Kilos que lastran la infancia

CONSUMO

Kilos que lastran la infancia

La pandemia del coronavirus no está ayudando a mejorar la calidad de vida de los niños y niñas españoles. El confinamiento, el sedentarismo, la mala alimentación y el estrés han hecho mella en la salud de los más pequeños. Los expertos advierten sobre la prevalencia de la obesidad y reclaman un mayor compromiso social en la lucha contra con las dietas hipercalóricas, el consumo de azúcares, la falta de actividad física y hasta la publicidad.

MARIÁN LEZAUN

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@mlezaun

La tasa de obesidad infantil sigue creciendo y se ha convertido en uno de los grandes problemas de salud pública. Una tendencia del primer mundo que muestra las grandes paradojas de la infancia: mientras miles de niños mueren de hambre cada día en los países más pobres, otros tantos pequeños luchan contra enfermedades propias de los adultos debido a una ingesta excesiva de comida. Según un estudio publicado recientemente por la Revista Española de Cardiología, el 34 por ciento de la población española entre 3 y 24 años tiene sobrepeso y obesidad. Además, entre los menores de 8 años, la cifra aumenta hasta el 40 por ciento. Se trata de un problema grave porque el sobrepeso tiene una incidencia negativa en la salud y en la calidad de vida de los niños y los jóvenes. Y es que los kilos de más solo contribuyen a desarrollar problemas músculo esqueléticos, cardiovasculares, diabetes e hipertensión e incluso ciertas enfermedades mentales como depresión, ansiedad, o trastornos del sueño y la alimentación.

Otro tipo de pandemia. Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) y desde las consultas de los pediatras, la voz de alarma saltó ya hace tiempo, pero la situación no mejora. El consumo de alimentos ultraprocesados, de grasas, de azúcares y la falta de actividad física siguen en aumento. La falta de tiempo de los padres para cocinar y planificar mejor los menús diarios, la comodidad que brinda la comida rápida y ciertos hábitos poco saludables, como el abuso de las pantallas en el tiempo de ocio, están haciendo mella en la salud de los más pequeños. Además, hay que tener en cuenta que la obesidad es una enfermedad metabólica en la que intervienen la genética y las hormonas, por lo que, en ocasiones, una vez que se manifiesta es muy difícil de controlar. Para los expertos, el principal problema es que no hay un compromiso firme de todos los implicados para atajar de raíz esta otra pandemia que ha quedado en un segundo plano, dadas las circunstancias actuales, pero que es una gran amenaza para el futuro de nuestros niños. “El aumento de la obesidad infantil es un problema multifactorial. Hay un cambio social en la alimentación que produce un aumento de la ingesta de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables. Al mismo tiempo, hay una tendencia a la disminución de la actividad física ya que muchas actividades recreativas son sedentarias y, cada vez más, utilizamos distintos medios de transporte para desplazarnos”, advierte Mireia Montaña, investigadora del Grupo Game de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y profesora de Ciencias de la Información y de la Comunicación en la misma universidad.

Las marcas utilizan multitud de recursos para captar la atención de los niños

El origen. El origen del problema es variado y, aunque la responsabilidad primera es de las familias, también existen otras causas de difícil control. Por un lado, están las marcas y anunciantes de productos considerados insanos que no tienen en cuenta la vulnerabilidad del público al que se dirigen; por otro están los hábitos sociales tan arraigados en nuestra cultura y, para terminar, las circunstancias económicas y sociales de cada familia. Por eso, toda intervención es bienvenida. “Poco a poco, los gobiernos están tomando decisiones en este sentido, aunque algunos países son más activos que otros”, explica Montaña. Esta experta, que ha estudiado cómo influye la publicidad en el consumo alimentario y la relación del consumo de alimentos de escaso valor nutricional con el estado de ánimo personal bajo (comer emocional o emotional eating, en inglés), lamenta que los anunciantes no estén más comprometidos. Este hábito alimenticio se refiere a aquellas personas que buscan compensar sus necesidades emocionales mediante la ingesta de productos, sobre todo ricos en energía, pero de escaso valor nutritivo. Según ha publicado Montaña, “también se ha demostrado que la publicidad de productos que se comen por placer, pero sin hambre -como el chocolate o las patatas fritas- pueden modificar el comportamiento y causar alteraciones alimentarias, como el trastorno por atracón”. Por eso, esta experta recomienda a los anunciantes que revisen los mensajes que promueven el lado más hedonista de la alimentación. Mientras, las marcas utilizan multitud de recursos para captar la atención de los más pequeños: mascotas, regalos, música, códigos de descuento, packaging atractivo y juegos digitales para atraer la atención de niños y jóvenes. Los niños son un público vulnerable y no es ético dirigirse a ellos con determinadas estrategias, pero se hace. “Hay estudios que afirman que los niños menores de 8 años no saben distinguir todavía un anuncio de una noticia informativa. Muchos tampoco son capaces de leer la información que sale sobreimpresionada sobre hábitos de alimentación saludable”, señala Montaña.

La solución. Pero, ¿hasta qué punto el niño tiene capacidad de decisión en la compra familiar? Según los expertos, son muchas las compras en las que los niños participan de manera activa. Hay que tener en cuenta que, muchas veces, los padres compran a los niños golosinas a modo de premio, o que les compensan comprando lo que quieren. Estas actitudes pueden convertirse en un problema cuando los niños tienen sobrepeso. “Si hacemos buena pedagogía social sobre la importancia de alimentarse de forma adecuada, llevar a los niños al supermercado podría ser una buena ocasión para que los padres y las madres puedan enseñar a los niños a comprar los productos adecuados, a leer las etiquetas nutricionales, etcétera”, recomienda Montaña.

Para Amelia Martí del Moral, catedrática de Fisiología en la Universidad de Navarra y coordinadora del Grupo de Obesidad Infantil de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), “el supermercado es la puesta en escena de lo que los niños han aprendido a través de la publicidad, la televisión y las redes sociales”. De las familias depende el uso que se haga de él.

Los expertos advierten, además, que la obesidad puede enmascarar otro tipo de problemas como son la baja autoestima o la falta de atención por parte de los adultos. “Hay que estar muy atento porque se pueden presentar trastornos del comportamiento alimentario y afecciones psiquiátricas, entre otras”, explica Amelia Martí del Moral, catedrática de Fisiología y coordinadora del Grupo de Obesidad Infantil de la SEEDO (Sociedad Española del Estudio de la Obesidad) en la Universidad de Navarra. Para esta experta, la señal de alerta debe saltar si se observan cambios ante cualquier evento relacionado con la comida (dieta poco saludable) o la falta de actividad física (sedentarismo).

La tasa de obesidad infantil sigue creciendo y se ha convertido en uno de los grandes problemas de salud pública

Azúcar,  te dejo

El Gobierno contempla subir el IVA de las bebidas azucaradas del 10 por ciento al 21 por ciento con la intención de reducir su consumo y luchar contra la obesidad infantil. Los zumos envasados, los refrescos, los batidos y las bebidas edulcoradas forman parte de la dieta de muchos niños pese a la información disponible sobre los perjuicios de consumir en exceso estos productos. Por eso, de manera paralela, el Ministerio de Consumo ha lanzado una campaña Azúcar, te dejo con el objetivo de promover una alimentación más saludable entre el conjunto de la población. El consumo de estos aditivos está por encima de las recomendaciones establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la que se limita a menos del 10 por ciento de la energía diaria consumida. Para algunos sectores se trata simplemente de una medida recaudatoria, aunque los expertos en nutrición la valoran de manera positiva. “En Cataluña, el aumento del impuesto sobre las bebidas azucaradas redujo su consumo en un 22 por ciento”, explica Mireia Montaña, investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya.

Para saber más

Código Paos: El código Paos es un compromiso de corregulación dirigido a las empresas del sector alimentario y bebidas con el objetivo evitar abusos sobre la publicidad dirigida a los más pequeños. De adhesión voluntaria, se puede consultar en la web del Ministerio de Consumo.

OMS: En la web de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se pueden consultar las recomendaciones para mejorar la alimentación de la infancia y sobre todo la salud de los más pequeños.

La Fundación de los hermanos Pau y Marc Gasol ha elaborado un estudio sobre la obesidad infantil, que es uno de los grandes retos de la entidad. Para erradicarla, la fundación trabaja la educación, la prevención y la intervención.

Si no se anuncia, no se compra
La alimentación también se educa. Por eso, no se trata tanto de prohibir la publicidad de los alimentos insanos sino de transmitir a los niños las bondades de una alimentación adecuada y de un estilo de vida saludable. En líneas generales, tomar una chocolatina de vez en cuando o un dulce no convierten a nadie en obeso si su dieta es variada, rica y practica actividad física con asiduidad. Sin embargo, no siempre es fácil encontrar el equilibrio y muchos niños terminan abusando de los alimentos insanos que ven en la publicidad. Existen trabajos en el Reino Unido que sugieren que las restricciones de publicidad televisiva de los alimentos y bebidas menos saludables en horario de tarde (entre las 17:00 h y las 21:00 h) podrían reducir la obesidad infantil en dos tercios, “Se calcula que si todos estos anuncios de alimentos insanos se retirasen de la franja infantil, los niños verían 1,5 anuncios menos, al tiempo que reducirían la ingesta calórica. Los datos concluyen que si esto ocurriese, habría 40.000 menores menos con sobrepeso solo en el Reino Unido”, explica Amelia Martí del Moral, catedrática de Fisiología de la Universidad de Navarra.

Consumir con cabeza

CONSUMO

Consumir con cabeza

Los españoles tenemos la intención de cuidarnos más, de comer mejor, de hacer más ejercicio y estamos dispuestos a hacer muchos esfuerzos para conseguirlo. También económicos. Eso es, al menos, lo que recogen numerosos estudios sobre nuestros hábitos de consumo. 

MARIÁN LEZAUN

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Así, una encuesta realizada por la aseguradora Aegon señala que cada vez son más los consumidores que consultan la etiqueta nutricional de los alimentos o los clientes que estarían dispuestos a pagar más por productos realmente saludables. En la misma línea, un 77 por ciento de los encuestados contempla cambiar sus hábitos de vida a corto plazo para sentirse mejor, según un estudio de Aral, la revista de las empresas de distribución.

La incertidumbre creada por el coronavirus ha servido para hacernos más conscientes de nuestro estado de salud. De hecho, durante estos meses, hemos tenido información suficiente para valorar nuestros hábitos de consumo y de vida, pensarlos e incluso cambiarlos para hacer frente a posibles nuevas enfermedades tanto físicas como mentales. La venta de productos deportivos se disparó en los primeros meses de la pandemia y aumentó con fuerza la de alimentos de proximidad y productos sostenibles.

Hábitos saludables. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen siete hábitos que, practicados a diario, cambiarían nuestra vida para bien facilitando un estado de completo bienestar físico, mental y social. Son sencillos y apelan al sentido común, pero no siempre es fácil ponerlos en marcha. Entre ellos, una dieta equilibrada, eliminar los productos tóxicos como el alcohol, las drogas y el tabaco, un poco de ejercicio, una higiene apropiada y cuidar nuestro estado emocional y nuestras relaciones sociales. Los fabricantes y las marcas saben que lograrlo es una gran preocupación para muchos consumidores y, por eso, aumentan las inversiones en investigación para crear productos y servicios que satisfagan esas necesidades. De hecho, en los últimos años hemos visto cómo crece la oferta de productos más saludables, más respetuosos con el medioambiente y con la salud y, sobre todo, cómo se ha creado un gran negocio alrededor de ellos que hace que cada vez seamos más exigentes a la hora de comprar. El problema es que producirlos resulta más caro y que, en ocasiones, no llegan al público general que también empieza a demandarlos. No obstante cada vez hay más marcas blancas o productores más pequeños que se han apuntado a la moda de esta nutrición adaptada a nuestras necesidades alimenticias. Alimentos que mejoran el sistema inmune, la flora intestinal, que aportan vitaminas extra o que ofrecen alternativas a la carne suponen ya una oferta importante en cualquier supermercado. Algo que hace apenas unos años solo podía encontrarse en tiendas especializadas. En Innofood señalan las tendencias del futuro de la alimentación: alimentos “cómodos” o fáciles de preparar, comidas que estén ligeramente procesadas, productos sabrosos, saludables y seguros, procesos de conservación más prolongada, alimentos lo más naturales posible y precios competitivos. Dicen los expertos que las empresas que sepan adaptarse serán las que ganarán la batalla en el complicado mercado de la distribución “porque las nuevas generaciones además de demandar comida más sana, quieren que sea fácil de preparar y que aporte nutrientes extra”.

Una encuesta realizada por la aseguradora Aegon señala que cada vez son más los consumidores que consultan la etiqueta nutricional de los alimentos.

El precio. El precio que, hasta ahora, había sido uno de los principales frenos al despegue de este negocio ya no lo es tanto porque el consumidor aprecia las condiciones en las que se han producido los alimentos y los compra convencido. Este el caso de los productos denominados bio o ecológicos que aunque pueden duplicar el precio de los productos convencionales, tienen un target definido para que esta variable no sea lo más importante en la decisión de compra. Además, los expertos aseguran que se puede comer bien sin gastar demasiado. Así, para Laura Arranz, farmacéutica, nutricionista y autora del blog dietalogica.com “no es cierto que comer más sano sea más caro hoy día si tenemos una buena organización de menús en casa y aprovechamos bien todo lo que compramos”. El problema es que “muchas personas se apuntan al cambio, compran verduras en exceso y luego se les estropean en la nevera, y entonces sí sale caro”. Pero si calculamos bien lo que vamos a consumir y lo hacemos no es un problema. “En este sentido la clave está también en consumir alimentos de temporada, tanto frutas y verduras como pescado, pues así reducimos mucho el coste de la cesta de la compra”, explica Arranz. Para esta experta el mercado nos ofrece un montón de productos saludables y con precios asequibles, por lo que se trata de planificar un poco mejor la cesta de la compra y buscar a esos proveedores que realmente sean de confianza. 

En esta especie de revolución alimentaria, los más jóvenes son los que lideran el cambio hacia una dieta más respetuosa con el cuerpo y el planeta. “Casi el 80% de la población entre 25 y 34 años y el 73% de entre 18 y 24 años afirman haberse vuelto más conscientes de su alimentación”, según un estudio de Upfield, el fabricante holandés de margarinas. No obstante, durante la cuarentena se ha incrementado la ingesta de fruta en un 66%, la de vegetales en un 59%, los productos frescos en un 49% y los alimentos ricos en Omega3 en un 24%. De igual manera, ha disminuido el consumo de bollería y el de carne por encima de un 30%, según Upfield. 

Ojo con las modas. Sin embargo, los expertos advierten de que el peligro está en dejarse llevar por las modas y no por criterios científicos. Según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), “la mitad de los encuestados cree que los productos orgánicos son más sanos que los no orgánicos, cuando esta afirmación no tiene ningún claro respaldo científico”. Según un estudio elaborado por la compañía de energía fotovoltaica SotySolar, hasta el 80% de los españoles considera que existen marcas que se aprovechan de lo ecológico y sostenible para aumentar el precio, haciendo que optar por este tipo de productos sea solo accesible para unos pocos. No obstante, el 18% de los encuestados considera que el precio de este tipo de productos se adecua a lo que se ofrece, mientras que solo un 2% afirma que no son más caros. En este sentido, el bioquímico y divulgador José Antonio Mulet, se ha encargado de desmentir ciertos tópicos respecto a los productos naturales. Mulet defiende que el avance tecnológico no ha supuesto un retroceso en la calidad de los alimentos y que llevar una alimentación poco saludable es solo un problema de actitud. 

Así, para Arranz, aquellas empresas que sepan aunar los nuevos valores serán las que se lleven el gato al agua. “Creo que este tipo de productores serán los que triunfarán y más después de esta crisis sanitaria que estamos viviendo que nos ha hecho valorar mucho más la salud. La mayoría de los consumidores escogerá la opción saludable en igualdad de precio y aunque una parte estarán dispuestos a pagar un poco más, las empresas también están por la labor de hacer que sus opciones más sanas sean también asequibles al bolsillo”. Eso lo estamos viendo ya en los lineales, así que quizás la clave está solamente en mejorar nuestras decisiones.

Hacia una alimentación más inteligente

El proveedor de tecnologías microbianas ADM ha identificado seis diferencias en el comportamiento de los consumidores desde el comienzo del COVID-19. Son hábitos emergentes que impulsarán la innovación y el crecimiento en los próximos meses, según recoge la revista de distribución ARAL. ADM ha detectado las grandes preocupaciones de los consumidores y qué es lo que piden ahora a los proveedores de alimentos. En primer lugar, según esta empresa, los consumidores buscan alimentos que refuercen su sistema inmunitario, que ayuden a mantener las funciones metabólicas y el peso, que se adapten a las necesidades nutricionales de cada uno y que favorezcan el equilibrio y el bienestar. Al mismo tiempo se ha registrado un aumento de la demanda de proteínas vegetales como alternativa al consumo de carne. Según explica la vicepresidenta de marketing de ADM, Ana Farrel, en la revista, los productores que sepan atender a estos nuevos valores serán los que triunfen en la estantería del supermercado.

Cada vez hay más marcas blancas o productores más pequeños que se han apuntado a esta moda de una nutrición adaptada a nuestras necesidades

Para saber más

Más nutrientes: La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ha publicado un estudio en el que recoge cuáles son los alimentos con más nutrientes y beneficios para nuestro organismo, Powerhouse Fruits and Vegetables. Este reportaje de La Vanguardia recoge sus claves.

Calcula tu menú: En la web de la Fundación Española de Nutrición puedes calcular la cantidad de calorías que necesitas consumir para mejorar tus condiciones físicas. También encontrarás consejos sobre alimentación saludable y tendencias de consumo.

En esta especie de revolución alimentaria, los más jóvenes son los que lideran el cambio hacia una dieta más respetuosa con el cuerpo y el planeta

Las pymes tiran de la innovación alimentaria

Según datos del Informe Económico 2019 de la Federación de la Industria Alimentaria y las Bebidas, la incorporación de empresas alimentarias a actividades I+D sigue aumentando. Así, la industria de alimentación y bebidas ha elevado la cifra de empresas que han realizado actividades de I+D, que ya superan las 700 compañías, de las que un 84 por ciento son pymes. Desde Food For Life-Spain, la plataforma tecnológica de la Federación, se han promovido 600 proyectos por valor de unos 1.100 millones de euros, relacionados con la innovación alimentaria.

¿Necesitamos suplementos alimenticios?

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Los suplementos y complementos alimenticios son uno de los grandes negocios de nuestro tiempo. Con la promesa de un cuerpo perfecto y una vida casi eterna, los estantes de farmacias, gimnasios, supermercados y herbolarios se llenan de píldoras, polvos, ampollas, batidos y cremas para solucionar todos nuestros males. Un enorme menú compuesto por vitaminas y minerales, pero también por un sinfín de productos elaborados con más de 400 sustancias desconocidas por el consumidor de a pie. Los expertos advierten de las consecuencias de un consumo sin control y, sobre todo, de su ineficacia en la mayoría de los casos.

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