
ANTONIO PEDRAZA,
presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas
“La incertidumbre paraliza las inversiones y puede desembocar en un ‘stand by’ en las empresas nocivo para la actividad”
Las pymes, verdaderas damnificadas de los aranceles
La guerra arancelaria que tiene por escenario el gran tablero mundial conlleva serios efectos para las multinacionales y los grandes conglomerados empresariales, pero se convierte sobre todo en una amenaza para el tejido más frágil y vulnerable de nuestra economía: las pequeñas y medianas empresas, que ya vienen de reducir su actividad internacional en el 2024 y cuentan con peores perspectivas para el año en curso. Sin olvidarnos del colectivo de autónomos, que puede tener una problemática similar ante la infinidad de supuestos donde sus actividades coinciden.
En el caso de las multinacionales y las grandes empresas, tienen suficiencia, tanto para lidiar con los nuevos entornos arancelarios, en términos de asistencia jurídica, logística avanzada y apoyos financieros, como para la diversificación de proveedores y capacidad de negociación. Algo que no sucede a las pymes. La asimetría de recursos aumenta las desigualdades dentro del propio sector empresarial; haciendo desplazar a las pequeñas empresas del mercado, por estar atadas a sus cadenas de suministros locales, a menudo sin margen de maniobra; y beneficiando a las grandes.
El aumento de costos para las pymes no solo afecta a las empresas que exportan directamente, sino colateralmente también a aquellas que forman parte de la llamada cadena de suministro. También repercutirá en los transportistas, los proveedores de materias primas, las empresas logísticas, etc., que verán reducir su actividad si las exportaciones lo hacen. Lo que viene a endurecer aún más las consecuencias para la propia economía de nuestro país, donde se calcula que puede haber más de 29.000 empresas afectadas, de un colectivo de cerca de tres millones, que supone el 99,8% del tejido productivo de España y genera más de once millones de empleos. Desde el mismo se denuncia lo que califican como los ´aranceles internos´ que sufren las pequeñas y medianas empresas en nuestro país: el exceso regulatorio y burocrático, junto con el constante incremento de costes laborales sin considerar la productividad, una presión fiscal excesiva y las trabas administrativas que asfixian especialmente a estas empresas. En el caso de los aranceles externos, muchas pymes dependen para subsistir de los distribuidores y clientes estadounidenses, con lo que, el incremento de los aranceles podría llevar a la cancelación de contratos, al ajuste de plantillas o a la necesidad de reducir márgenes para mantenerse activas.
¿Cuáles son los productos que pueden ser especialmente afectados por estas políticas? Los del sector del acero y del aluminio, donde hay pequeñas empresas que dependen o hacen trabajos para las grandes o nodrizas. También los del sector agroalimentario: el aceite de oliva, los quesos, los vinos y los embutidos. O los de la industria ligera, en los sectores del textil y el calzado (donde nuestras empresas se ven obligadas a competir en clara desigualdad frente a productos de otros países con prácticas poco transparentes, subsidios encubiertos o sobrecapacidad productiva); en las manufacturas, la industria farmacéutica, la automoción y los componentes industriales; y en el sector tecnológico.
Las consecuencias más ostensibles son, por un lado, la retracción de las inversiones, ya que las empresas se han visto obligadas a congelar planes de expansión debido a que el riesgo supera a las oportunidades. Por otro, el cambio de mercados objetivos, que requiere tiempo, recursos y conocimientos de un nuevo y desconocido entorno.
Habrá que optimizar las cadenas logísticas: el comercio electrónico, la utilización de zonas francas o depósitos aduaneros. Así como mantener competitividad mejorando el valor añadido, donde el cliente final puede estar dispuesto a pagar más por un plus de calidad o exclusividad.
Otro problema para estas empresas es que, si los aranceles elevan el precio de los productos importados, sus consumidores habituales pueden reducir su gasto total para el resto de productos. Esto entraña la necesidad de reducir márgenes para poder continuar con la actividad, poniendo en riesgo miles de puestos de trabajo y la estabilidad de los sectores donde se encuadran. Con un añadido preocupante: la incertidumbre, que paraliza las inversiones y puede desembocar en un stand by en estas empresas, tan nocivo para la actividad.
Las pymes se ven afectadas por perdidas de rentabilidad, enfrentándose a la cancelación de pedidos por parte de los distribuidores, viendo aumentar sus costes logísticos y con incertidumbre tanto jurídica como financiera. También encuentran dificultades para hacer previsiones en un contexto internacional tan confuso e incierto y para la necesaria planificación adecuada a medio y largo plazo. Y todo ello daña no solamente a las ventas exteriores, sino al empleo, a la innovación y a la capacidad de competir en mercados globales.
Ante esta debilidad manifiesta de un colectivo tan numeroso, no caben otras opciones que ganar en resiliencia ante retos tan inesperados, asumiendo la necesidad de diversificar geográficamente proveedores para obtener sus insumos de países no afectados por los aranceles, a la vez que se trata de ganar nuevos mercados que estén libres de estas nuevas barreras de entrada, como la propia UE, América Latina, Asia Oriental o África. Se intenta conservar a los clientes tradicionales, mejorando el valor añadido y la diferenciación, a la vez que se persigue contener costes de producción para aumentar el margen de cara a mitigar esos mayores incrementos arancelarios. Es el momento de aprovechar al máximo el comercio electrónico y los nuevos canales de ventas y las alianzas con las grandes empresas para acceder a recursos y conocimientos difíciles de forma aislada.
Es necesario, en el caso de estas empresas de forma más obligada, utilizar los programas públicos tanto estatales como regionales de apoyo a la exportación, contar con líneas de financiación blanda y de seguros específicos para la salida al exterior de sus productos en mercados más desconocidos. De hecho, El Plan ICEX de Alto Impacto en Competitividad presentado a primeros de junio, que el Ejecutivo ha diseñado en sintonía con las comunidades autónomas, ya contiene medidas especiales para las pymes.
Esperamos que entrañen sesgo positivo las negociaciones iniciadas por Europa con la administración Trump. Si no prosperasen de forma favorable deberían implementarse medidas desde la UE para apoyar a las pymes.