcula que para 2025 habrá una escasez de un millón de cuidadores. ¿Cómo suplirlo? Con robots. Pero la robótica va lenta. “La tecnología que estamos desarrollando aquí en España puede estar al mismo nivel de Japón o EE.UU. Sin embargo, allí hay más empresas que se pueden lanzar a comercializar esos prototipos”, señala Ángel Salichs.

Asi pues, parece que a falta de un robot que lo haga todo, tendremos varios para tareas específicas. Serán complemento a las personas mayores desde el robot aspirador hasta el coche autónomo,  pues les dará una libertad de movimientos nunca vista. Pero habrá tareas que tardarán más (dar de comer o lavar a una persona, por ejemplo). Es decir, queda bastante para ese robot completo que ayude físicamente y además acompañe con una conversación fluida. En esto último tendremos que conformarnos con los “robots mascotas” o “abrazables” que intentan que las personas mayores se sientan acompañados. Esto se podría conseguir con un animal de compañía. Pero esos robots son para personas que no pueden responsabilizarse de un perro, que hay que alimentar y sacar varias veces al día a la calle. El último modelo en salir al mercado es Nicobo, un pequeño dispositivo redondeado de tela y con forma de gato sin ruedas que balbucea palabras y expulsa flatulencias para alegrar a las personas. La Universidad Tecnológica de Toyohashi (Japón) lo denomina «robot vulnerable» para lograr «una nueva forma de felicidad».

Y en Twitter ¿qué opinan?

UNIVERSIDAD CARNEGIE MELLON

Un estudio de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburg, asegura que el 45% de lo que se ha tuiteado sobre el coronavirus han sido “bots” o mal llamadas “cuentas robots”. Es decir, que no había nadie detrás. Las que les proponemos a continuación hablan de ellos, pero están escritas por humanos

@techreview_es: edición en español de MIT Technology Review, la revista de tecnología más antigua del mundo.

@Revista_ByteTI: cuenta de Twitter de un portal de informática para profesionales en la que se pueden encontrar bastantes noticias sobre robots.

@eu_Robotics: con nueve mil seguidores nos adelanta las novedades de los robots dentro de la Unión Europea.

Yo, robot, (Isaac Asimov), 1950

En este tema, de los robots que cuidan ancianos, es aconsejable un libro que no envejece nunca. Este de 1950 es del gran divulgador científico Isaac Asimov. Son muchas las editoriales que lo tienen publicado. En diferentes relatos se viaja a través de su universo tecnológico. En uno de ellos, (Círculo vicioso) se enuncian las leyes de la robótica que aún perduran.

Inteligencia Artificial (2001)

Frente a las tan populares películas de robots que se revolucionan y matan humanos, este clásico de la ciencia ficción de 2001 nos habla de los sentimientos. Steven Spielberg adaptó este proyecto de Stanley Kubrick.  David es el niño robot programado para amar a una familia que añora a su hijo enfermo. Cuando este se recupera, el robot es abandonado en vez de ser desconectado.