Cultura por suscripción

ESFERA CULTURAL

Cultura por suscripción

No son una novedad (el leasing para el disfrute de bienes como vehículos lleva años), pero parecen destinadas a convertirse en un estándar. Las suscripciones mensuales son el formato elegido de manera aplastante en el territorio de la cultura y el ocio. El pago mensual al que el usuario se ha habituado para ver películas o series se extiende a videojuegos, podcast, libros, retransmisiones deportivas, software

JULIÁN DÍEZ

El hecho de no poseer, sino pagar por el acceso a la cultura, encaja bien con algunas tendencias actuales. La movilidad laboral, las casas pequeñas, la decoración minimalista… Todo apunta a un futuro en el que los ciudadanos no tengan nutridas bibliotecas, colecciones de discos o videojuegos. Y que ni siquiera los posean virtualmente, sino que accedan a ellos de forma variable, según épocas, tendencias o relevancia de la oferta disponible en cada momento. A cambio de no poseer, no poder disfrutar del objeto, regalarlo o dejarlo en herencia, se tiene acceso desde cualquier lugar en que nos encontremos.

Los más de doscientos millones de suscriptores de Netflix en todo el mundo, ciento treinta millones de HBO y ciento sesenta millones de usuarios premium de Spotify marcan el camino hacia el futuro, y también suponen dos modelos de negocio totalmente distintos. En el caso de Netflix, al ofrecer unos determinados contenidos concretos, en exclusiva, y siempre previo pago de una cantidad mensual. En el de Spotify, con opciones preferentes de pago (el llamado freemium) o gratuitas con publicidad, y contenidos que también pueden conseguirse en otros servicios de música.

Lo que es evidente es que este modelo, con pagos que suelen andar en el abanico entre los cinco y quince euros mensuales, ha supuesto el final en la práctica de la piratería de contenidos. A cambio, no está claro que haya conseguido una mejora en las condiciones de los creadores, que por ejemplo se quejan periódicamente de los reducidísimos ingresos (según Business Insider, 0,0033 céntimos de dólar por canción reproducida) que les generan sus contenidos en Spotify.

Es en el sector audiovisual en el que el modelo de la suscripción parece más claramente decantado a una dominación absoluta. Los experimentos que lleva realizando Disney + desde su aparición (aunque no alcance las cifras de sus competidoras veteranas; su crecimiento es superior y le llevará a ellas pronto) resultan esclarecedores. Por ejemplo, han descartado poner a la venta en formato DVD o comercializar de cualquier otro modo que no sea la suscripción a Disney + sus nuevas y exitosas series, como Loki o The Mandalorian. Además, sus estrenos de cine de los últimos meses, en una tendencia espoleada por la pandemia de Covid 19, han llegado de forma simultánea a televisión, en algunos casos con pagos adicionales a la cuota mensual.

Por su madurez, las plataformas de streaming están dando pasos que todo el sector del entretenimiento parece que tendrá que recorrer en su futuro desarrollo como servicios de suscripción. La distinción entre un paquete «básico» y contenidos adicionales pagados aparte es el más obvio, pero también por ejemplo la necesidad de ofrecer cada mes uno o dos contenidos potentes que justifiquen mantener el pago, dado que una de las claves del negocio es la relativa facilidad para darse de alta o de baja.

Además, las plataformas audiovisuales se disponen a incorporar nuevos contenidos. En España, la gestión de la liga de fútbol y la Champions sigue siendo uno de los puntos fuertes de Movistar, por encima de alternativas como Vodafone, Bein o Gol Televisión, que también han ofrecido fútbol de forma simultánea. Hace un par de años, apareció otro servicio, Dazn, que ha conseguido tener la exclusiva de algunas citas relevantes como el Mundial de Motociclismo, el de Fórmula 1, la Euroliga de baloncesto o la Premier League inglesa de fútbol. La antigua Telefónica reaccionó hace unos meses llegando a un acuerdo con Dazn para ofrecer sus contenidos principales como parte de su paquete Movistar Deportes. Sin embargo, la batalla está lejos de terminarse, si hemos de hacer caso a Estados Unidos, donde servicios de streaming como HBO, Disney o Peacock (propiedad de la NBC, sin presencia exterior) ofrecen deportes en sus paquetes.

Microsoft ha tomado buena nota de toda esta experiencia para su servicio de videojuegos, Xbox Gamepass Ultimate. Por unos trece euros al mes, el usuario de esta consola tiene acceso ilimitado a unos trescientos juegos, y además recibe como regalo cada mes otros tres (que ya serán suyos online para siempre, aunque se dé de baja del servicio). Si tenemos en cuenta que las grandes novedades del sector suelen costar a partir de sesenta euros, y que el servicio Gamepass recoge algunos de ellos, es obvio que la rentabilidad para el usuario es notable. Para hacer aún más obvio que ese es su camino, la nueva Xbox ha aparecido en una opción económica sin lector de discos, dirigida a ese consumo online.

La apuesta ha venido redoblada además con la adquisición de varios estudios de videojuegos importantes y acuerdos con empresas tan significativas como EA, la reina de los simuladores deportivos. Todo ello ha hecho reaccionar a su gran rival, la Playstation de Sony, que ha reforzado su servicio homólogo. Además, han creado otros modelos de suscripción Google Play (para juegos en teléfonos y tablets Android), Apple (iPhone e iPads) y Amazon.

En cuanto al sector escrito, los periódicos han reforzado igualmente las ofertas de suscripción mensual, como medio para asegurarse visitas en el progresivo cierre de los medios de comunicación al «todo gratis», aunque el proceso está menos maduro en el campo del libro electrónico. Por un lado, porque el uso de pantallas para la lectura de libros sigue relativamente poco extendido, y por otro porque las condiciones de pago que las plataformas ofrecen a los grandes creadores y editoriales están muy lejos de sus ingresos regulares.

Amazon llegó a un acuerdo muy importante con la escritora inglesa J.K. Rowling como gran figura mediática, pero la mayor parte de las novedades más importantes siguen fuera de su servicio de suscripción Kindle Unlimited, aunque los libros en sí puedan comprarse sueltos (con precios algo por encima de la mitad que las ediciones en papel) en la propia tienda online. Movistar ha conseguido una mayor presencia de las editoriales españolas importantes en su servicio Nubico, así como numerosas revistas, pero el número de usuarios que pagan ocho euros al mes por esa suscripción, que existe desde hace ocho años, no parece elevado. Tampoco lo es, en apariencia, al menos por el momento, el número de usuarios premium que pagan por los servicios preferentes de podcast y audiolibros (iVoox, Podimo, Audible…).

La trampa del FOMO

Cualquiera de las principales plataformas de streaming tiene contenidos para satisfacer la demanda de cualquier consumidor medio. ¿Cómo conseguir, entonces, que alguien esté suscrito a varias? Las grandes empresas cuentan con un aliado: el fenómeno conocido como FOMO (por sus siglas en inglés, Fear of Missing Out). Se trata del temor social a no estar al día, a no conocer las últimas tendencias, a perderse algo que los demás estén disfrutando. Por ello, las plataformas procuran dosificar contenidos que prevén que tendrán un fuerte impacto en redes sociales, a fin de mantener a sus usuarios siempre a la expectativa de la llegada de nuevas producciones que justifiquen seguir adelante con la suscripción y mantenerse al día de los temas de conversación online. El mismo fenómeno se aplica, lógicamente, al mundo de los videojuegos, donde la prioridad de las distintas consolas es publicitar aquellos lanzamientos que son exclusivos para su máquina, en tanto que los lanzamientos de juegos que llegan a diferentes plataformas, o al ordenador, corren a cargo de las distintas productoras.

Otras fuentes

Ante la fuerte competencia de las plataformas de streaming, puede resultar útil esta comparativa de sus servicios y precios:

Aquí se detallan algunos servicios de suscripción poco conocidos que ya están en marcha en distintos países.

Entre los servicios de suscripción más peculiares lanzados en los últimos meses, puede destacarse el de Ikea para amueblar casas.

Una suscripción para reunirlas a todas

El reciente anuncio de Netflix de que incluirá videojuegos para móviles con su suscripción viene a subrayar una tendencia futura: la de que las grandes empresas ofrezcan bajo un paraguas común y con descuento el acceso a servicios en distintas categorías de ocio. Quien lleva más avanzado este escenario es sin duda Amazon, que en la actualidad tiene el servicio más barato de televisión (va incluido con su plataforma de venta Amazon Prime, 36 euros al año), y ofrece aparte Amazon Prime Music, Audible (podcast y audiobooks), Kindle Unlimited (libros y cómics), y videojuegos para PC, además de otras suscripciones audiovisuales como las de MGM o Starz. Sin embargo, parece más posible que las grandes marcas actuales lleguen a pactos entre ellas para ofertas conjuntas. Por ejemplo, Playstation ha dado algunos meses gratis del servicio de televisión de Apple, así como Microsoft lo ha hecho con Disney +. En España, Movistar ofrece bajo su paraguas la posibilidad de contratar tanto Netflix como Disney +.

Un movimiento ganador para el ajedrez

ESFERA CULTURAL

Un movimiento ganador para el ajedrez

La serie Gambito de dama impulsa el número de practicantes del juego milenario, uno de los grandes beneficiados por las horas de ocio aislado en la pandemia.

JULIÁN DÍEZ

La pandemia ha tenido consecuencias inesperadas incluso en el apartado del ocio. Por ejemplo, difícilmente se podría haber esperado hace poco más de un año que un sutil y bien conocido juego milenario multiplicara su número de practicantes. Y que el impulsor de ese fenómeno fuera una serie de televisión basada en una novela publicada hace 35 años, y que se tradujo hace diez al castellano pasando totalmente inadvertida.

Sin embargo, el hecho es que Gambito de dama se ha convertido en uno de los fenómenos de los últimos años, y que su impacto ha trascendido a las multimillonarias audiencias mundiales (unos 70 millones de hogares la han visto) que es capaz de obtener una plataforma de servicio global como Netflix. Las consecuencias han sido tan llamativas como que los tableros de ajedrez estuvieron agotados durante semanas en muchas tiendas, en lo que supone un singular colofón a un periodo que ha sido en líneas generales muy positivo para el mundo de los juegos de mesa.

Suben las ventas. Un ejemplo de esta singular moda es el del impacto en Rechapados Ferrer, modesta firma catalana con 14 empleados. Uno de sus tableros aparecía en la partida decisiva de la serie, que se desarrolla (y fue filmada) en Berlín. La marca vende la práctica totalidad de los 20.000 tableros que producen anualmente a través de distribuidores alemanes, y alguien de producción de la serie debió comprar el tablero allí. Los responsables de Rechapados Ferrer no sabían que uno de sus modelos con remates de marquetería rojos y amarillos había sido visto por millones de telespectadores y se vieron de repente desbordados por los pedidos. Ahora mismo tienen lista de espera de más de un año.

Goliath Games, una de las principales productoras mundiales de juegos, cifró en un 1000% el incremento de sus ventas relacionadas con el ajedrez durante 2020. La web Chess.com reconoció un aumento de un 400% en el número de visitas y un incremento del 160% en el número de partidas disputadas en su aplicación, con tres millones de jugadores activos. Según la Federación Internacional de Ajedrez, el número de estudiantes inscritos en torneos pasó de treinta a cincuenta millones a lo largo del pasado año. El impacto se ha percibido incluso en pequeñas academias de enseñanza del juego, como la madrileña Ajedrez con cabeza, que casi ha duplicado su número de alumnos.

La incidencia ha sido especialmente significativa entre mujeres, que siempre han sido un colectivo minoritario en el juego. Hasta el año pasado, apenas el 16% de ajedrecistas federados eran mujeres, pese a ser un deporte que de entrada no hace distingos entre sexos (si bien existe un mundial femenino específico). Tampoco les ha acompañado mucho el éxito, ya que sólo una mujer ha llegado a estar entre los diez mejores ajedrecistas del mundo (la húngara Judit Polgar, ya retirada) y hoy apenas son tres entre las cien mejores.

Tirón femenino. Sin embargo, el carisma de la protagonista de Gambito de dama, Beth Harmon (interpretada por la argentina Anya Taylor-Joy), ha impulsado sobre todo a mujeres, incluso adultas, a retomar esta actividad, con un impacto numérico significativo. Eso sí, los expertos avisan de que, a pesar de que la serie refleja el juego mejor de lo que es habitual, contiene bastantes inexactitudes. El ejemplo más notable es que no se muestra ninguna partida terminada en tablas, cuando es el resultado más frecuente entre jugadores de alto nivel. Tampoco merece aprobación el detalle de corte dramático sobre el consumo de pastillas de la protagonista, puesto que sería difícil que mantuviera un rendimiento alto con ese tipo de adicción. El más conocido experto en ajedrez español, Leontxo García, planteaba en su análisis de la serie un reto para el futuro: «Hacer una buena peli sobre las numerosas facetas apasionantes del ajedrez sin recurrir para nada al crimen, las drogas o la paranoia».

En cambio, se ha destacado la verosimilitud de las partidas retratadas, en las que se ha tenido el detalle de reproducir algunos grandes juegos de la historia del ajedrez. También gustó la falta de glamour que acompaña a la mayor parte de los eventos reales de este mundillo: conviene recordar que, según cálculos oficiales, las ganancias medias en torneos y campeonatos de los cien mejores jugadores del mundo andan en torno a los 29.000 euros anuales, y en la práctica totalidad de los casos complementan sus ingresos con tareas de enseñanza, redacción de artículos y libros, exhibiciones privadas…

La Beth Harmon de Gambito de dama pasa por ese tipo de vida un tanto insegura hasta llegar al campeonato del mundo, que como la propia serie termina convertido en un evento de interés global. De hecho, según los expertos, entraría en la historia del ajedrez en la misma categoría que el duelo entre Bobby Fisher y Boris Spassky en los años setenta; los sucesivos mundiales entre Garri Kaspárov y Anatoli Kárpov en los ochenta, o las partidas del propio Kaspárov contra programas, a caballo del fin del milenio.

Una novela recuperada

La serie Gambito de dama está basada en una novela de Walter Tevis, un escritor de notable prestigio en Estados Unidos pero relativamente poco conocido fuera. Su fama deviene sobre todo de las adaptaciones audiovisuales de otras de sus obras más notables, caso de El buscavidas, convertida en mítico filme protagonizado por Paul Newman, su continuación El color del dinero o El hombre que cayó a la Tierra, con David Bowie. Tevis, que murió relativamente joven y tuvo notables problemas de adicciones, tuvo una carrera de moderado éxito pero en la que nunca alcanzó las ventas que ha conseguido esta, su quinta novela (originalmente publicada en 1983), tras su adaptación televisiva, cuando llegó a colocarse en el primer puesto de ventas de The New York Times. Fue traducida al castellano por primera vez hace una década (con el título de Gambito de reina) por una pequeña editorial, Amarelle, y la misma versión realizada entonces por Rafael Marín ha sido la empleada por Alfaguara para su nueva edición del pasado enero.

Otras fuentes

Infografía sobre el impacto de Gambito de dama en las búsquedas de internet

Vídeo en el que Magnus Carlsen, mejor jugador del mundo de ajedrez, desentraña la popular serie de Netflix Gambito de dama.

17 películas y documentales para apasionados del ajedrez.

Nueva propuesta de Garri Kaspárov, la red social Kasparovchess, bajo el paraguas del conglomerado francés de las telecomunicaciones Vivendi.

La carrera por enfrentarse a Carlsen

La mejor prueba para saber si Gambito de dama tendrá efecto en la popularidad del ajedrez profesional la tendremos cuando Magnus Carlsen ponga en juego su título mundial del 24 de noviembre al 16 de diciembre próximos, en Dubai. Antes, los ocho mejores jugadores del momento se están disputando el derecho a desafiar al que muchos consideran el mejor jugador de la historia, en un proceso que se vio interrumpido la primavera pasada por la expansión del covid-19. El ruso Ian Nepomniachtchi y el francés Maxime Vachier-Lagrave encabezaban la clasificación tras la disputa de siete partidas, de forma sorprendente, dado que el galo es un jugador relativamente veterano y que accedió al torneo por la negativa a disputarlo por temor a la pandemia por parte de uno de los favoritos, el azerí Timur Radjanov. En todo caso, cabe esperar que los jugadores en el segundo y el tercer puesto del ranking mundial, el estadounidense Fabio Caruana y el chino Ding Liren, ofrezcan aún fuerte resistencia. Una final entre Carlsen, a estas alturas ya un mito, y Caruana, fuertemente respaldado por empresas estadounidenses, podría tener audiencias récord en la actual coyuntura. Sería además la revancha del último Mundial celebrado, en el que el resultado fue de empate a seis y Carlsen se impuso en una «prórroga» de partidas semirrapidas, su punto fuerte.