«Yo lo paro y no paso», por Esther Paniagua

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ESTHER PANIAGUA,

periodista y autora especializada en tecnología. Es una de las Top 100 Mujeres Líderes de España, nombrada Forbes 100 Most Creative People in Business.

 

Yo lo paro, y no paso

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El escándalo fue mayúsculo. Pornhub, una de las webs de pornografía más conocidas, llenaba sus arcas con vídeos de violaciones de niños. Cientos de miles de videos de menores teniendo sexo o en situaciones vejatorias o de violencia sexual estaban disponibles en la plataforma. La polémica hizo que la empresa eliminase millones de vídeos subidos por usuarios y anunciase que solo los usuarios verificados podrían cargar nuevos vídeos en la web, pero el daño ya estaba hecho.

El caso de Pornhub es solo la punta del iceberg. Internet está plagado de personas que comercian con imágenes de menores de edad y aprovechan la poca precaución de los pequeños o de sus familiares y amigos al compartir todo tipo de imágenes online de forma pública. También comercian, por supuesto, con todo tipo de material de calado sexual, implique o no a menores. Otras veces lo que les mueve no es el ánimo de lucro, sino la venganza o, simplemente el morbo, la diversión y el afán de popularidad.

Las motivaciones de quienes comparten este tipo de contenido sean cuales sean, poco importan a las víctimas, a quienes les afecta por igual. Y esas víctimas, como constata la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), son en su mayoría mujeres y menores de edad. También las personas LGTBIQ+, no tanto con contenidos de carácter sexual sino agresiones y humillaciones.

A veces esos contenidos ni siquiera son reales. Las nuevas tecnologías permiten falsificar fotos, audio y vídeos hasta el punto de suplantar a cualquier persona sin que se note. Son los llamados deepfakes o falsificaciones hiperrealistas. La misma tecnología que usó Cruzcampo para ‘revivir’ a Lola Flores en un anuncio el pasado enero se usa a menudo para suplantar celebridades en contenido sexual, y esto es solo el comienzo.

Ante esta realidad cada vez más retadora, ¿qué hacer? ¿Ustedes como usuarias y usuarios, harían clic? Al fin y al cabo -pensarán muchos- un clic no mata a nadie. Parece una acción inocente, ¿verdad? Pero no lo es, porque cada clic envía un mensaje a la plataforma donde se aloja: es un contenido que la gente quiere ver y, por tanto, dicha plataforma seguirá promoviéndolo. No hay vuelta atrás.

El mismo clic basta también para reenviar cualquier mensaje vejatorio a decenas, centenares o miles de personas. Quien dice reenviar dice retuitear o compartir en cualquier red social. Es esa facilidad la que hace que los contenidos corran como la pólvora en internet. Que se viralicen en cuestión de horas, ayudados por los algoritmos: las secuencias de pasos automatizados que hacen funcionar las aplicaciones y plataformas online. Son superdifusores de desinformación y odio que priorizan lo que es tendencia, lo que la gente marca como “me gusta”, lo que comparte o donde hace clic.

¿Son esos algoritmos los culpables de la hiperdifusión de contenidos sexuales o violentos? No. No estos en sí mismos, pero sí, en buena medida, quienes deciden que las plataformas sociales y aplicaciones deben premiar y visibilizar aquello que sea tendencia, sin importar qué. Sin embargo, la responsabilidad no solo recae sobre ellos, porque ese tipo de contenido no se viralizaría si no hubiera muchos usuarios interactuando con él. El gran problema, entonces, es la gente que hace clic.


Ese tipo de contenido no se viralizaría si no hubiera muchos usuarios
interactuando con él. El gran problema, entonces, es la gente que hace clic.


 

Quienes dan pábulo a ese tipo de imágenes, vídeos y textos son a menudo usuarios más o menos promedio, a menudo con umbral de tolerancia al contenido sexual o violento algo mayor. Personas que no tienen clara la línea entre lo que puede ser ofensivo, discriminatorio vejatorio o peligroso y lo que no, que no se sienten agredidas por ese contenido y que (a veces) no se dan cuenta del impacto que puede tener su difusión.

Puede que esas personas sean siempre así, o puede que lo sean en un momento o en un día concretos. Puede incluso que, en determinadas circunstancias, esas personas fuéramos ustedes o yo. Puede que nos encontrásemos en la dicotomía: ¿reenviar o no? Ante la duda, la respuesta está clara: siempre “no”. ¿Siempre? Puede haber algunas excepciones cuando hablamos de pruebas de delitos sexuales, delincuencia o crímenes. Puede que en ese caso la difusión sea una herramienta de denuncia efectiva, pero también puede que al intentar realizar una buena acción solo contribuyamos a la humillación de los agraviados.

¿Entonces, qué sería lo correcto? Cuando hablamos de material que nos llega a través de aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp o Telegram, la recepción se da a menudo en el marco de grupos de amigos, a veces disfrazada de ‘humor’. En ese contexto es importante hacer notar a quienes difunden ese tipo de contenido, que no hacen lo correcto. Puede resultar embarazoso, pero reír la gracia supondrá una recompensa a esa conducta y enviará un mensaje equivocado que provocará su repetición.

¿Y qué pasa cuando la difusión se da en otros canales, como en redes sociales o plataformas de vídeo como YouTube? Probablemente, pensarán, lo debido sería acudir a la policía. Pero bien sabemos que probablemente no lo harán, porque ello requiere de mucho más tiempo y paciencia que mover un dedo. La buena noticia es que hay un término medio, como bien explica en esta misma revista Gabriel Cruz: usar el Canal Prioritario de la AEPD para denunciar la difusión de contenidos sexuales o violentos. Su eslogan no lo puede transmitir más claro: ¿Lo pasas o lo paras? Yo lo tengo claro: lo paro, y no paso. ¿Y ustedes? El poder está en sus manos.

Atraco a golpe de ‘clic’

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Atraco a golpe de 'clic'

Hasta usted, sin saberlo, puede ser el que le abra sus cuentas al ladrón. Hay tal número de amenazas que el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) ha publicado una guía para aclararnos todas ellas.

GABRIEL CRUZ

HASTA QUIEN ESTO ESCRIBE cayó en la trampa. En mi caso, fue por lo que se denomina ingeniería social y, dentro de esta, por phishing; es decir, por un correo electrónico. No lo vi llegar, me pilló con la defensa baja. Haciendo multitarea frente al ordenador, hablando por teléfono, revisando emails… En medio de varios clics di con un mensaje de la empresa donde tenía contratada una página web. Me anunciaba que al estar falto de pago me cerrarían la web. “¿Cómo? ¡Eso es imposible!”–pensé-. La reacción fue inmediata, cliqué en el enlace del email y metí mis claves. Sí: ese código que da acceso a mi perfil y en el que viene el método de pago. Había cometido un error de principiante: clicar en un enlace enviado por email. La estética del mensaje era idéntica a la de la empresa con la que tenía contratado mi servicio. Sin embargo, si quería confirmar la información, debía haber entrado en la web de la empresa directamente y no a través del enlace que recibí en el email. Ahí está la razón de porque el 95% de las incidencias en ciberseguridad se deben a errores humanos, según un estudio de IBM. ¿Qué hice? Al darme cuenta del error entré en la web y cambié las claves. Afortunadamente no llegaron a hacer compras con mi tarjeta, que yo sepa. Son tantas las posibilidades de ataque que el Incibe (Instituto Nacional de Ciberseguridad) ha publicado una guía gratuita para que nos enteremos de todas ellas.

Con nombre inglés. En mi caso sufrí un phishing en toda regla. Las denominaciones de los ataques son inglesas, lo que facilita su identificación internacional y acortamiento del nombre. Así, nos podemos encontrar con el ataque denominado shoulder surfing que en nuestro castellano es por “encima del hombro”; vamos, el de toda la vida. Es decir, el que se hace cuando el delincuente nos mira por encima para espiar las claves que escribimos en el ordenador o en el datáfono. Asi que no se extrañe si en un manual de Incibe lee cosas como, por ejemplo: “los fraudes online más comunes son el email spoofing que “difunde malware, como el ransomware, o intentan que tus dispositivos formen parte de una botnet”. Aparte del phishing, está el vishing, smishing, baiting, dumpster diving…Después de esto: ¿no cree que necesita un guía? Si desmenuzamos la guía del Incibe, tenemos ataques a las contraseñas, por ingeniería social, a las conexiones y por malware.

Los ataques por contraseñas son programas que intentan averiguar cuáles son las combinaciones de nuestras claves. Si somos de los que ponemos claves como el cumpleaños se lo ponemos fácil. El antídoto: contraseñas robustas. Aquí puede hacer patria e incluir caracteres como la ñ. Parece que los programas que usan los hackers para romper contraseñas no la consideran mucho.

Respecto a los ataques por ingeniería social, son los que intentan que mediante engaño sean los propios usuarios los que revelen la clave . Así tenemos el phishing (lo que les conté al principio), que se convierte en vishing si el engaño es mediante llamada de teléfono o en smishing si es por SMS (como los que le dicen que va a recibir un paquete). El mejor antídoto es no abrir correo sospecho y jamás pinchar los enlaces que nos envíen. Se lo digo por experiencia propia.

 

Sobre los ataques a conexiones, básicamente buscan hacerse pasar por redes wifi para, al conectarnos a través de ella, hacerse con el control de nuestra información.

Los ataques por malware se refieren al software malicioso introducido por descargar un archivo desde una web o por conectar un pendrive. Esto provoca que nuestro ordenador deje de funcionar o se convierta en una computadora zombi que junto con otras (botnets) trabaje, sin nosotros saberlo, a la orden de un ciberdelincuente para un ataque mucho más ambicioso a instituciones. Además de estas, hay muchas más posibilidades de ataques que se explican en la guía, así como la mejor vía para prevenirlos.

El riesgo es muy variado.  Como señala Rosa Díaz, directora del Incibe, “hay organismos especializados en ciberatacar”. Es decir, que robar es su trabajo. Que no le pillen despistado. Se lo dice uno que no leyó a tiempo esta guía.

Guía de los ciberataques

Todo lo que necesita saber como usuario de internet

 

Un teléfono clave

Fácil de recordar y gratuito. Para consultas sobre seguridad informática. De 9.00 a 21.00 horas, de lunes a domingo.

 

Pacto digital: la privacidad es cosa de todos

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PACTO DIGITAL: la privacidad es cosa de todos

Nuestra vida privada es tan inherente a nosotros que parece que cada uno tiene que proteger la suya… hasta ahora. La Agencia de Protección de Datos inicia un movimiento para que organismos públicos y privados contribuyan a expandir la cultura de la protección de datos como un bien común del que nos beneficiamos cada uno de nosotros.

GABRIEL CRUZ

El pacto que propone la Agencia de Protección de Datos (AEPD) es voluntario y, aunque tiene un espíritu universal, en la práctica está orientado a grandes empresas y asociaciones. Es un paso más para impulsar una concienciación fundamental en las compañías, por ejemplo, en la igualdad de género o la protección del medioambiente.

El pacto digital pretende crear una red de concienciación sobre la importancia de la privacidad. Desde un tweet de un bufete hasta una noticia en un informativo de televisión. Se trata de manifestar un compromiso firme. Es decir, no sólo cumplir la ley, evidentemente, sino propagar una cultura de la protección de datos. Muy importante: desde la Agencia Española de Protección de Datos nos insisten en que los que se adhieran al pacto no deberán cumplir una normativa más amplia de la que hay. Ahora bien, como ellos mismos señalan, no tiene mucho sentido firmar un compromiso público, voluntario, que no supone acatar una normativa extra para luego cometer infracciones de protección de la privacidad. Como resumió Mar España, la directora de la AEPD: “Es necesario poner en la agenda del mundo empresarial la denominada ética digital”.

¿Qué es lo que firmo? Como señaló Mar España en la presentación en el Foro de privacidad de febrero, “este plan se ha articulado en dos puntos clave: combatir la violencia en internet, sobre todo, en los menores y mujeres, y favorecer la innovación en el terreno de la privacidad para que no sea un obstáculo para la economía digital”.

La primera idea supone dar difusión entre empleados, clientes, socios y canales de difusión propios (como revistas corporativas o redes sociales) de la cultura de la protección de datos de la empresa o institución. También de la irresponsabilidad que supone difundir contenidos sensibles a través de las redes sociales, y, ligado a esto, la existencia de herramientas como la línea prioritaria, una comunicación de emergencia para solicitar urgentemente medidas de protección.

Mientras, en lo que se refiere a la innovación, se propone impulsar la transparencia para que los clientes y socios conozcan qué datos se están recabando sobre ellos y para qué se emplean.

Muchas veces la protección de datos puede ser entendida como una excusa para no decir nunca nada. De hecho, es obligatorio informar a un cliente de cómo se tratan sus datos, con qué finalidad, si se van a vender a un tercero, etc. Y es que los datos son el nuevo oro. Son el alimento de la inteligencia artificial. La misma que decide en su plataforma de televisión qué película le gustará o en su banco si se le concederá un crédito. De hecho, uno de los aspectos más reseñables de este pacto es garantizar que las tecnologías no perpetúen sesgos para aumentar las desigualdades existentes, evitando la “discriminación algorítmica” por razón de raza, procedencia, creencia, religión o sexo.

Respecto a la transparencia, la propia AEPD hace públicos sus dictámenes. De esa forma sabemos claramente qué está bien y qué no. Y, sobre todo, evita las sospechas de arbitrariedad. Ahora bien, lo que no publica son las personas implicadas. En esa línea de transparencia la propia directora de la Agencia pide «reforzar» el control parlamentario de su propia institución a través de comparecencias anuales en el Congreso. Si ella misma es la que quiere ese control es porque genera confianza en una institución.

Impulso empresarial. Habrá empresas que consideren que el cumplimiento de la protección de datos, que es una normativa europea, es otra carga administrativa. “Más papeleo”. Sin embargo, mírelo desde otro ángulo. Su estricto cumplimiento le hace más competitivo porque, aparte de evitarse multas, le da reputación. En esto juega un papel importante el “pacto digital”. Su privacidad es como su casa, a la que en ocasiones tiene que dejar a una empresa pasar para que le preste un servicio. Si en su vivienda entra un fontanero, en su vida digital tendrá, por ejemplo, que facilitar su tarjeta de crédito para comprar online. ¿A quién daría su dirección o su número de tarjeta de crédito? ¿A una empresa que no se implica públicamente en la protección de datos o a una que sí lo está?

Mar España nos insiste en el foro privacidad: “El pacto digital. Es un factor de confianza que favorece el crecimiento económico y la creación de empleo”. Los organismos que se han adherido son más de un centenar, desde asociaciones de empresarios, todas las televisiones de ámbito nacional, bufetes, asesores…”

De hecho, José Luis Bonet, presidente de la Cámara de Comercio de España, señala que “no hay otra vía para el futuro que la digitalización de las empresas y, por tanto, hay que mitigar los riesgos para evitar daños a la intimidad y al honor. La mejor forma de hacerlo crecer es a través de la colaboración público-privada y, en este sentido, este pacto es un activo para las empresas. Es decir: unir la competitividad con la protección”.

Por el lado de las organizaciones de voluntariado, su presidente, Luciano Poyato, se compromete “a ampliar la voz para que el derecho a la privacidad de las personas más vulnerables se implemente de una forma eficaz”.

Sin embargo en este ámbito el papel más importante lo tienen los medios de comunicación. Ellos sí que tienen que cumplir un decálogo claro: no mostrar imágenes de violencia innecesaria, de la misma forma que cuando se informa de violencia machista aparece el 012. Ahí es donde está la responsabilidad y la reputación de los medios convencionales que, a diferencia de las redes sociales, tiene sus límites por el bien de todos.

Unirse al pacto

¿Quiere unirse al pacto propuesto por la Agencia de Protección de Datos? entrando en su web solo necesitará tener un sistema de identificación pin o firma electrónica. La validez es de un año con renovación automática, salvo que el organismo que lo firme no decida continuar.

Canal prioritario de denuncia

La Agencia de Protección de Datos también ofrece una vía directa para denunciar contenido explícito sexual o violento. La denuncia se puede tramitar digitalmente en el apartado Difusión Ilegítima De Imágenes Especialmente Sensibles. Se necesita un certificado digital. También se puede imprimir el formulario y presentarlo en cualquier oficina de correos. Si hay indicios de delito la Agencia lo comunicará a la Fiscalía.

Y en Twitter qué opinan

 

EN ESPAÑA:

@AEPD_es Agencia Española de Protección de Datos

@AsociacionAPEP Asociación Profesional Española de Privacidad (apep.es)

@fjavier_sempere Javier Sempere (abogado experto en privacidad)

@leoplus Leandro Núñez (abogado experto en privacidad)

Digitalizarse o desaparecer

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Digitalizarse o desaparecer

EL TITULAR le puede resultar repetitivo. Pero precisamente por eso es más grave la inacción de nuestro país y de Europa ante lo que se nos viene encima. Una muestra: el 70% de las tecnologías más innovadoras se producen en cinco países: cuatro asiáticos y Estados Unidos.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv
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EMPEZAR DICIENDO QUE HEMOS entrevistado a Rodríguez Zapatero para hablar de la digitalización de las empresas, les resultará llamativo. Pero este Rodríguez Zapatero, Javier, domina el inglés y ha llegado a lo más alto en el competitivo mundo de la empresa privada, tanto que fue presidente durante 8 años de Google España y Portugal. Nos recibe en la sede de ISDI, su escuela de negocios digital. “Es una oportunidad única para cambiar el modelo productivo de España, si no queremos seguir siendo el bar de copas e Europa”. Se refiere a los 140.000 millones de euros que vendrán de la UE. “No vamos a tener otra como esta para cambiar y eso implica invertir en capacitación digital. Es decir, llevar el dinero donde después se puede hacer mucho más grande, dar más rentabilidad”.

España ha sido la economía más dañada del euro por la pandemia. Dependemos de la hostelería y el turismo y ambas están heridas de muerte con las nuevas reglas de la era Covid, entre ellas, el distanciamiento social. Es aquí, en el turismo, nuestra joya de la corona del PIB, donde se manifiesta la paradoja de nuestro sistema productivo. Teniendo el sol y la playa, imposible de “fabricar” fuera, gran parte de los beneficios se van a las plataformas de reservas online, en cuyas sedes, curiosamente, hace mal tiempo. Es el caso de Booking en Amsterdan (Holanda), Expedia en Seatle (USA) o Airbnb con sede europea en Dublín.

No somos competitivos. ¿Y qué tal estamos ahora? Pues lo cierto es que España está mal. Seguimos cayendo en el Ranking Mundial de Competitividad Digital que elabora la escuela de negocios suiza IMD, pasando a ocupar la posición 33, el peor resultado obtenido desde el inicio de este indicador global. La caída de España en el ranking se debe a “menor talento, formación, legislación, capital, capacidad de adaptación, agilidad empresarial e integración de las tecnologías de la información”. Al menos estamos muy bien en la red de fibra. Ya lo recordó a principios de diciembre el presidente Pedro Sánchez: “debemos avanzar sin descanso, replicando el milagro español de la fibra en la extensión de redes y del 5G”.

También lo destacó Carina Spilka, presidenta de la Asociación española de la economía digital, en una jornada del Foro Futuro sobre La digitalización de la economía y de la empresa. “En infraestructura y conexión jugamos en primera división. Sin embargo, en capacitación digital y en regulación estamos muy lejos del resto de países. Es como si tuviéramos muy buenos estadios de futbol pero sin ligas ni jugadores de nivel”. Porque digitalizarse no es poner una web de la empresa; es, por ejemplo, tener la información en la nube o tomar decisiones en base a datos analizados por inteligencia artificial. Por si fuera poco, el futuro no puede ser más desalentador. Según Carina Spilka “hacen falta dos generaciones para que alcancemos las capacitaciones digitales del resto de países”. Para Rodríguez Zapatero sería necesario un pacto en educación, pero viendo el tormentoso trámite de la octava ley de educación en democracia, la Lomloe, tengan por seguro que el acuerdo tardará años.

El gobierno presentó en julio su plan España digital 2025 que persigue ese cambio. Esperemos que no le pase como a los anteriores (el plan Info XXI o el Avanza, nunca cumplieron los objetivos). Tampoco extraña teniendo en cuenta que nuestra inversión en innovación es un 1,24% del PIB, mientras que la media de la Unión es un 2,06%, aproximadamente la misma que la de EE.UU. y China. Aparte están Suiza, Alemania o Dinamarca, todas por encima del 3%.

¿A favor o en contra del gigante? Ante esta situación: ¿es mejor luchar contra gigantes como Amazon y Aliexpress o unirse a ellos? Por un lado, surgen plataformas de venta como Zercal, en Aragón, donde el pequeño comercio vende sus productos. Los negocios adheridos abonan 39 euros mensuales. Otras plataformas son mucho más modestas como “Mojizon”, del ayuntamiento de Minas de Rio Tinto. El nombre procede de la unión de Amazon con mojinos, como coloquialmente se le llama a los habitantes del pueblo. En este caso la web es una página de Facebook y da servicio con ayuda del ayuntamiento a los comercios de la zona. Sin embargo, cuando nos recibe Fermín Albaladejo, presidente de CEAJE (Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios) piensan todo lo contrario: “Nosotros no les vemos como un enemigo, al contrario, son un aliado porque se puede vender dentro. De hecho, tenemos una oficina de transformación digital que ayuda a pequeños empresarios a vender en plataformas como Amazon, eBay o Aliexpress”.

"Por una España digital"

Lo que Javier Rodríguez Zapatero, presidente de ISDI, nos resumió en unos minutos de entrevista, se encuentra más detallado en este libro. El término “digital” no es sólo una tecnología, es una cultura. “El cambio no puede esperar”, sentencia. El caso es que se nos acumula el retraso viendo a nuestro país descender en puestos de competitividad mundial.

Seguimos cayendo en el ‘ranking’ mundial de competitividad digital que elabora la escuela de negocios suiza IMD, pasando a ocupar la posición 33

Datos: el nuevo oro

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DATOS: el nuevo oro

¿CUÁNTO PAGARÍA por una bola de cristal con la que predecir lo que le comprará un cliente? ¿Por qué partido votará alguien? ¿Es posible acertar con un diagnóstico médico? Todo depende de los datos y de la inteligencia artificial necesaria para procesarlos. Lo consiguen todo: desde aprobarle su hipoteca a ubicar la caída del próximo rayo. Con razón la llaman la cuarta revolución industrial. Y es que solo hay algo mejor que un dato: otro más.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv
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EL CAMPO DE LA INTELIGENCIA artificial es tan amplio que llega a todos los lugares. También al salón de su casa, o ¿no se ha planteado por qué cuando termina de ver una película en una plataforma esta le ofrece otra semejante a la que estaba viendo? En este caso, el responsable es un algoritmo que se llama “filtro colaborativo” y que se basa en la semejanza de los gustos de diferentes clientes. Es decir, si Manuel ha seleccionado una película que le gusta también a Gabriel, es más probable que a Manuel también le gusten otras películas que le hayan gustado a Gabriel. Dicho así, le parecerá demasiado simple para que acierte con sus predicciones. Pero es que la plataforma tiene la capacidad para analizar decenas de millones de usuarios y cuantos más datos tiene de ellos, más acierta. Ahí es donde nos damos cuenta de que, aunque creamos que somos únicos, en el fondo somos parecidos a los demás. Esta es la base principal de muchos algoritmos de las redes sociales.

Un algoritmo es una serie de pasos que se realizan para resolver un problema. Por ejemplo, una receta de cocina o unas instrucciones de bricolaje. A estos les llaman algoritmos cualitativos o los “paso a paso”. Pero hay muchos más: los algoritmos dinámicos, de reverso, oportunistas, de marcaje, aleatorios, etc. Por haber, hay un tipo denominado de “fuerza bruta” que efectúa muchas combinaciones y que por tanto necesita de mucha potencia de procesamiento. Este tipo de algoritmo fue el que utilizó el ordenador ‘Deep Blue’ en las partidas de ajedrez contra el maestro Kasparov. La primera, en 1996, la perdió, pero en 1997 venció al humano.

Panda y Pingüino. Aparte, cada empresa tiene los suyos, como Google con Hummingbird (Colibrí) que es el que busca la información cuando usted lo hace en su web. Recientemente ha sido mejorado porque ya no sólo busca por coincidencias de palabras sino también por el contexto. Pero Google tiene otros más, por ejemplo Panda y Pingüino, que penalizan aquellas webs que intentan manipular los resultados de búsqueda. Pero entonces, ¿es lo mismo un algoritmo que un programa informático? No, el algoritmo puede estar escrito en nuestro lenguaje, (la receta de una cocina que apuntamos en una libreta) mientras que el programa es la traducción de ese lenguaje al de la computadora para que ésta lo ejecute.

Los datos son la energía que hace que un algoritmo funcione. Y cuantos más tenga, mejor, porque así puede hacer lo que tanto queremos de ellos: crear patrones y previsiones. Cuando se empiezan a desarrollar todos los algoritmos de IA fallan bastante. Pero se les va educando a base de datos, de la misma forma que se hace con un niño cuando se le enseñan los colores. Y será por datos… Actualmente hay millones de millones: cuando da un like, navega por la web, su posicionamiento… Pero no solo los facilita usted a través del teléfono. También se envían datos a través del “internet de las cosas” (coches, electrodomésticos, supermercados…).

Las posibilidades son infinitas. Incluso es posible predecir dónde caerán (aproximadamente) los rayos. Así lo ha desarrollado la escuela politécnica de Suiza recopilando datos de las estaciones meteorológicas. ¿Se imaginan que en el futuro se perfeccione este sistema para aprovechar la energía de los relámpagos?

En el mundo jurídico parece que las cosas van lentas. Si bien se producen millones de datos, el problema está en procesarlos adecuadamente por la ambigüedad del lenguaje humano según sea el contexto. Es mucho más complicado de analizar que un “me gusta” de una red social. Como las sentencias están en nuestro lenguaje humano (aunque viendo la complejidad de algunas nos surjan las dudas), el ordenador debe realizar un proceso de conversión para entenderla. Lo hace a través del Procesamiento del Lenguaje Natural (PLN o LNP) el campo de la inteligencia artificial que investiga cómo pueden hacer que las palabras de las personas las entienda la máquina.

Distinguir la Covid. Salvo algunas dificultades como la anterior, no hay campo que se le escape a la inteligencia artificial. La Universidad de Tsinghua en Pekín (China), ha desarrollado un sistema para distinguir la Covid‐19 de la gripe en menos de tres segundos. ¿Cómo? Con un algoritmo que digirió 11.356 tomografías computarizadas de 9.025 individuos.

¿Qué ha pasado para que se produzca esa revolución? Primero, el abaratamiento del almacenamiento de datos. En este sentido aún hoy se sigue repitiendo la afirmación que hizo Fabrizio Salvador, profesor de IE business school, en 2014. El experto aseguraba en su estudio sobre big data que almacenar “toda la música del mundo cabría en un dispositivo de 600 dólares”. De hecho, si en 1980 se pagaban 100.000 dólares por gigabyte, en 2015 era menos de 10 centavos.

Aparte de la capacidad de almacenar también ha mejorado la capacidad de refinar ese petróleo que son los datos. Así, China, que es potencia mundial en este campo, tiene una supercomputadora (el Tianhe‐3, vía láctea en Chino) que realiza un trillón de cálculos en un segundo, lo que permitirá encontrar respuestas a grandes enigmas de la medicina o la naturaleza. Las posibilidades dan vértigo y esto no ha hecho más que empezar.

 

Película ‘Her’


(2013) director, Spike Jonze; protagonista, Joaquin Phoenix.

¿PUEDE LLEGAR LA INTELIGENCIA artificial, si sabe tanto de nosotros, a enamorarnos? Es lo que plantea esta película que ganó un Oscar al mejor guión. Después de lo que ha leído: ¿qué es lo cree que quiere un sistema operativo con voz de mujer para ser conquistado? ¿Salir a cenar? No, datos.

Y en Twitter qué opinan

 

EN ESPAÑA:
@SEDIAgob Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial. Vicepresidencia de Asuntos Económicos y Transformación Digital.

@Spain_AI_Spain Asociación sin ánimo de lucro que busca crear una comunidad colaborativa sobre Inteligencia Artificial en España.

@BigDataMagazine Primera revista española especializada en datos. Muy completa, incluyendo una serie de podcast de lo más variado.

EN EL EXTRANJERO:
@kirkdborne 272.000 seguidores. Elegido como el top de los influentes (influencers si quiere maltratar el idioma). Es un científico de datos. Fue durante doce años profesor de Astrofísica y Ciencias Computacionales.

MARK STEVENSON:
@TheDataAgent 55,1 mil Seguidores. Para los que creen que ya no se puede reciclar. Él es licenciado en Políticas e Historia y se ha transformado en un especialista del impacto del big data en el mundo laboral.

Policías cibernéticos

EL JEFE DE LA COMISARIA local de Las Rozas (Madrid), Manuel López, nos recibe en su despacho. Entre los objetos que tiene dispersos por él, está una expendedora de billetes de autobús, conocidas como churreras. “Es del año que trabajé en la EMT en 1990, todavía funciona”, nos señala dando la vuelta a la manivela. Bajamos un piso para acercarnos al verdadero motivo de nuestra visita: la sala de control de cámaras del municipio. Aquí uno espera ver a policías pendientes de las pantallas, pero no es así porque el propio sistema lo está por ellos. “Funciona con inteligencia artificial, nos salta una alarma si detectan una matrícula de un coche robado, los identifica por su tipología, color, marca, etc.”, señala López. Este tipo de tecnología también identifica el recorrido de un sospechoso. Por ejemplo, es capaz de ver por dónde ha pasado una persona con cazadora marrón. También avisan a los policías en caso de que alguien sufra un desmayo (el programa reconoce que una persona ha caído) e incluso puede predecir, aunque sea por segundos, si se va a producir un delito al detectar armas, una mochila abandonada o un rostro cubierto con pasamontañas.

Lo que leerá aquí no saldrá en televisión (se lo dice un conspiranoico)

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Lo que leerá aquí no saldrá en televisión (se lo dice un conspiranoico)

SI YA HA EMPEZADO a leer es que ha caído en la trampa. En este caso, es la del “principio de escasez”. Una de tantas que lanzan los conspiranoicos a través de las redes sociales para captar su atención y tratar de influirle. Hay muchas más. Se las contaremos para que no le pille desprevenido. Sobre todo ahora en tiempos de pandemia, el terreno más fértil para manipular a las personas.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv
[email protected]

Charlar con el psicólogo Ramón Nogueras es lo menos parecido a hacerlo con un sesudo investigador que se pierde en discursos enrevesados. Habla directo y con él no hay confusión en el mensaje. Si no me creen, aquí tienen el título de su último libro: Por qué creemos en mierdas. (Cómo nos engañamos a nosotros mismos) (Ed. Kailas). Viene desde Barcelona a Madrid para dar una charla divulgativa. Momento en el que nos atiende en una cafetería de la capital para explicarnos cómo es posible que creamos en… eso mismo.

Todo empieza porque los humanos tenemos una gran capacidad para ver patrones. Es lo que nos ha hecho evolucionar. Por ejemplo, nuestros antepasados descubrieron que tirar una semilla al suelo iba unido a que después creciese una planta que comería, y así nació la agricultura. Pero, como señala Nogueras, “esa gran capacidad para relacionar a veces no la frenamos y unimos cosas que no lo están. Por ejemplo, una vez que había sequía sacaron un santo en procesión y llovió. Con lo que entendieron que sacar a un santo traería lluvia”. El problema es que una vez convencidos de que la relación existe tenemos una tendencia muy fuerte a proteger esa creencia. “Reconocer que esa regla es falsa es muy aversivo para nosotros, nos hace sentir que podemos haber estado equivocados en muchos temas”. A nadie le gusta sentirse así. La mayoría lo asume, pero una pequeña parte no y ahí se convierte en un conspiranoico.

Es el caso del movimiento antivacunas, que surgió en 1998 cuando el científico Andrew Wakefield sugirió en la revista científica The Lancet que podría haber una relación entre vacunación y autismo. Estudios posteriores lo descartaron; incluso dos coautores del artículo se retractaron. Daba igual; la gente que lo creyó ya no dejó de hacerlo. Como ven, los conspiranoicos son inflexibles mientras la ciencia es flexible. Va cambiando conforme se saben más cosas. De hecho, cuanto más tiempo creen en una teoría sin respaldo científico, más inflexibles son porque más daño les hace reconocer su equivocación pues todo ese tiempo que han invertido no ha servido para nada. A esto le suman otros mecanismos de refuerzo, por ejemplo, el sesgo de confirmación. “Es la tendencia que tenemos de prestar una atención exagerada a cualquier información que confirme nuestra creencia y desechar la que la contradice. Incluso ésta se verá como refuerzo. Por ejemplo, en los antivacunas, acusar a los que difieren de ellos de que están a sueldo de las farmacéuticas”, apunta Nogueras.

Pero hay más mecanismos para fortalecer nuestra falsa creencia. Por ejemplo, “el principio de escasez” con el que intenté atraparle en esta lectura (“Lo que leerá aquí no saldrá en televisión”). “Si es una información que no sabe mucha gente, seguramente es muy valiosa y por tanto tiene que ser cierta”, señala Nogueras. Traducido al movimiento antivacunas sería algo así como “este estudio demuestra que tenemos razón y no lo verás en la tele, porque lo quieren silenciar”. Otro puntal es el “principio de autoridad”. Como señala el psicólogo: “tengo más posibilidades de acertar con la verdad si hago caso a esta persona. Lo que sucede es que algunos eligen como autoridad en el coronavirus a cantantes como Miguel Bosé”. El caso es que la creencia en bulos afecta a personas con gran nivel intelectual. De hecho, algún premio Nobel ha caído en ellos. Kary Mullis, lo ganó en 1993 por su trabajo sobre la reacción en cadena de la polimerasa (la PCR). La misma que permite descubrir si en su cuerpo tiene el SARS-CoV-2. Pues bien, el bioquímico, fallecido en 2019, discutía el cambio climático, defendía la astrología y el consumo de LSD.

El acelerador de las redes sociales. Las teorías conspiranoicas han existido toda la vida. El problema, ahora, es su rápida propagación, mayor que la de una noticia verdadera. Así lo contrastó una investigación en Twitter del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) de 2018. Concretamente, las noticias falsas llegan un 70% más lejos y más rápido que las ciertas porque las falsas parecen más novedosas y la gente es más propensa a compartir información nueva. Además, triunfan porque apelan a sentimientos primarios como el temor, la indignación y la sorpresa.

 

El problema ahora es grave. Si alguien antes creía en los ovnis no perjudicaba a nadie, pero si no cree que la pandemia existe u opina que es malo vacunarse, nos afecta a todos porque propaga la enfermedad. Como nos señala el neurovirólogo Juan Antonio López: “la Organización Mundial de la Salud declaró a los antivacunas como uno de los 10 factores más peligrosos para la salud. Su efecto es tal que resulta inconcebible que por ellos en California haya menos vacunados de sarampión que en Sudán del Sur”.

Y en Twitter, ¿qué opinan?

Las redes sociales son el mejor medio para extender bulos que afectan a nuestra salud. Sin embargo, en ese territorio existen algunas referencias para frenarlas como @lagamez (Luis Alfonso Gámez periodista y creador de la web magonia) @cescept (Promoción del pensamiento racional y crítico) @apetp (Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas). @escepticos (Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico). @maldita_ciencia (divulgación científica).

Cuanto más tiempo creen en una teoría sin respaldo científico, más inflexibles son porque más daño les hace reconocer su equivocación

Empleo digital: la revolución laboral

LA @

Empleo digital: la revolución laboral

LLEVAMOS AÑOS hablando de la revolución digital que viene, pero ya estamos en ella. Para los que dudaban, los cambios laborales y en la enseñanza provocados por la pandemia han acabado de convencerles. Su trabajo no será como antes o incluso no existirá. Pero no se agobie: ¡adáptese!: Hágase líquido.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv
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Ha sido la historia de empleo digital más importante ocurrida en España. En septiembre, un fondo sueco compró la web inmobiliaria idealista.com por 1.300 millones de euros. La mayor venta de un portal de internet creado y gestionado en España. Lo fundó Jesús Atienza con su hermano y un amigo hace 20 años. Atienza se inspiró en “Rentech” un portal rudimentario de alquiler de Silicon Valley, California. Cuando vino a España creó el suyo, “idealista”, se autoempleó y acabó con ese gran final. Esta historia se cita a menudo en medios y en escuelas de negocios porque nos encantaría que nos sucediese lo mismo. Es el relato de un triunfador de la revolución digital. Sin embargo, como en todo gran cambio, habrá gente que no se adaptará, frustrará sus expectativas profesionales o incluso irá al desempleo. El silencio del fracaso hará el resto. Sus historias no se escucharán. Para que no le pille de improviso, lo que sigue es lo que tenemos encima.

La encuesta (2.400 entrevistas) de la III percepción social de la innovación de la fundación Cotec señala que dos de cada tres trabajadores confiesa que la automatización afectará a su trabajo. Sin embargo, disminuye a uno de cada dos los que aseguran contundentemente que de “ninguna manera” podrá ser reemplazado por un robot o algoritmo. Lo cierto es que, hasta el que escribe esto, es susceptible de ser sustituido. Desde hace años la agencia Associated Press usa programas para redactar noticias. Eso sí, muy mecánicas, de poca profundidad y solo sobre mercados bursátiles y deportes. Pero quién sabe…

Mi trabajo por un algoritmo. Un algoritmo es un listado de operaciones “si haces esto sucede esto otro”. Pueden ser desde una receta de cocina (pelo las patatas, las frío…) a una tabla de multiplicar. Pero si se une algoritmo y computación, ahí es cuando viene la revolución. Porque sus cálculos son inimaginables para la mente humana. No por nada, el algoritmo más famoso del mundo es el PageRank que utiliza Google para rastrear la web dando los resultados de búsqueda ordenados por su importancia. Para que se hagan una idea: un ordenador doméstico de cuatro gigahercios puede hacer 4.000 millones de operaciones en un segundo. Multiplique esa capacidad trillones de veces según el volumen de la empresa y de sus computadores. Entonces, esa fórmula, ese algoritmo, responderá a preguntas como ¿me podrá pagar un préstamo?, ¿cómo mandar este paquete para que cueste menos?, ¿cuáles son los gustos de mi cliente?, incluso ¿qué enfermedad padece? Los que piensan que esta revolución no les afectará deberían preguntarse cuánto de creativo o de mecánico tiene su trabajo. La diferencia con las anteriores revoluciones industriales es que esta no sólo afectaría a actividades físicas, sino, sobre todo, a las intelectuales.

Para saber más

La era de la disrupción digital , de Javier Andrés y Rafael Doménech
Escrito por dos catedráticos de economía. El ensayo traza las líneas de por dónde irá el crecimiento. No es una guía de empleo, sino que habla en términos generales sobre cómo será la distribución de la renta, la polarización del empleo o el rediseño del Estado de bienestar, entre otros.

La imparable marcha de los robots, de Andrés Ortega.
Sin dejar de lado los efectos económicos se centra, sobre todo, en las capacidades que pueden desarrollar estas máquinas incluyendo la inteligencia artificial.

Una muestra de posibles cambios, por ejemplo, en la concesión de un préstamo hipotecario. Ahora depende del departamento de riesgos donde una persona analiza los datos que le facilitan (su nómina o historial de impagos). Pero desde hace años las entidades ya cuentan con ordenadores que trabajan con algoritmos que hacen ese trabajo. Conforme vayan sumando millones de datos de otros casos, cada vez acertarán más sobre la fiabilidad de un préstamo. Analizarán todos los datos que usted genere y los compararán con lo que ha sucedido en otros supuestos. Como señala Kai-Fu Lee, uno de los mayores expertos de inteligencia artificial, hasta se fijará en las veces que se queda sin batería en el móvil. ¿Qué tiene eso que ver con una hipoteca? Ni el propio banco lo sabe, pero sí que los millones de datos, el big data, que maneja, eso significa algo. Seguramente mínimo, pero algo. Aplíquelo a otros casos, un algoritmo que tras analizar millones de sentencias encuentra la jurisprudencia perfecta para defender su caso.

Ha empezado el debate entre los denominados tecno pesimistas que piensan que esta revolución acabará con el trabajo y los tecno optimistas convencidos de todo lo contrario; simplemente que se cambiarán unas actividades laborales por otras.

La voz de Susana Marcos, CEO de Peoplematters, una de las más prestigiosas consultoras de Recursos Humanos, suena con la veteranía de la que ha lidiado con la misma pregunta durante 30 años: “En esto hay mucha literatura y mucha imaginación”, nos dice. “Lo que es cierto, es que esta revolución, de la que se lleva hablando años, se ha acelerado. Esto lleva a las empresas a ser mucho más flexibles, lo que nosotros llamamos organización ALF (ágiles líquidas y flexibles), no tan piramidales como antes. Creo que se generará más empleo.” En eso coincide Rafael Doménech, catedrático de economía: “trae riesgos, pero supone muchas oportunidades. Hasta ahora el balance es positivo porque nunca ha habido en el mundo tantas tasas de empleo como ahora. De hecho, aquellos países en los que más está avanzada la robotización son los que más empleo han generado. Además, hemos mejorado nuestra calidad de vida como nunca en la vida”.

Como apunta Susana Marcos “será un empleo distinto, aunque si no aumenta la productividad no habrá más puestos de trabajo”. De hecho, el informe Adecco Institute 2020 asegura que lo que en 1970 se hacía en una jornada laboral, hoy está terminado en hora y media. Además, el último informe correspondiente a 2019 de la institución pública Red señala que el sector de las empresas de tecnologías de la información es el que más crece anualmente en nuestro país, un 3,2%, empleando a más de 532.822 personas. Trabajos de los que nadie había oído hablar hace un par de décadas.

Serían otros y cambiaron, se adaptaron. Por eso sea “líquido”, como dice Marcos o si lo prefiere Bruce Lee: “Be water, my friend” (sé agua, amigo). Así que no se obsesione con ser un nuevo Jesús Atienza. Quizá lo sea, pero seguro que otro diferente. Adáptese a lo que vaya surgiendo. Recuerde la sentencia de John Lennon: “la vida es lo que sucede mientras te empeñas en hacer otros planes”.

Tik Tok: cuando el objetivo son los jóvenes

LA @

Tik Tok: cuando el objetivo son los jóvenes

EL OBJETIVO de una red social es mantenerte el mayor tiempo posible pegado a la pantalla para mostrarte anuncios e incluso intentar manipularte. Hasta ahora, eran patrimonio de EE.UU. Facebook, Instagram, YouTube y Twitter. Sin embargo, la red que más está creciendo es la china TikTok. Hasta el punto de que Trump le ha declarado la guerra. ¿Quién dijo que eran necesarias las armas para ir al combate? Ellos juegan; los jóvenes son ahora las fichas y así funciona la partida.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv
[email protected]

Hace años mi hija me confesó entre lágrimas que en el colegio le habían dicho que los Reyes Magos no existían. No quiso escuchar mi justificación: “búscalo en Google”. Las primeras pantallas de resultados unánimemente negaban su existencia. Cerré el ordenador justificando que se había roto. “¿Cómo era posible que en un buscador donde se daba cabida a miles de teorías conspiranoicas o extremistas, etc. no quedase hueco para una ilusión que te hace mejor persona?”, pensé. Entonces supe de casos de niños que habían dejado de creer en los Reyes al buscarlo en un móvil.

Esa misma noche, sin apenas conocimientos, creé una web www.losreyesmagosexisten.com en la que justificaba su existencia y, sobre todo, pedía a los niños que se alejasen de los móviles o tabletas… que jugasen, leyesen, corrieran, etc. La bola creció…, salió en medios nacionales e internacionales la singular lucha de un padre por mantener viva la ilusión de su hija frente a la voracidad tecnológica. Nadie la quiso patrocinar, incluidas multinacionales que hablan de “humanizar la tecnología”. “¿Cómo pretendes que pidiendo que los niños se alejen de los móviles te apoyen empresas que viven de la publicidad?”, me confesó un profesional del marketing.

Quizá mi frustración también la sintió Tristan Harris, de Silicon Valley. La diferencia es que él fue ingeniero de tecnología persuasiva y trabajó cuatro años para Google. Elaboró un informe interno (A Call to Minimize Distraction & Respect Users’Attention) en el que denunciaba que la compañía, aprovechando su conocimiento de las debilidades psicológicas humanas, perseguía que estuvieran el máximo tiempo posible enganchados a la web. “Al principio tuvo un gran impacto, pero luego su efecto desapareció”, confesó Harris. Salvando las distancias, como le pasó a mi proyecto. Pero Harris no tiró la toalla. Abandonó Google en 2016 y desde entonces no ha parado de denunciar cómo las redes sociales nos manipulan para volvernos más adictos a ellas.

¿Pero cómo es posible semejante enganche? Alfredo Oliva es profesor especializado en la adolescencia en la Facultad de Psicología de Sevilla. Fue el primero que hizo un estudio sobre el tema en España. Su conclusión es que los jóvenes entre 14 y 19 años son más vulnerables a la adicción en redes. Sucede así: “la corteza prefrontal del cerebro controla los impulsos; es como el pensamiento racional. Mientras, hay una parte más emocional, el sistema mesolímbico, que pone en marcha los impulsos y la dopamina, lo que nos genera placer”. La sociabilidad del ser humano es clave para su evolución, nos viene de “serie”. Buscamos la validación social, que nos quieran y admiren y para eso hay que interaccionar con otros. Por eso los “likes” y comentarios nos gustan, liberan dopamina, nos hacen felices. En el caso de las personas hasta los 29 años, ese efecto se dispara, porque su corteza prefrontal (la que controla los impulsos) aún no está lo suficientemente madura.

Las redes sociales. Todas las redes sociales se basan en el placer que genera nuestro cerebro. Tim Kendal, ex ejecutivo de Facebook y ex presidente de Pinterest, lo resumió así: “lo que buscamos es cuánto tiempo de tu vida podemos captar”. Todos compiten por mantener el mayor tiempo posible tu atención. Es la misma masa de pizza a la que se le cambian algunos ingredientes. Si Google engancha mostrando información, en Facebook son las fotos de amigos, y en TikTok videos divertidos… La máxima es que cuando nos dan gratis algo, es porque nosotros somos el producto. “La atención de las personas” es lo que venden las redes sociales a los anunciantes. El algoritmo de la red social recoge los gustos del consumidor y le vuelve a ofrecer contenido apetecible. En psicología se llama “refuerzo positivo intermitente”. Está en tu teléfono y sabes que lo que te va enseñar te gustará.

Ya lo comentó Guillaume Chaslot, ex ingeniero de YouTube en su charla (Quand l’IA nous dresse les uns contre les autres) del think tank TED. “Los vídeos más agresivos y los más extremos, como las teorías de conspiración, tienen mejores resultados y, como tal, son los que más tiende a recomendar el algoritmo al usuario”.

Empieza la guerra. Ya hemos visto cómo funcionan las armas, pero hasta ahora solo un país las tenía: EE.UU. Todas las redes sociales con éxito eran suyas hasta que apareció TikTok. Ahora es cuando viene la batalla, porque quien la controla es una empresa china, ByteDance. Son 800 millones de usuarios activos. Es la red social con mayor crecimiento. En TikTok se cuelgan videos de 15 segundos de duración máxima, pero se pueden encadenar cuatro para conseguir 60 segundos. La aplicación incluye música y efectos para que los videos sean más atractivos. Es como un “pica-pica” visual tan adictivo como una bolsa de patatas fritas: empiezas por una… Pero el problema aquí es que la bolsa (los videos) no se acaba. Su algoritmo es muy eficaz y cuando termina un video recomienda con gran acierto otros más. Además, si en otras redes sociales solo se ve el contenido de las personas que se sigue, aquí también se recomiendan otros fuera de ese grupo. Cuando en la pantalla aparecen las mismas caras llega un momento en que ya no se perciben como desconocidas. Como señala el psicólogo Javier Urra: “al final eso puede acabar en un contacto por mensajería privada y citarte con un completo desconocido”.

Otros enfoques

El código de la persuasión
Christophe Morin y Patrick Renvoise
Ed. Alienta.

Digamos que este es el manual del “enemigo”. Este manual nos explica cómo persuadir a las personas a través de cómo entendemos y sentimos un mensaje.

Sus autores ofrecen el primer modelo integral de persuasión basado en las últimas investigaciones en neurociencia, psicología de los medios y economía del comportamiento.

Are You Lost In The World Like Me?

Video del grupo musical Moby y que se puede ver en YouTube. (Paradójico, ¿verdad?) Resume muy gráficamente el camino que para estos artistas está trazando nuestra sociedad tan hiperconectada.

Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato
Jaron Lanier
Es el gurú de la realidad virtual y uno de los precursores de la web 2.0. Nos explica con una contundencia abrumadora cómo las redes sociales están convirtiéndonos en personas rencorosas, tristes, asustadizas, poco empáticas, aisladas y triviales. Por si le quedaban dudas.

Una red espía

En TikTok pueden aparecer mensajes extremistas, sexuales. Pero lo que preocupa a EE.UU. es que además, recaba información del usuario. Asi que, para que esta riqueza de datos no acabe en manos del gobierno chino, Donald Trump la quiso prohibir. No hizo falta, porque TikTok se asoció con la empresa estadounidense Oracle para que los datos de usuarios se queden en sus servidores. Por si acaso, el gobierno chino ha prohibido la venta de TikTok a EE.UU. y con ella por tanto su algoritmo de recomendación. Es su pócima secreta que recomienda a sus 50 millones de usuarios diarios estadounidenses (1 de cada 4 habitantes) que es lo que le conviene ver. Y contra ese poder de manipulación ni los Reyes Magos pueden luchar, ¿o sí?

Pegados al móvil

Un estudio de 2019 de Multiópticas (2.000 encuestas) señala que a los 6 años de edad el 54% de los niños ya tiene un dispositivo con pantalla y a los 9 años manejan su primer teléfono móvil. El resultado de toda esa siembra es esta cosecha: 1 de cada 3 menores de 18 años pasan más de 4 horas diarias mirando una pantalla. Algunos estudios (Clickeando del Ayuntamiento de Valencia, encuesta a 792 alumnos) lo reducen a tres horas y otros (I Observatorio de la Generación Z a través del Smartphone. Encuesta a mil jóvenes entre 18 y 24 años) lo aumentan a cinco horas y 15 minutos.

«Tik-Tok en el punto de mira», por Esther Esteban

LA @

ESTHER ESTEBAN,

periodista

[email protected]
Twitter: @estherestebanh

 

Tik-Tok en el punto de mira

Si nos quedamos con el nombre original de la aplicación, la llamaríamos Douyin y si nos preguntamos por su significado, es «sacudir la música» en chino. Este concepto podría decirse que le viene como anillo al, dedo si la popular red social TikTok, como se la conoce en todo el mundo, se ciñera solo al fin para que fue creada: compartir pequeños clips musicales, editar y subir videoselfies de 1 minuto, y aplicarles varios efectos especiales y filtros… pero la realidad es otra muy distinta.

Esta red tiene 800 millones de usuarios en todo el mundo, en su mayoría adolescentes y preadolescentes y, según dicen, es absolutamente adictiva, por lo que ha pasado de ser algo inocuo y solo de divertimento a convertirse en transmisora de intereses ocultos.

Y ahí está el eterno “quid“ de la cuestión de las redes sociales que son tan útiles en algunos temas, pero tienen una cara oscura, mucho más peligrosa y esta no es una excepción para la regla. ¿Está absolutamente demostrado que pueden servir para manipular y también ser un campo de actuación inmenso para todo tipo de delincuencia y ahí es donde se deben encender todas las alarmas? ¿Estamos seguros y lo están nuestros hijos, sobre todos los más jóvenes cuando usan TikTok o están recibiendo información que justifica el odio, el, racismo la xenofobia y se utiliza como un espacio de expresión política, activismo e ideologización radical? Todos los expertos señalan que hay que estar alerta y, de hecho, el mayor peligro está en que suele ser un entorno libre de supervisión paterna y eso posibilita el acceso a material sensible incluso ilegal sin que los usuarios tengan conciencia de ello.

Un amigo psicólogo me contaba hace días el impacto que las redes sociales tienen en nuestras emociones, un tema polémico que está en constante estudio. Se sabe que las redes forjan una suerte de adicción incitando a su uso mediante recompensas subliminales. Se conoce como el “hit de dopamina“ el efecto que producen sus notificaciones en el cerebro que es semejante al que inducen las drogas en las mentes de un adicto y TikTok no es ajena ello, a pesar de su nacimiento de “buenrollismo”. Sabemos que los algoritmos que rigen las redes sociales provocan una mayor cantidad de interacciones posibles a partir de un análisis profundo de los datos introducidos por el propio usuario, con lo cual cada vez que interactuamos estamos diciéndole que nos muestre más contenido semejante.

El efecto a la larga, según me comentaba el experto, es el de una cámara de eco en la que solo consumimos opiniones semejantes a la nuestra y nos reforzamos en la idea de que quienes no están en nuestra sintonía son poco menos que idiotas, seres despreciables. De ahí que las redes se hayan convertido en un lugar repleto de opiniones radicales y de mucho extremismo en materia política, de religión y de otros temas polémicos.

La seguridad en esta red es un tema vital y , aunque TikTok se ha unido al código de conducta de la Comisión Europea para luchar contra la incitación ilegal al odio en internet las sospechas son muchas. Por mucho que en la compañía insisten en señalar que TikTok prohíbe cualquier forma de discurso de odio así como como las cuentas que están vinculadas a la supremacía blanca, el nacionalismo extremo, el antisemitismo, el machismo o cualquier ideología violenta, lo cierto es que en un mundo tan polarizado eso es casi misión imposible.


                                    Esta red tiene 800 millones de usuarios en todo el mundo, en su mayoría adolescentes y preadolescentes y, según dicen, es absolutamente adictiva

Desgraciadamente la realidad, al final, es en blanco y negro y hay muchas paradojas que nos deben hacer reflexionar. Por ejemplo hace días con motivo de la vuelta al cole, TikToK fue utilizada con mucho éxito por un profesor de Murcia para explicar a sus alumnos las medidas de prevención del. COVID -lo cual pone en valor las ventajas de utilizarla para mandar mensajes en positivo a los jóvenes- pero mientras esto ocurría y prácticamente a la vez circulaba un vídeo en el que se mostraba a un marine del ejército americano suicidándose de un disparo en la cabeza, una escena de una violencia brutal no apta para menores.

Nuestros hijos no están a salvo y nuestra responsabilidad es estar alerta porque aunque muchos de nuestra generación nos consideramos casi analfabetos tecnológicos, debemos ser padres responsables y cualquier esfuerzo merece la pena. Si de muestra vale un botón los fabricantes de un conocido medicamento antihistamínico advirtieron a los padres sobre un nuevo desafío de TikTok, después de que una adolescente americana muriese debido a una sobredosis. El desafío viral consistía en pedir a los chicos/as que tomasen la suficiente cantidad del medicamento como para que llegasen a alucinar y después que publicaran el vídeo con el resultado en la plataforma. La chica de 15 años de Oklahoma murió por sobredosis tras participar en esta peligrosa moda. Lo llamativo es que la víctima fue descrita como una adolescente feliz que no sabía que experimentaba con una droga porque creía que ese medicamento no lo era. Casos como este ponen de relieve que una información falsa puede convertirse en un arma letal en personas especialmente vulnerables.

Sea como fuere, lo que significa la irrupción de TikTok depende del cristal donde se mire. Hemos asistido últimamente a una enorme polémica en Estados Unidos donde el gobierno de Trump ha pretendido, sin conseguirlo, su prohibición al menos temporal afirmando que es una amenaza para la seguridad. Su principal argumento es que recogen datos sobre los usuarios y al ser una empresa china, debe colaborar obligatoriamente con los servicios de inteligencia de este país. Por su parte sus defensores han dicho sin más que el objetivo del presidente americano es restringir la libertad de expresión, pero verdad en torno a esta polémica es que se pretendía que la empresa china vendiera su aplicación en una americana para operar en ese país. Al final detrás de todo este ruido mediático solo había negocios, pero lo que se esconde detrás de TikTok es la seguridad de nuestros hijos y en eso no podemos bajar la guardia.