Los centros de atención al cliente apuestan, en la mayoría de los casos, por un servicio automatizado de respuestas, pese a la resistencia de los consumidores. Abaratar costes y ganar tiempo está detrás de una estrategia que, sin embargo, no convence a los clientes, que prefieren el trato humano y un interlocutor que resuelva sus problemas.
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