Urueña y los libros

Para quien no haya oído hablar de Urueña, que en su página web se anuncie que tiene 189 habitantes, 5 museos y 12 librerías puede ser una sorpresa. Es un caso único en España. Se entiende cuando tenemos en cuenta que es, desde 2007, la primera Villa del Libro española. Y, desde hace más tiempo, un pueblo que puede «leerse» como un libro más, abierto por las páginas de la historia, del sosiego, del patrimonio arquitectónico y de las costumbres populares.

Compartimos un video con información sobre esta villa, que nos acerca a la experiencia de transitar por sus rincones más emblemáticos; y el amplio reportaje publicado en Escritura Pública.

Entrevista a Manuel Charlón, fotógrafo

EN ESTE PAÍS

Manuel Charlón

Manuel Charlón, fotógrafo. Coordinador del libro Soñar es viajar

«La lectura es nuestro primer viaje»

Nuestro entrevistado cuenta con una amplia trayectoria profesional conseguida tras más de treinta años detrás del objetivo. Sin embargo, una de sus principales virtudes no se encuentra en su currículo: contar con un gran círculo de amistades. Y esa virtud hizo que 88 periodistas le enviaran durante el reciente confinamiento –altruistamente- los textos que conforman el libro Soñar es viajar, 88 viajes en confinamiento (editado por la Fundación Notariado), cuya recaudación se destinará a la investigación contra el coronavirus realizada por el Instituto de Salud Carlos III.

JOSÉ M. CARRASCOSA

[email protected] @JMCarrascosa

¿Cuándo surge la idea del libro?

En marzo, cuando empieza la pandemia, las noticias que veíamos en televisión eran horrorosas. Pensé que tenía que transmitir algo positivo y optimista. Se me ocurrió llamar a la gente con la que había viajado y aprovechar las redes sociales -en ese momento en que todo el mundo estaba conectado- para mandar un mensaje de esperanza.

Hablé con José Gabriel Carreño, el primer periodista de viajes con el que trabajé, y le pedí que escribiese un texto sobre una foto que me recordaba a él. Lo publicamos en Facebook y tuvo muy buena acogida. Al llegar al cuarto texto, contacté con mi amiga Berna G. Harbour quien me dijo que parara el proyecto porque «esto es mejor sacarlo en un libro». Ella es autora y editora y me transmitió que la idea era muy buena para que muriese en las redes sociales. Entonces intenté llegar al mayor número posible de redactores con los que había viajado durante treinta años. Ninguno me dijo que no. Cuando llegué a 88 decidí parar, me parece un número simbólico: el ocho es el número de la suerte en China; en 1988 empecé a trabajar como fotoperiodista en Madrid… Quiero aprovechar para agradecer su esfuerzo a todos ellos, en activo o jubilados, dentro y fuera de España, que me contestaron y dedicaron su tiempo de manera solidaria a este proyecto.

¿Cuál fue el criterio de selección de las fotos?

Seleccionaba las fotos pensando en el redactor, en sus recuerdos, su manera de viajar y de vivir, su personalidad… Busqué en mi archivo de más de 600.000 imágenes (ya en formato digital) la que me recordara a cada uno. Todas las fotos eran en color, pero las he pasado a blanco y negro porque transmiten la sensibilidad de un libro como este. No es un libro de fotos, sino de historias y sentimientos; no quiero que los lectores se centren en la foto -que es un reflejo del redactor-, por eso ni les he puesto pie; quiero que la gente sueñe y vaya donde quiera contemplándolas.

¿Cómo vivió el proceso desde la génesis del proyecto hasta su edición?

Fue un capítulo con el que no contaba al desconocer el mundo editorial. Me dijeron que era el peor momento para un lanzamiento: no había ferias del libro, muchos títulos quedaban sin publicarse… Alguien me sugirió que era un proyecto ideal para ser financiado por una Fundación. La primera que me vino a la cabeza fue la del Notariado, con quienes colaboro. En un par de días me contestaron afirmativamente dando el visto bueno al proyecto. Tuve suerte porque fue la primera puerta a la que llamé. Luego contacté con el Instituto Carlos III para proponer donarles los ingresos del libro; les conocía porque en un viaje al Amazonas contraje una enfermedad infecciosa en la pierna por la picadura de un ácaro (que estuvo un año viviendo conmigo) y allí me curaron.

¿Cree que se viajará de otra forma después de la pandemia?

Hemos pasado página; creo que hemos cambiado incluso de libro. Va a haber reglas nuevas, y formas de viajar diferentes, que no tienen por qué ser malas; vamos a tener que adaptarnos. El viaje va a estar, es una esencia de nuestra personalidad, está en nuestras vidas, ya sea lejos o cerca.

¿Se ha adaptado bien la fotografía a los nuevos hábitos de las generaciones más jóvenes? 

Hoy en día ya no se consume fotografía: hay un empacho, casi una diarrea de imágenes. Antes tenías que gastar carrete, pero ahora se ‘tiran’ tantas que no se valora la imagen. Mis alumnos hacen 3.000 fotos de un destino en un fin de semana. Les digo que es una barbaridad. ¿Cómo las editas? ¿Dónde las guardas? ¿Cómo las identificas para encontrarlas luego? La reconversión de las cámaras digitales y el móvil han generado que las fotos valgan sólo para el día de hoy. Mañana ya son viejas.

El papel está: se puede poner amarillo o mojarse, pero permanece. Soy un defensor del papel en una sociedad que lo considera antiguo. Leyendo los textos de este libro me he dado cuenta que casi todos empezamos a viajar con la lectura, es nuestro primer viaje.

 

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