ESFERA CULTURAL
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CONVENIO EL PRADO-FUNDACIÓN NOTARIADO
‘Sagunto’
Entre las obras expuestas en el Museo del Prado siempre me ha llamado la atención el grupo semicolosal Sagunto, de Agustín Querol y Subirats (Tortosa, 1860 – Madrid, 1909), por varias razones: la primera porque acometía un tema histórico dramático y difícil de resolver.
LETICIA AZCUE BREA,
Jefa de Conservación de Escultura y Artes Decorativas
Es una escena que representa al pueblo de Sagunto resistiendo hasta la muerte, en el momento en que una madre se suicida clavándose un cuchillo en el pecho después de haber dado muerte a su hijo, para evitar que los soldados cartagineses, al mando de Aníbal, los capturaran, en el asedio del año 219 a. de C. Querol trasmitió con elocuencia los más hondos sentimientos de violencia, dolor, desesperación, y, por ende, la fortaleza de una mujer.
La segunda razón es comprobar la destacada capacidad artística que ya mostraba su escultor, que estaba perfeccionando su formación como pensionado de número en la Real Academia de España en Roma. En su último envío reglamentario en 1888 remitió esta composición de gran calidad en escayola, con desnudos de formas muy contundentes y posiciones realmente difíciles.
Y la tercera, por el llamativo formato, y por las dificultades que conlleva el moverlo, dado el peso y el tamaño. Para los escultores pensionados en Roma, sus envíos reglamentarios por barco desde Italia, y luego por caminos pedregosos desde la costa española hasta Madrid, en este caso una escayola que pesaba 800 kilogramos, siempre fueron una odisea.
QUEROL TRASMITIÓ CON ELOCUENCIA LOS MÁS HONDOS SENTIMIENTOS DE VIOLENCIA, DOLOR, DESESPERACIÓN, Y, POR ENDE, LA FORTALEZA DE UNA MUJER
De escayola a mármol
La obra, todavía en escayola, no solo hizo este viaje, sino que también fue enviada a Múnich en 1897. Una vez tallada en mármol de Carrara, pesando 1.600 kilogramos y con la complejidad que ello supone, fue una de las ocho obras que Querol envió a la Universal de París en 1900. El grupo fue presentado públicamente en Madrid en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1906, consiguió la medalla de honor, y fue adquirido en 1908 por el Estado para el Museo de Arte Moderno.
Este Museo, instalado entonces en una planta de la Biblioteca Nacional, optó, ante la falta de espacio, por exhibir en el jardín varios de los grandes formatos que tenía en mármol, un criterio que hoy no compartiríamos, pero que entonces era válido. Sagunto se expuso a la intemperie durante décadas, hasta que en 1971 fue una de las obras incorporadas a los fondos del Museo del Prado y pasó al interior del Casón del Buen Retiro. Ello explica por qué la superficie de las figuras no es lisa y homogénea, está descarnada, un testimonio mudo pero muy elocuente de la propia historia de la obra. Y finalmente me recuerda cómo la vida de un exitoso escultor, artífice de los Pegasos que coronaban el actual Ministerio de Agricultura o del frontón de la fachada de la Biblioteca Nacional, entre otras obras, quedó truncada con tan solo cuarenta y nueve años.