«Tik-Tok en el punto de mira», por Esther Esteban

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ESTHER ESTEBAN,

periodista

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Twitter: @estherestebanh

 

Tik-Tok en el punto de mira

Si nos quedamos con el nombre original de la aplicación, la llamaríamos Douyin y si nos preguntamos por su significado, es «sacudir la música» en chino. Este concepto podría decirse que le viene como anillo al, dedo si la popular red social TikTok, como se la conoce en todo el mundo, se ciñera solo al fin para que fue creada: compartir pequeños clips musicales, editar y subir videoselfies de 1 minuto, y aplicarles varios efectos especiales y filtros… pero la realidad es otra muy distinta.

Esta red tiene 800 millones de usuarios en todo el mundo, en su mayoría adolescentes y preadolescentes y, según dicen, es absolutamente adictiva, por lo que ha pasado de ser algo inocuo y solo de divertimento a convertirse en transmisora de intereses ocultos.

Y ahí está el eterno “quid“ de la cuestión de las redes sociales que son tan útiles en algunos temas, pero tienen una cara oscura, mucho más peligrosa y esta no es una excepción para la regla. ¿Está absolutamente demostrado que pueden servir para manipular y también ser un campo de actuación inmenso para todo tipo de delincuencia y ahí es donde se deben encender todas las alarmas? ¿Estamos seguros y lo están nuestros hijos, sobre todos los más jóvenes cuando usan TikTok o están recibiendo información que justifica el odio, el, racismo la xenofobia y se utiliza como un espacio de expresión política, activismo e ideologización radical? Todos los expertos señalan que hay que estar alerta y, de hecho, el mayor peligro está en que suele ser un entorno libre de supervisión paterna y eso posibilita el acceso a material sensible incluso ilegal sin que los usuarios tengan conciencia de ello.

Un amigo psicólogo me contaba hace días el impacto que las redes sociales tienen en nuestras emociones, un tema polémico que está en constante estudio. Se sabe que las redes forjan una suerte de adicción incitando a su uso mediante recompensas subliminales. Se conoce como el “hit de dopamina“ el efecto que producen sus notificaciones en el cerebro que es semejante al que inducen las drogas en las mentes de un adicto y TikTok no es ajena ello, a pesar de su nacimiento de “buenrollismo”. Sabemos que los algoritmos que rigen las redes sociales provocan una mayor cantidad de interacciones posibles a partir de un análisis profundo de los datos introducidos por el propio usuario, con lo cual cada vez que interactuamos estamos diciéndole que nos muestre más contenido semejante.

El efecto a la larga, según me comentaba el experto, es el de una cámara de eco en la que solo consumimos opiniones semejantes a la nuestra y nos reforzamos en la idea de que quienes no están en nuestra sintonía son poco menos que idiotas, seres despreciables. De ahí que las redes se hayan convertido en un lugar repleto de opiniones radicales y de mucho extremismo en materia política, de religión y de otros temas polémicos.

La seguridad en esta red es un tema vital y , aunque TikTok se ha unido al código de conducta de la Comisión Europea para luchar contra la incitación ilegal al odio en internet las sospechas son muchas. Por mucho que en la compañía insisten en señalar que TikTok prohíbe cualquier forma de discurso de odio así como como las cuentas que están vinculadas a la supremacía blanca, el nacionalismo extremo, el antisemitismo, el machismo o cualquier ideología violenta, lo cierto es que en un mundo tan polarizado eso es casi misión imposible.


                                    Esta red tiene 800 millones de usuarios en todo el mundo, en su mayoría adolescentes y preadolescentes y, según dicen, es absolutamente adictiva

Desgraciadamente la realidad, al final, es en blanco y negro y hay muchas paradojas que nos deben hacer reflexionar. Por ejemplo hace días con motivo de la vuelta al cole, TikToK fue utilizada con mucho éxito por un profesor de Murcia para explicar a sus alumnos las medidas de prevención del. COVID -lo cual pone en valor las ventajas de utilizarla para mandar mensajes en positivo a los jóvenes- pero mientras esto ocurría y prácticamente a la vez circulaba un vídeo en el que se mostraba a un marine del ejército americano suicidándose de un disparo en la cabeza, una escena de una violencia brutal no apta para menores.

Nuestros hijos no están a salvo y nuestra responsabilidad es estar alerta porque aunque muchos de nuestra generación nos consideramos casi analfabetos tecnológicos, debemos ser padres responsables y cualquier esfuerzo merece la pena. Si de muestra vale un botón los fabricantes de un conocido medicamento antihistamínico advirtieron a los padres sobre un nuevo desafío de TikTok, después de que una adolescente americana muriese debido a una sobredosis. El desafío viral consistía en pedir a los chicos/as que tomasen la suficiente cantidad del medicamento como para que llegasen a alucinar y después que publicaran el vídeo con el resultado en la plataforma. La chica de 15 años de Oklahoma murió por sobredosis tras participar en esta peligrosa moda. Lo llamativo es que la víctima fue descrita como una adolescente feliz que no sabía que experimentaba con una droga porque creía que ese medicamento no lo era. Casos como este ponen de relieve que una información falsa puede convertirse en un arma letal en personas especialmente vulnerables.

Sea como fuere, lo que significa la irrupción de TikTok depende del cristal donde se mire. Hemos asistido últimamente a una enorme polémica en Estados Unidos donde el gobierno de Trump ha pretendido, sin conseguirlo, su prohibición al menos temporal afirmando que es una amenaza para la seguridad. Su principal argumento es que recogen datos sobre los usuarios y al ser una empresa china, debe colaborar obligatoriamente con los servicios de inteligencia de este país. Por su parte sus defensores han dicho sin más que el objetivo del presidente americano es restringir la libertad de expresión, pero verdad en torno a esta polémica es que se pretendía que la empresa china vendiera su aplicación en una americana para operar en ese país. Al final detrás de todo este ruido mediático solo había negocios, pero lo que se esconde detrás de TikTok es la seguridad de nuestros hijos y en eso no podemos bajar la guardia.

Aplicaciones contra el aislamiento

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Aplicaciones contra el aislamiento

Zoom fue la segunda aplicación más instalada en abril tras Tik Tok (una red social de vídeos cortos).

Quizá el Covid-19 no le ha afectado, pero sí esta “infección” y sin acercarse a nadie: las aplicaciones de videollamadas, cuya descarga en el confinamiento ha aumentado de forma supercontagiadora.

¿Necesita vacuna?

GABRIEL CRUZ

[email protected]@gabrielcruztv

EN TIEMPOS de crisis unos lloran y otros venden pañuelos”. Es lo que dice la popular frase de origen incierto, pero de cuya certeza pocos dudan. Porque si pensaba que durante la pandemia los únicos beneficiados iban a ser los proveedores de material sanitario es que no hizo un rastreo dentro de casa. Sí, su teléfono, tableta u ordenador están seguramente “infectados” por las apps de videollamadas que les ha inoculado para superar mejor el confinamiento, tanto para teletrabajar, aprender o hablar con sus amigos y familia. App es una abreviatura del inglés application (aplicación). Son programas informáticos destinados principalmente a smartphones o tabletas (como el iPad o equipos Android).

No es lo mismo hablar con tu jefe que con tu primo

SON muchas las aplicaciones que permiten las videollamadas, pero hay que saber cuál usar para cada caso. Por ejemplo, Snapchat e Instagram se usan para amigos ya que permiten filtros de imágenes para deformar caras, por eso no es recomendable si habla con su jefe.

Houseparty además de videoconferencia permite jugar online. Skype, Zoom, Google Meet, Hangouts, Microsoft Teams, JitsiMeet y Discord pueden compartir pantalla y son las mejores para teletrabajar o dar una clase online. El número de participantes puede ser ilimitado en JitsiMeet y además no necesita registrarse.

Y en Twitter, ¿qué opinan?

El Deber. @grupoeldeber. 23 jun. Las más leídas. El confinamiento ha generado un aumento considerable del uso de las redes sociales y apps de todo tipo, las cuales han servido para comunicarse, entretenerse, informarse, trabajar y aprender.

eldiario.es. @eldiarioes. 2 abr. El Gobierno utilizará los datos de movilidad y las apps sanitarias para definir la estrategia de salida del confinamiento.
eldiario.es/politica/contr.

Acer España. @ES_Acer. 15 may. Con estas apps de fitness no querrás volver a ir al gimnasio (aunque puedas).

EL PAÍS Tecnología-Retina.
@elpais_tec. El confinamiento está sacando al artista que llevamos dentro. Repasamos las apps de edición más populares para que las fotos que hacemos estos días para entretenernos luzcan más.

Triplicar resultados. Durante el confinamiento las descargas de aplicaciones de videollamadas se han multiplicado exponencialmente si comparamos los datos con el año anterior. Zoom fue la segunda aplicación más instalada en abril tras Tik Tok (una red social de videos cortos) según datos de la compañía de análisis Sensor Tower. El décimo puesto fue para Microsoft Teams, por detrás de Google Meet. Zoom multiplicó por 60 las descargas respecto a abril de 2019. En abril de 2020 tuvo 131 millones de instalaciones en todo el mundo. En mayo, fueron 94 millones; aun así multiplicó por 43 las descargas respecto a ese mes en 2019.

Sin embargo, al principio la aplicación reina tuvo sus problemas como señala a ESCRITURA PÚBLICA Leire Nuere, directora online en la Universidad Francisco de Vitoria. “Zoom es muy potente, pero al comienzo de la pandemia tuvo una brecha de seguridad en la que sufrió suplantaciones de identidad, se metieron videos porno, etc. Luego lo solucionaron”. Por su parte, Google tiene aplicaciones como Hangouts orientada a usar entre amigos mientras que si buscamos algo más profesional está Google Meet. Nuere señala que “sus ventajas son el almacenamiento casi ilimitado y su fiabilidad. Ahora bien, yo usaría plataformas como Zoom o Webex Meeting que ofrecen muy buena seguridad. Además, en el caso de Zoom la curva de aprendizaje es mucho mayor; es decir, la gente está más familiarizada con ella por lo que es más fácil que el interlocutor con el que hagas una comunicación se una a ti sin problemas”. ¿Y por qué no a través de las plataformas de Google?, le preguntamos. “Están muy bien, pero, honestamente, siempre me han parecido un poco Gran Hermano y de una forma u otra siempre toman información y con temas tan sensibles como los de una notaría, mejor no arriesgarse.” sentencia.

 


Su teléfono, tableta u ordenador están seguramente ‘infectados’ por las apps de videollamadas que les ha inoculado para superar mejor el confinamiento


 

Tras la desescalada, la descarga de programas de videollamadas como Skype, Duo, y Hangouts cayeron. Pero como señala Leire Nuere: “indudablemente, muchos procesos se recuperan por la normalidad, pero la tecnología es un camino en el que no hay vuelta atrás. Poca gente se plantea escribir ahora una carta. De la misma forma que ya no se mandan mensajes de texto y se prefiere el whatsapp. Se ha superado la parte más difícil que es la implementación de una herramienta. Una vez que la conoces la incorporas a tu vida”. De hecho, con la preparación de la enseñanza online ante un posible rebrote asistimos a una demanda mantenida de aplicaciones como Google Classroom con 17 millones de descargas en mayo en todo el mundo.

La pandemia pasa examen a la universidad

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La pandemia pasa examen a la universidad

La Universidad reclamaba desde hace años una tercera ley universitaria que le diese mayor flexibilidad. Finalmente ha sido un virus el que la obligará al mayor cambio de su historia.

GABRIEL CRUZ

[email protected]

@Gabrielcruztv

 

Quien ha dado la sorpresa ha sido la UNED con su aplicación Aula Virtual de Examen (AvEx), marca España vaciada.

ES BIEN conocida la anécdota que se le atribuye a Fray Luis de León en 1576, aunque se relató dos siglos después de suceder. Al ser absuelto de un proceso en el que estuvo cuatros años encarcelado volvió a sus clases en la Universidad de Salamanca y dijo: “Dicebamus hesterna die” (“como decíamos ayer”). Como si el tiempo no hubiese pasado. Ahora, lo hará vertiginosamente tras sólo un par de meses de verano que equivaldrán a un cambio de siglos.

Si visitamos el aula de Fray Luis de León en la Universidad de Salamanca, que se conserva tal cual era hace 500 años, advertimos que no se ha modificado sustancialmente la enseñanza. Un aula en la que el profesor recita unos conocimientos y al que los alumnos prestan atención. Lo que sí ha cambiado han sido titulaciones y normativas. La primera ley universitaria de la democracia fue la 11/1983, después pasamos a la vigente, la norma de 2001 que fue modificada sustancialmente en 2007. Últimamente se reclamaba otra ley nueva que la dotase de mayor flexibilidad, y justo en ese momento… irrumpe la pandemia. ¿Su consecuencia directa? Nuestro “Fray Luis de León” podría estar en un aula vacía enseñando a unos alumnos repartidos por todo el mundo… ¿o no?

Ensayo general. Porque lo cierto es que el primer ensayo general que hemos tenido antes del verano ha sido bastante pobre y ha demostrado que las universidades y el sistema educativo no estaban preparados para las clases online. A no ser que creamos que las clases virtuales consisten en mandar enlaces de web y ejercicios en documentos adjuntos. Esta es más o menos la impresión que se desprende de las opiniones de muchos profesores y bastantes alumnos. Así lo recoge uno de los pocos estudios existentes, dirigido por Ingrid Gil, profesora de traducción de la Universidad de Comillas. Gil realizó una encuesta a más de 200 docentes universitarios: el 60%nunca impartió una asignatura online y el 65,8% reconocía tener poco o ningún conocimiento previo. Cada docente inició esta etapa como buenamente pudo, de forma individual, sin que hubiese una estructura coordinada. Lo llamativo viene con el grado de satisfacción. Mientras que la mayoría de los profesores, un 61%, se mostraba satisfecho con el resultado, para los alumnos la experiencia resultó negativa o muy negativa (36,6% de los encuestados) o directamente, indiferente (40,7%). El caso es que en el mundo hay 800 universidades que ofrecen formación en línea. Sus estudiantes no tienen nada que ver con los de las clases presenciales: tienen cargas familiares, una media de edad mayor a los 35 años y una tasa de abandono muy superior.

Volvamos a los universitarios tradicionales, los veinteañeros que acuden a clase. ¿Cómo ha sido su experiencia durante la pandemia? Los entrevistados coinciden en el resumen que nos hace Clara, estudiante de periodismo: “muchos profesores se limitaban a enviar-nos emails con enlaces a textos sobre la materia y en el mejor de los casos, hacían videollamadas. La sensación era la de ir tirando, que pareciera que se hacían cosas”.

Evaluación polémica. También el sistema de evaluación ha sido polémico. Algunas facultades han optado por el examen presencial con medidas de seguridad (distanciamiento, mascarillas…) porque era la única forma de tener un mínimo de calidad. Los que prefirieron los exámenes online se han encontrado con varios problemas. Por ejemplo, modificar el tipo de preguntas. Pruebas del tipo “papel de un minuto”: preguntas concretas y con un tiempo muy limitado de tal forma que solo el que sabe la respuesta tiene tiempo a responder y, si necesita más, es porque estará copiando.

Quien ha dado la sorpresa ha sido la UNED con su aplicación Aula Virtual de Examen (AvEx), marca “España vaciada”, diseñada en su centro de Barbastro, Huesca. El sistema evita comportamientos como la suplantación de examinados. La aplicación toma fotografías aleatoria-mente que se envían al profesor junto con el ejercicio. Carlos Gómez, el director del centro de la UNED en Barbastro confiesa que “no hay un 100% de seguridad de que el alumno no nos engañe y copie, pero en los exámenes presenciales tampoco”. Esta aplicación la usan los 155.000 alumnos que tiene la UNED. Para el resto, el único documento oficial acordado que habla sobre los exámenes en línea es el Informe sobre Procedimientos de Evaluación no Presencial elaborado por la CRUE, la conferencia de rectores, y que merece un recuadro aparte.

Pasos futuros. Pero entonces, ¿cómo serán las clases? Eso mismo es lo que se preguntan las propias universidades ante el silencio del Gobierno y las Comunidades Autónomas. Hemos hablado con diferentes portavoces universitarios y admiten que ni el Ministerio de Sanidad ni el de Educación dan instrucciones claras para el nuevo curso. Una muestra de lo que sucede es que ambos abogan por educación presencial para colegios e institutos. En el caso de las Universidades, sin embargo, prefieren cupos en las aulas e incluso, hacer algunas clases en exteriores. ¿Por qué? ¿Acaso el virus ataca más a los universitarios que a los escolares? La ausencia de líneas claras revela la falta de planificación de nuestro sistema educativo. Si no, recuerden las paradojas del comienzo de la desescalada: los jóvenes podían juntarse en grupos de diez en las terrazas pero no podían entrar en un aula, con distancia de seguridad y mascarilla, para hacer un examen.

 


El primer ensayo que hemos tenido ha sido bastante pobre y ha demostrado que las universidades no estaban preparadas para las clases online


 

En este momento las universidades optan por tres posibilidades: presencial con distanciamiento social, completamente online y una intermedia, o sistema híbrido que sería una mezcla de ambas. Si bien los centros prefieren ser políticamente correctos y no quejarse de la falta de instrucciones claras, quien sí lo hace es José Antonio López, profesor de biología molecular de la Universidad Autónoma de Madrid. Nos enseña un aula de su facultad. “Aquí es donde doy clase. Caben unas 200 personas y en un día normal aparecen unos 60 alumnos. Es decir, es posible respetar una distancia de seguridad. Si a esto le sumas que van con mascarilla, que estarán callados y que el único que hablaría soy yo, a mucha más distancia de ellos, no veo tanto problema para venir a clase. El problema viene cuando se juntan fuera.”

 


Las universidades optan por tres posibilidades: presencial con distanciamiento social, completamente online o sistema híbrido


 

Más complicado lo tienen las escuelas en las que sí es necesario el contacto físico; por ejemplo, las sanitarias. Desde la Escuela de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios Comillas, Julio de la Torre, su jefe de estudios, señala a ESCRITURA PÚBLICA que además de impulsar la enseñanza online con la adquisición de cámaras y plata-formas, “en las clases de prácticas se reduce el número de personas. Todos con máscaras de protección, geles y lavado frecuente de manos. De hecho, en todas las aulas prácticas tenemos lavabos”.

Otro enfoque

Lector, vuelve a casa: Cómo afecta a nuestro cerebro la lectura en pantallas.

Maryanne Wolf

La lectura en enseñanza online es digital. En esto no hay escapatoria, pero ¿tiene efectos secundarios? Wolf es especialista en lectura y aprendizaje en la Universidad de California. Señala que incluso los lectores de toda la vida están cambiando sus hábitos y su capacidad de concentración. En el cerebro manda la norma de que, si no se usa una capacidad, ésta se pierde. La lluvia de información a través de las plataformas digitales, no permite “detenernos y entender” lo que estamos leyendo. El papel, sin las distracciones de la pantalla (sus constantes ventanas abiertas) es más simple y directo. La pregunta es evidente: ¿aprenderán peor los universitarios de la tablet que los que toman apuntes a bolígrafo?

“Triste y sola …”

“… sola se queda Fonseca. Triste y llorosa queda la Universidad.” Esta popular canción de la tuna sonará más a partir de ahora. La enseñanza online tiene otro efecto secundario y, si no, que se lo pregunten a ciudades como Santiago de Compostela, Salamanca o Granada. Si bien Barcelona o Madrid tienen la mayor concentración de sedes universitarias, las anteriores viven en gran parte de los miles de estudiantes que van a ellas y con la explosión de la enseñanza online eso no sucederá. En España hay un millón y medio de alumnos matriculados en universidades. Los extranjeros son 139.708, pocos, pero suponen un 20% de los que se matriculan en másteres y doctorados (las matrículas más caras) y como reconocen desde la CRUE ningún alumno viene para quedarse encerrado sino para disfrutar de la vida estudiantil.

Si tomamos como ejemplo el caso de Granada, el estudio Generación de Valor de la UGR en su entorno, del profesor Teodoro Luque, señala que la universidad aporta 217 millones a la economía de la provincia y genera casi el 8% de sus empleos. Principalmente mueve alquileres, residencias, hostelería o servicios. Por ejemplo, la asociación de Hostelería de Compostela reconoce que la facturación bajará hasta un 50%. Salamanca triplica la media nacional de estudiantes extranjeros, un 10%. Por eso insisten en que la enseñanza en línea será excepcional. El agujero económico será mayor en las universidades de Reino Unido, Suiza y Austria donde casi un tercio de sus ingresos por matrícula proviene de estudian-tes extranjeros. Sin embargo, algunas universidades, como la de Cambridge, han anunciado que el próximo curso será absolutamente online. Es decir, estamos ante un verdadero examen global pero no para alumnos, sino para saber si las universidades están a la altura de la era post pandemia.

Evaluación no presencial

A falta de unas directrices claras de Ministerios y Consejerías, este informe, del Grupo de Trabajo Intersectorial de CRUE Universidades Españolas, es el único documento que concreta procedimientos de evaluación. Propone que en las pruebas por videoconferencia, el estudiantado esté provisto de documentación acreditativa de su identidad que podrá ser exigida en cualquier momento por el profesorado. También trata de las cuestiones normativas, en especial la protección de datos, que en España es de las más restrictivas de Europa. Advierte de los pros y contras de cada plataforma. Por ejemplo, en los exámenes por videoconfe-rencia destaca el peligro de sobrecarga en el sistema por un almacenamiento masivo. Un informe que todo alumno debería conocer para saber, por ejemplo, cómo reclamar adecuadamente sus calificaciones.

Cada docente inició esta etapa como buenamente pudo, de forma individual, sin que hubiese una estructura coordinada.

«La educación superior en un futuro post-Covid», por Ricardo Mairal

Ricardo Mairal.

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RICARDO MAIRAL,

rector de la UNED

@UNED

La educación superior en un futuro post-Covid

HACE apenas unos meses en la universidad trabajábamos con una visión clara de cuáles eran nuestros retos a corto, medio y largo plazo. La llegada de la crisis del Covid-19, primero sanitaria y ya social y económica, nos ha golpeado como al resto de la sociedad. Aquellos claros objetivos de principios de marzo quedaban desplazados por la necesidad de adaptarnos a la nueva situación.

Durante las semanas de confinamiento la actividad en las universidades no ha cesado: el personal de administración y servicios ha trabajado desde sus casas; las autoridades académicas han buscado soluciones ante los nuevos desafíos que conformaban un escenario absolutamente inédito, y los profesores y profesoras han seguido con su labor, trasladando la docencia a sus hogares y transforma-do sus clases en tutorías virtuales a las que los estudiantes se han conectado, dando sentido a todo el proceso.

Ciertamente, en este tiempo la universidad ha redoblado su actividad con el fin de garantizar la formación, la investigación y la transferencia e innovación que tan fundamentales son para la sociedad, como se ha demostrado con especial intensidad en estas últimas semanas.

Con la mirada puesta en el futuro más próximo, cumple preguntarse sobre el papel que tendrán las universidades en una etapa que podemos denominar “post-Covid”. Tras la pandemia, retomaremos aquellos retos de principios de marzo. Pero no nos equivoquemos, lo ocurrido nos marcará. La universidad saldrá herida, pues ya no podremos olvidar a quienes han quedado en el camino. Pero, a la vez, la universidad saldrá fortalecida. En lo humano, por el esfuerzo realizado por quienes son parte de esta gran comunidad, que han demostrado contar con el dinamismo y la solidaridad que exige un mundo en constante cambio. En lo tecnológico, porque hemos ampliado y madurado nuestras capacidades para dar respuesta a los retos que vienen.

Pero, sobre todo, de esta experiencia sale fortalecido un concreto modelo de enseñanza: el online y el semipresencial. La necesidad de mantener la docencia, de evaluar a nuestros y nuestras estudiantes durante la crisis, lo ha puesto a prueba y lo ha certificado como el modelo de la universidad del futuro, en la que las enseñanzas presencial y virtual se han de combinar como respuesta a las necesidades y características de la sociedad del siglo XXI. Un modelo que, sin duda, perdurará en el tiempo.

Y, si convenimos que el futuro de la universidad es un modelo online y también semipresencial, el ejemplo de la UNED, universidad pionera en la doble concepción, desarrollo e implantación del mismo, que cuenta con una tupida red de 61 centros en España y 13 en el exterior a la que asisten más de doscientos mil estudiantes, es decisivo para el resto de la Academia.

En una sociedad interconectada, nuestras universidades deberán ser capaces de llegar a los hogares de sus estudiantes, ampliando el abanico de experiencias y posibilidades de estudio. Siendo ya este objetivo una realidad en el caso de la UNED, deberemos seguir trabajando para fortalecer su papel como elemento vertebrador de la España vaciada e impulsor de ese país urbano en el que tan importantes son la formación a lo largo de la vida y la conciliación. Acercar el mundo del conocimiento y de la investigación es una aspiración legítima y realista.

En este nuevo marco, también resultará fundamental la apuesta decidida de nuestras universidades por la innovación y la investigación, de modo que la metodología del modelo online y semipresencial sea sensible a los avances logrados en disciplinas como la inteligencia artificial. En la UNED ya trabajamos en la utilización de las tecnologías basadas en datos masivos para adaptarnos aún más a las necesidades de nuestros y nuestras estudiantes. El objetivo es mejorar su proceso formativo, logrando automatizar y simplificar los procesos administrativos, mejorar el modelo de enseñanza aprendizaje y la eficacia y la productividad de nuestra institución, pero siempre de acuerdo con un marco ético prudente y garantista y contando con la participación de todos quienes forman la comunidad universitaria.


«En una sociedad interconectada, nuestras universidades deberán ser capaces de llegar a los hogares de sus estudiantes»


Pero, alcanzar todos los retos que quedaron en un segundo plano a principios de marzo y los que vayan surgiendo no será posible sin un apoyo institucional claro. Este apoyo, siempre al margen de la contienda política, de la lucha partidista, debe establecer los marcos normativos y de financiación necesarios para contar con los recursos humanos y tecnológicos que proporcionen la formación, investigación, transferencia e innovación imprescindibles para el resto de la comunidad. Un apoyo institucional que permita que la Academia se sitúe en el lugar trascendental que ha de ocupar como motor del desarrollo del conjunto del país, tal y como se ha hecho tan visible en estos momentos de crisis.

Si en estos tiempos trufados de posverdad hemos conseguido que los ciudadanos miren de nuevo a la universidad y a sus investigadores como pilar de su desarrollo, incluso de su seguridad, estamos en la senda correcta. Ahora, es crucial que Política y Ciencia se den la mano. Quizá en este momento, más que nunca.