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España ha perdido dos puestos en el índice global de competitividad del Foro Económico Mundial, pero no porque no mejore en este aspecto, sino porque los países equiparables lo hacen aún más. La atonía del mercado laboral, la falta de incentivos a la innovación y la ralentización macroeconómica son los tres vectores principales del estancamiento del país en esta materia. Además, las exportaciones dejan de crecer tanto como antes por la menor pujanza de la demanda europea.Seguir leyendo