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MIGUEL PÉREZ SUBÍAS,

presidente del comité organizador del I Congreso sobre la Huella de Carbono de los Procesos digitales y de Inteligencia Artificial

En España, comunidades como Extremadura y Aragón se están consolidando como polos emergentes para el desarrollo de centros de datos de última generación

El fin de la centralización

Durante décadas, el modelo dominante en infraestructura tecnológica se ha basado en la concentración de grandes centros de datos en núcleos urbanos o regiones altamente industrializadas. Esta centralización ofrecía ventajas logísticas, de conectividad y de acceso a talento. Sin embargo, las exigencias de la era digital —marcadas por el crecimiento exponencial del tráfico de datos, la necesidad de baja latencia y la transición hacia modelos de inteligencia artificial y edge computing con grandes necesidades de recursos energéticos— están forzando un replanteamiento estructural.

Grandes compañías tecnológicas como Meta, Amazon Web Services (AWS) o Microsoft han iniciado una clara estrategia de descentralización. Estas empresas están invirtiendo en regiones periféricas para desplegar en ellas infraestructuras críticas de datos. La razón es simple: el modelo tradicional ya no responde a las demandas actuales ni futuras del ecosistema digital global que quiere ser sostenible y minimizar las emisiones de carbono.

En España, comunidades como Extremadura y Aragón se están consolidando como polos emergentes para el desarrollo de centros de datos de última generación. Esto no es casualidad: ambas regiones combinan elementos esenciales para este tipo de operaciones.

Por un lado, cuentan con un elevado potencial en energías renovables, especialmente fotovoltaica y eólica. El consumo energético de un centro de datos es una de sus principales preocupaciones operativas y medioambientales. Poder abastecer estos complejos con energía limpia no solo reduce la huella de carbono, sino que también mejora la eficiencia y sostenibilidad del negocio digital. Y además ambas comunidades disponen de agua, necesaria para los sistemas de refrigeración que utilizan estos centros para su funcionamiento.

A esto hay que sumar la disponibilidad de amplias superficies necesarias para desplegar múltiples zonas de disponibilidad o Availability Zones, cada una en terrenos a cierta distancia para asegurar resiliencia y redundancia, a lo cual hay que sumar la escasa actividad sísmica y de fenómenos meteorológicos adversos, lo que minimiza riesgo de cortes o fallos estructurales críticos.

Importante resaltar la buena colaboración institucional, lo cual ha permitido declarar estos proyectos de interés autonómico, agilizando trámites y expropiaciones. Esto ha permitido, como es el caso de AWS en Aragón, comprometer las mayores inversiones de una tecnológica en la historia, superando los 15.700 millones de euros hasta 2033.

Por otro lado, estas regiones ofrecen una excelente conectividad digital. En la última década, las inversiones en redes de fibra óptica de alta capacidad y nodos de interconexión han permitido que zonas tradicionalmente rurales estén ahora plenamente integradas en el mapa de la conectividad global.

Otra de las grandes ventajas de alejarse de los entornos urbanos saturados es la reducción del riesgo operativo. Las grandes ciudades concentran tráfico, costes elevados y una mayor exposición a amenazas como apagones, desastres naturales o ataques cibernéticos a infraestructuras críticas. Desplegar centros de datos en regiones menos congestionadas permite una mayor resiliencia y continuidad del servicio.

Además, este movimiento puede suponer un motor de desarrollo regional. Las inversiones en infraestructuras digitales atraen talento, generan empleo cualificado y pueden transformar el tejido económico de estas regiones, alineándose con los objetivos de cohesión territorial y digitalización impulsados desde la Unión Europea.

La descentralización de los centros de datos no es una moda pasajera, sino una necesidad estructural de la economía digital. A medida que el edge computing, la inteligencia artificial y el metaverso continúan evolucionando, la demanda de procesamiento local y de redes distribuidas en entornos con capacidad de generar energía renovable y con recursos hídricos será cada vez más intensa.

Extremadura, Aragón y otras regiones con características similares tienen la oportunidad de posicionarse como actores clave en este nuevo mapa tecnológico. Las empresas que sepan anticiparse y adaptarse a esta nueva geografía digital estarán mejor preparadas para liderar la próxima fase de la transformación global y en esto los gobiernos autonómicos tienen un rol muy relevante.