ALDEA GLOBAL
JOSÉ LUIS LEANDRO RODRÍGUEZ,

presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Técnicos y Grados en Minas y Energía

“El modelo energético descarbonizado y digitalizado hacia el que nos dirigimos ha disparado la demanda de las denominadas tierras raras”

El potencial de las tierras raras en España

Vivimos un momento de inflexión global en el que el acceso seguro, sostenible y autónomo a materias primas críticas se ha convertido en un asunto prioritario para la Unión Europea. Entre estos recursos, las tierras raras destacan por su valor tecnológico, estratégico y económico. España, como país con tradición minera, conocimiento técnico consolidado y potencial geológico por explorar, debe asumir el reto de posicionarse como proveedor europeo de estos recursos, bajo un modelo responsable y tecnológicamente avanzado. Desde el Consejo General de Ingenieros Técnicos y Grados en Minas y Energía, consideramos que esta oportunidad debe abordarse con seriedad, visión de futuro y consenso social.

Las tierras raras son elementos fundamentales en el desarrollo de tecnologías limpias y digitales. Pese a su abundancia relativa en la corteza terrestre, su aprovechamiento económico presenta retos geológicos, tecnológicos, ambientales y sociales. El término tierras raras alude a un grupo de diecisiete elementos químicos, incluidos los quince denominados lantánidos, que incluyen entre otros, neodimio, terbio, praseodimio, además del escandio e itrio. Aunque su denominación pueda inducir a error, no son particularmente escasos, lo que resulta infrecuente es encontrarlos en concentraciones suficientemente elevadas como para permitir una explotación económicamente viable.

Es esencial distinguir entre tierras raras y minerales críticos o estratégicos. Este último concepto abarca todos aquellos minerales indispensables para sectores clave (energía, defensa, electrónica) cuyo abastecimiento presenta un riesgo significativo. En este grupo se incluyen elementos como el litio, el cobalto, el níquel o el cobre. Por tanto, todas las tierras raras pueden considerarse minerales críticos o estratégicos, pero no todos los minerales críticos son tierras raras.

El modelo energético descarbonizado y digitalizado hacia el que nos dirigimos ha disparado la demanda de las denominadas tierras raras. Se estima que su consumo se incrementará de manera exponencial en las próximas décadas, impulsado por la expansión de los vehículos eléctricos, turbinas eólicas, redes eléctricas inteligentes y dispositivos electrónicos avanzados.

En la actualidad Asia y particularmente China concentran la mayor parte de la producción mundial, lo que ha generado una dependencia que preocupa a la Unión Europea y a otras economías avanzadas. Esta situación ha motivado la búsqueda de alternativas que garanticen el suministro a largo plazo, incluyendo la reactivación de minas, la exploración e investigación de nuevos yacimientos y el desarrollo de tecnologías de reciclaje.

España cuenta con un potencial geológico relevante en cuanto a tierras raras, especialmente asociado a depósitos de monacita, bastnasita y otros minerales portadores. Entre los proyectos más significativos destacan: Matamulas en Castilla-La Mancha, yacimiento con una acumulación relevante de monacita, que el gobierno autonómico rechazó en su día la tramitación del proyecto por el elevado consumo de agua y el supuesto impacto sobre algunas especies protegidas. Monte Galiñeiro en Galicia, donde la iniciativa fue también desestimada en principio por la oposición social y el posible riesgo ambiental. Por otro lado, en Extremadura, Andalucía y Canarias, diversas investigaciones, apuntan a la existencia de yacimientos importantes. Sin embargo, se localizan en zonas de cierto valor ambiental o turístico, lo que complicará su aprovechamiento.

El aprovechamiento de yacimientos de tierras raras en España debe afrontar diversos desafíos interrelacionados. Por una parte, ambientales ya que esta minería genera residuos y una gestión deficiente puede comprometer ecosistemas frágiles. Es indispensable por ello, la aplicación de tecnologías limpias, sistemas de tratamiento adecuados y estrictos controles. El segundo desafío es el social, en muchos casos, las comunidades locales muestran reticencias ante la apertura de explotaciones mineras debido al temor por los impactos sobre el modelo económico local, basado en la agricultura, el turismo o la conservación. Este fenómeno, refleja una contradicción estructural, ya que la sociedad demanda más tecnología, pero rechaza su explotación. El tercer desafío es el económico; la extracción y el procesamiento de tierras raras requieren inversiones intensivas y tecnologías específicas. Además, los costes laborales y ambientales más estrictos en Europa reducen la competitividad frente a países con regulaciones menos exigentes.

Como Estado miembro de la UE, España está en disposición de convertirse en un actor clave dentro de la estrategia europea para materias primas críticas. Pero para ello es necesario, en primer lugar, establecer marcos regulatorios estables y exigentes, que proporcionen seguridad jurídica y garanticen la sostenibilidad ambiental. En segundo lugar, impulsar la investigación geológica y metalúrgica, incluyendo tecnologías de extracción con bajo impacto y sistemas de economía circular, como el reciclaje de dispositivos electrónicos. Por otra parte, desarrollar mecanismos de participación social que integren a las comunidades locales en los procesos de toma de decisiones, fomentando modelos de gobernanza compartida y, por último, promover la formación de profesionales especializados en geología, minería responsable, gestión ambiental y economía de recursos estratégicos. Aprovechar este potencial requiere una visión a largo plazo, basada en el equilibrio entre desarrollo económico y cohesión social. Solo así será posible construir un modelo minero moderno, transparente y alineado con los valores de sostenibilidad que exige el siglo XXI.

Desde el Consejo de Ingenieros Técnicos y Grados en Minas y Energía hacemos una llamada a las Administraciones, al tejido empresarial y a la sociedad en general, para construir juntos un futuro donde los recursos minerales no sean una amenaza, sino una herramienta al servicio del desarrollo de nuestro país.